domingo, 6 de abril de 2014

Venezuela libra su batalla por América Latina


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El fallido intento de derribar por la fuerza al gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro ha evidenciado su enorme aislamiento: Latinoamérica y el Caribe cerró filas en defensa del curso democrático de la Revolución Bolivariana, mientras crecían, hasta en la prensa local, las expresiones de repudio a las acciones violentas, que dejaron un saldo de 28 muertes, destrucción, incendios, miles de vecinos inmovilizados en sus residencias, humo y gases, pánico y terror... 


Fracasó el intento de injerencia hasta en la OEA, salvo por el apoyo de Estados Unidos y Canadá. Solo el gobierno de Panamá se les sumó en el intento de impedir la declaración de solidaridad con Venezuela propuesta por Bolivia y acordada por 29 gobiernos latinocaribeños. Era hora: pareciera que ya la OEA no le sirve al imperialismo para legitimar sus agresiones contra los pueblos de nuestra América.

Suena extraño que apenas dos meses después de las últimas elecciones municipales en Venezuela, que ganó holgadamente el oficialismo, se tome esta decisión de patear el tablero y buscar una “salida” inmediata, al margen de calendarios constitucionales. Pero no es tan raro si consideramos que en los últimos doce años distintas oficinas del gobierno de Washington (y de algunos países europeos) han “invertido” millones y millones de dólares -junto con ONGs-pantallas y empresarios de varios países de la región-, para gestar un golpe, primero contra Chávez y luego contra Maduro. El botín es grande: las mayores reservas petroleras del mundo.

Pero en Washington no tomaron nota de la decisión. La arrogante y amenazadora declaración del secretario de Estado imperial, John Kerry, del 12 de marzo, donde anunciaba que EE.UU. invocará la llamada cláusula democrática de la OEA y aplicará sanciones contra Venezuela (que podrían afectar gravemente a la población, dijo), indica que Washington decidió desafiar la declaración de la OEA y continuar brindando apoyo a los violentos -mezcla rara de paramilitares colombianos y “sifrinos” (niños bien) venezolanos, sin más proyecto que el plan golpista llamado “La salida”-. Pocos días después, el mismo Kerry reconoció su frustración que atribuyó a las acusaciones que Maduro lanza reiteradamente a EE.UU. “No han facilitado que nosotros tengamos el tipo de impacto que nos gustaría tener”.

Lo cierto es que EE.UU., Canadá y Panamá no están solos en su apoyo a la oposición violenta: los acompañan las fuerzas más reaccionarias del mundo. La creciente y orgánica participación de los cartelizados medios de comunicación nacionales y extranjeros en la preparación y el desarrollo de las guerras y planes desestabilizadores promovidos por -y desde- EE.UU., demuestra que éstos se han convertido en verdaderas unidades militares. Si hace cuarenta años necesitaban de fuerzas armadas para imponer su proyecto, hoy el escenario de guerra es simbólico y les basta con el control de los medios hegemónicos.

La propuesta apoyada por Estados Unidos, Panamá y Canadá de llamar a un mediador internacional fracasó en el consejo permanente de la OEA. “Esperamos que la presión social, la región y los vecinos cercanos sean quienes puedan tener el mayor impacto sobre el gobierno venezolano”, dijo Kerry ante los congresistas. Horas después de su audiencia, el pleno del Senado aprobó por unanimidad una resolución bipartidista que exhorta al presidente Barack Obama a negar visas y congelar activos a responsables venezolanos de violar derechos humanos.

Tras el rechazo de que el caso de Venezuela fuera discutido en la OEA, los cancilleres de los doce países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se reunieron en Santiago, donde acordaron crear una comisión de ministros de Relaciones Exteriores que acompañará el diálogo entre el gobierno y la oposición venezolana a partir de la primera semana de abril. El canciller argentino Héctor Timerman sostuvo que “es una clara ratificación de los valores democráticos a partir del diálogo y el respeto a la institucionalidad”; el venezolano, Elías Jaua, se declaró satisfecho, mientras su par chileno, Heraldo Muñoz, dijo que el principio esencial del organismo es la defensa de los gobiernos legítimamente constituidos.

En la resolución de Unasur destacan la posición ante “cualquier amenaza a la independencia y soberanía de la República Bolivariana de Venezuela”, además del nombramiento de la comisión de cancilleres, que una vez se apersone en Caracas, será muy útil para que el mundo conozca, de esa fuente, la verdad de lo que ocurre en Venezuela.

El texto reiteró en su parte principal el comunicado de la Unasur del 16 de febrero sobre la situación en Venezuela, en el cual manifestaba su “más enérgico rechazo” a los actos de violencia a la vez que expresaba las “condolencias y solidaridad” con los familiares de las víctimas y “con el pueblo y el gobierno democráticamente electo de esa nación hermana”. En Santiago, los cancilleres resolvieron además “respaldar los esfuerzos del gobierno de Venezuela para propiciar un diálogo entre el gobierno, todas las fuerzas políticas y actores sociales con el fin de lograr un acuerdo que contribuya al entendimiento y a la paz social”.

ESTRATEGIA DE DESGASTE Y DESINFORMACION
De todas formas, sería erróneo pensar que estas “guarimbas”(1) y ataques violentos que llegaron al extremo de asesinar vecinos o autoridades que limpian las zonas afectadas, no están haciendo daño en varios sentidos. Son parte de una guerra de desgaste que es acompañada por buena parte del “partido” mediático nacional e internacional, y por factores económicos que siguen apostando al sabotaje y que financian generosamente a los comandos violentos.

¿Cuándo se había visto en Venezuela destruir una pista de atletismo como forma de protesta? ¿Cómo explicar el incendio de un camión con cuarenta toneladas de alimentos para el pueblo? ¿Cómo se explican los salvajes ataques a las estaciones del Metro y a las instalaciones eléctricas y telefónicas?, se pregunta en su columna dominical el director del diario Ultimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel.

Quieren provocar cansancio en los ciudadanos, sembrar una sensación de caos e ingobernabilidad. El plan golpista en sí no parece tener perspectivas de éxito, sobre todo porque en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, los violentos están generando gran rechazo. Es impensable que en este momento pueda darse ningún movimiento serio hacia un golpe de Estado, sobre todo después de los resultados de las reuniones del consejo permanente de la OEA y de los cancilleres de la Unasur.

Pero el hecho de que el conjunto de la oposición luzca cada vez más a la cola de la ultraderecha fascista, es un logro para esta última que está imponiendo su agenda. Algunos “líderes” opositores suponen que las “guarimbas” les están haciendo un trabajo sucio del cual ellos puedan recoger alguna cosecha, dado el deficiente trabajo de masas. Bien vale, pensarán algunos, la cabeza de Leopoldo López (preso por incitación a la violencia), si a cambio de eso se sigue afectando el abastecimiento de mercancías y se siguen perfilando las matrices de caos, desgobierno, zozobra y miedo.

Esos sectores saben que las “guarimbas” no derribarán al gobierno, pero esperan que los problemas y las matrices actuales se incrementen, o al menos se mantengan, para recoger después la cosecha en votos, aún cuando recientes encuestas señalan lo contrario.

Probablemente alentado por el resultado de las reuniones de la OEA y sobre todo de Unasur, el gobierno ha decidido ponerles la cara más seria a las “guarimbas”, ordenando allanamientos y la actuación de la fuerza pública en las zonas de focos violentos, y además la detención de los financistas y proveedores de estos grupos violentos. Quizá haya que dictar órdenes de captura por Interpol.

El mundo al revés
En Venezuela parecen haberse invertido todos los códigos de la relación histórica entre Izquierda y derecha, lo que confirma que los sectores conservadores, para tratar de acercarse a las mayorías, copian el discurso progresista. Así lo hizo Henrique Capriles en la campaña electoral ante Hugo Chávez, por ejemplo. Ahora intentan imponer el imaginario del mundo al revés en un acto transformista: la Izquierda sería el poder, la fuerza, la represión y la censura, responsable de la crisis y los actos ilegítimos; la derecha se disfraza con rostro del pueblo, de los jóvenes, de los que ponen las víctimas, los censurados, los que reclaman contra la inflación y el desabastecimiento, y pasan a tener patente de demócratas reconocidos alentados por los grandes medios cartelizados de gran parte del mundo. Sin duda, los medios son parte de la batalla y no meros informadores: la guerra es cultural, ideológica.

La violencia es una táctica, parte de la estrategia diseñada de antemano. Fue algo buscado desde el primer día de las movilizaciones y, los muertos -en su mayoría chavistas o policías- son presentados cómo causados por una represión que nunca existió. El llamamiento de Leopoldo López reclamando a las “guarimbas” que “el que se cansa, pierde” parece no haber logrado su objetivo. Lo hubiera logrado si el gobierno de Nicolás Maduro hubiera apelado a la represión y a las protestas estudiantiles se hubieran plegado obreros y campesinos, o si los llamados a la división de las FF.AA. hubieran tenido alguna audiencia. Pero el gobierno, en cambio, ha llamado al diálogo y conformado la Mesa por la Paz, iniciativa que se ve reforzada ahora por el apoyo de América Latina y el Caribe.

ARAM AHARONIAN
  1. “Guarimbas” se les llama a las barricadas de fuego organizadas, principalmente, en algunas urbanizaciones (barrios) de clase media-alta de Caracas y también de Valencia. Se cierran urbanizaciones con barricadas de fuego, montando focos de violencia, por grupos bien entrenados. Mientras, las policías municipales y de las gobernaciones vinculadas con las organizaciones derechistas -Primero Justicia y Voluntad Popular-, no hacen nada para evitar la acción de esos grupos. 
La derecha carteliza el terror mediático
El frente mediático de la derecha latinoamericana y mundial sigue activo en sus ataques contra la Revolución Bolivariana. Las tres redes privadas más importantes de diarios de Latinoamérica se unieron para “difundir informaciones (léase manipulaciones, distorsiones, mentiras, difamaciones) sobre la situación en Venezuela”.

La respuesta a tanto terror mediático ha sido reactiva y no proactiva, propositiva, informativa. Ha estado basada en la “denunciología” (propia de una etapa de resistencia y no de construcción) y en la preocupación por la solidaridad pasiva.

La falta de fuentes de información veraz, oportuna y para todos, facilita el trabajo de la derecha de imponer imaginarios colectivos a través de una prensa -radios, medios cibernéticos fijos y móviles, televisoras, diarios, revistas- totalmente cartelizada detrás del mensaje único. Movimientos y organizaciones sociales, prensa popular, incluso funcionarios del servicio exterior venezolano siguen preocupados por la falta de una información oportuna y veraz, que impida la imposición de esas matrices terroristas.

Incluso el director del Centro de Paz y Justicia de Estados Unidos, Tom Hayden, manifestó su preocupación por la desinformación sobre la violencia que han desatado en Venezuela grupos fascistas y criticó a la prensa internacional por no mostrar una versión clara de los hechos: “Pienso que los medios de comunicación han actuado para confundir las noticias y no favorecer a Venezuela, porque no muestran información sobre lo que ocurre, y por eso los estadounidenses no han emitido una opinión clara”.

La ofensiva del terror mediático es de temer: Andiarios agrupa a 53 periódicos en Colombia; Grupo Diarios de América está compuesto por once diarios del continente y el grupo Periódicos Asociados Latinoamericanos está conformado por 18 grupos editoriales de once países de la región. Es prácticamente toda la artillería mediática de la derecha -a la que hay que sumar sus redes en cada país- en ataque coordinado, cartelizado.

Sin tapujos, Nora Sanín, que dirige la asociación de prensa Andiarios y lidera esta campaña, señaló a la revista colombiana Semana: “Nosotros estamos haciendo política. Y está bien que la hagamos, pues nuestra causa es defender un derecho universal: la libertad de expresión”.

Los think tanks y agencias publicitarias contratadas para el golpe contra el presidente Nicolás Maduro, con apoyo de ONGs ultraderechistas como Optor -un seudomovimiento juvenil que surgió en Serbia, asesorado, entrenado y financiado por EE.UU.-, pusieron en marcha una campaña con fotos de grupos de opositores formando la palabra SOS. La campaña, es ampliamente difundida por las trasnacionales de la información (CNN y Fox News en EE.UU., El PaísABC y La Vanguardia en España; y el Grupo Diarios de América en nuestra región), y sirve para alimentar desde el exterior a las “guarimbas”, de forma de golpear la economía venezolana, acentuar el desabastecimiento y atentar contra los servicios públicos. Es herramienta para la consolidación mediática de un imaginario colectivo de violencia, enfrentamiento e ingobernabilidad, mientras trata de generar cansancio, desasosiego y zozobra en la población venezolana.

La campaña SOS apuesta a los años de alienación, banalización de la política y colonización cultural que se han acumulado en la subjetividad de la población, y es un llamado para una invasión y la injerencia extranjera.

Pero hay un nuevo elemento en este intento golpista, del que no habla la prensa cartelizada ni la derecha: la violencia contrarrevolucionaria que puso en evidencia el notorio accionar de paramilitares colombianos en los Estados fronterizos (Táchira, Mérida, Zulia, Apure) y su sanguinaria aparición en las calles de Caracas, sumándose a la violencia callejera avivada por los sectores de la burguesía. Paramilitarismo y contrarrevolución armada, si bien resumen estrategias pro imperiales y reaccionarias, se mueven en escenarios particulares. El primero desde el poder constituido, y el segundo en contra del nuevo poder revolucionario.

Al entrar a operar en el espacio venezolano, el paramilitarismo colombiano sufre una mutación para convertirse en punta de lanza en la constitución de una fuerza mercenaria contrarrevolucionaria. No se trata solo de reorientar mano de obra desocupada, sino que es una pieza importante en el diseño desestabilizador promovido por el imperio. Pero de esto casi no se habla.

Quizá valga la pena recordar el sermón del pastor luterano Martín Niemöller en 1946 (frase atribuida erróneamente a Bertolt Brecht): “Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.

Primero fueron por Jacobo Arbenz, Salvador Allende, Juan Velasco Alvarado, Omar Torrijos y Joao Goulart, entre otros. Luego vinieron por Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Manuel Zelaya, Fernando Lugo, Néstor y Cristina Kirchner, y también por la renta petrolera y Nicolás Maduro.
 Y nosotros, ¿tan callando? Tan desunidos para la acción, inundados por consignas, declaraciones (que nadie lee y otros archivan en sus bases de datos), lamentos, denuncias... inmovilismo.
A.A.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 800, 21 de marzo, 2014)

viernes, 14 de marzo de 2014

"El periodismo tiene que ser independiente y situarse al lado de las víctimas": conclusiones del encuentro ‘El periodismo como herramienta de denuncia universal’




En el marco del XV Congreso de Periodismo Digital de Huesca, Oxfam Intermón junto a la Fundación García Marquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, organizó un seminario con la participación de profesionales de Latinoamérica y España. Foto: Pablo Tosco/Oxfam Intermón
El encuentro "El periodismo como herramienta de denuncia universal", realizado en Huesca los días 10 y 11 de marzo en el marco del XV Congreso de Periodismo Digital, ha dado lugar a una serie de conclusiones que incluyen bases éticas sobre las que el periodista debe realizar su trabajo, así como propuestas concretas para mejorar la independencia económica y la sostenibilidad de los medios.
En este encuentro de periodismo comprometido, convocado por la FNPI e Oxman Intermón, estuvo coordinado por Olga Lucía Lozano, fundadora de La Silla Vacía y Gumersindo Lafuente, precursor del periodismo digital de habla hispana y fundador de Por causa.org. En los debates participaron periodistas de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador, España, Guatemala, Panamá, México y Paraguay. 
Estas son algunas de algunas de las conclusiones y recomendaciones acordardas por los participantes de las jornadas de reflexión y discusión, las cuales pretenden ser la base para avanzar en nuevos sistemas de trabajo y enfoques dentro de un periodismo de calidad que ponga el énfasis en las personas:
· Luchar contra la corrupción transparente, la menos evidente pero más poderosa. Bucear en los universos paralelos del poder. Poner el punto de mira no sólo en personas y empresas, también fijarse en los problemas sistémicos de las sociedades.
· Encontrar fórmulas de financiación de las investigaciones periodísticas que no dependan exclusivamente de la publicidad, un ingreso hoy de fácil manipulación por parte de los poderes económicos y políticos. Buscar nuevos caminos a través de una investigación sistemática para lograr organizaciones periodísticas eficientes y sostenibles.
· Utilizar el periodismo de datos como una fuente poderosa de historias relevantes. Profundizando en su uso, colaborando con desarrolladores y visualizadores para obtener todo su potencial y acercarlo de una manera útil a las audiencias.
· Organizar un sistema que permita compartir las historias o experiencias de éxito para que puedan ser aprovechadas por cualquier medio.
· Buscar nuevas audiencias a través de la creación de formatos atractivos basados en las habilidades tecnológicas y en el uso intensivo de las estrategias de viralización de la información.
· Fomentar una participación activa de los ciudadanos y establecer una conversación creativa que alimente y mejore el trabajo periodístico.
· Impulsar la creación de laboratorios de estudio y experimentación en colaboración con universidades en los que se analicen experiencias y se proyecten herramientas útiles para que el periodismo comprometido llegue a las audiencias crecientes que acceden a la información a través de los nuevos dispositivos móviles.
· Fortalecer todos los mecanismos que ayuden a proteger a los periodistas que trabajan en zonas de riesgo y que sufren constantes amenazas que no solo ponen en peligro su independencia, también en muchos casos su propia vida.
Más información sobre el proyecto Periodismo Comprometido: http://www.oxfamintermon.org/es/campanas/proyectos/pcomprometido

la influencia y las motivaciones de la manipulación informativa


¡Qué fallo!
                                por Guillermo Rodríguez Rivera

Las verdaderas revoluciones son siempre difíciles. Che Guevara sabía algo de eso y decía que, en las verdaderas, se vence o se muere, porque una revolución no es una tranquila, pacífica obra de beneficencia, como cuando las encopetadas damas de la alta sociedad salen a hacerle caridad a los que no tienen justicia.

Una revolución es un vuelco, una ruptura, un abrupto cambio de perspectiva. Es cuando los oprimidos dejan de creer en que los que mandan –los que los oprimen– tienen la verdad de su lado, y piensan que el mundo puede ser diferente de como ha sido hasta entonces.

Pero claro que los opresores no se resignan a abandonar sus posiciones de dominio y luchan a vida o muerte por ellas, aunque aparentemente, los “otros” sean sus connacionales: enseguida se enajenan de la mayoría del pueblo, porque las revoluciones –no los golpes de estado– siempre son obra de la mayoría.

En un respetuoso diálogo con el presidente venezolano aunque no tanto con sí mismo, el cantautor Rubén Blades, hace años uno de los abanderados de la canción social en América Latina, expone su concepto de revolución:

            Para mí, la verdadera revolución social
            es la que entrega mejor calidad de vida a
            todos, la que satisface las necesidades
            de la especie humana, incluida la necesidad
            de ser reconocidos y de llegar al estadio
            de auto-realización, la que entrega oportunidad
            sin esperar servidumbre en cambio.
            Eso, desafortunadamente, no ha ocurrido
            todavía con ninguna revolución[1].

Ni va a ocurrir en ninguna revolución verdadera, Rubén. No era sino la voluntad de mejorar la calidad de vida de la gente lo que inspiró la Reforma Agraria cubana, que entregó parcelas a miles de campesinos sin tierra y, esencial para procurar mejor calidad de vida, fue la alfabetización cubana de 1961, porque no hay autorrealización sin saber leer– pero enseguida llegaron la invasión de Bahía de Cochinos y el bloqueo económico que es repudiado cada año en la ONU, aunque acaba de cumplir 52.

Me fascina esa idea de que una revolución social “satisface las necesidades de la especie humana”, y claro que eso solo lo hace una revolución cuando se la ve históricamente: no habría democracia ni derechos humanos sin la prédica de los iluministas: sin Voltaire, Montesquieu, Rousseau, pero los que llevaron adelante esas ideas en la práctica social, los que las impusieron como “necesidades de la especie humana” –Danton, Marat, Robespierre , porque las monarquías gobernaban por derecho divino– guillotinaron a la aristocracia francesa que se rebeló contra ellas, la aristocracia que ahogaba en sufrimientos, en miseria los derechos de los sans culottes, acaso los que Evita Perón llamó en su momento “los descamisados” y Martí “los pobres de la tierra”. 

El tiempo ha pasado, nos recuerda Blades, pero los derechistas venezolanos llaman “los tierrúos” a esos pobres sin zapatos que ellos explotan en el siglo XXI. Es imposible que una revolución haga felices a los dos grupos, porque la revolución va a dar justicia, y hacer justicia no es una fiesta de cumpleaños.

Es decir que nunca ha habido una revolución social como entiende Blades que debe ser. ¿Será que él no sabe lo que es una revolución social? Según se deduce de lo que escribe, no lo la sido ni la inglesa, ni la francesa, ni la rusa, ni la mexicana, ni mucho menos la cubana que lideró Fidel Castro. Presumo que tampoco la venezolana de hace doscientos años, pese a que Blades escribe de esa Venezuela que ama como “el pueblo de Bolívar”. Y ¿qué hizo el Libertador? ¿Una tranquila y plácida obra de bienestar social? No gritó Patria o Muerte, sino que firmó un decreto de guerra a muerte para los enemigos de la patria, que eran los de la revolución.

Blades no sólo lo proclama ahora en esa respuesta a Maduro, sino que lo cantaba en sus canciones latinoamericanistas: “de una raza unida, la que Bolívar soñó”. Entonces, ¿el intento de realizar el sueño de Bolívar no es el proceso integrador que emprendió Chávez, y que enfrenta a un imperio que nos quiere divididos, sino que únicamente servirá para mover el culo bailando salsa? Y cantar a voz en cuello: “A to’a la gente allá en los Cerritos que hay en Caracas protégela”. A “to’a esa gente” la protegen, además de María Lionza, los médicos de Barrio Adentro, porque esos que gritan y agreden en las calles no se ocuparon jamás de la salud de los venezolanos humildes.

Tal vez fue María Lionza la que los mandó a bajar de los Cerritos, cuando el golpe de estado de abril de 2002, para sitiar el ocupado palacio de Miraflores y exigir el regreso del presidente que habían elegido.  No te dejes confundir, Blades, “busca el fondo y su razón”, y trata de entender las revoluciones de la historia, no las que soñamos para tranquilizarnos.

Para Blades, el programa político del chavismo “obviamente no es aceptado por la mayoría de la población”. Lo que quiere decir que la mayoría que eligió a Maduro, no lo es.  Blades ignora las 18 elecciones ganadas por el chavismo y el casi 60% de votantes que el PSUV obtuvo en las elecciones de diciembre que la derecha dijo que sería un plebiscito– y declara mayoría a los representantes de la vieja derecha derrocada por Pablo Pueblo, porque ese hombre –nos recordó Neruda  despierta cada doscientos años, con Bolívar.

Me recuerdo a mí mismo, en los años setenta, en el antiguo apartamento de Silvio Rodríguez, con su puerta negra en la que había golpeado el mundo, descubriendo los primeros trabajos de Rubén Blades con la orquesta de Willy Colón. Nos encantábamos de encontrar una salsa patriótica, “La maleta”, aunque sabíamos que no eran ideas unánimes entre los latinoamericanos. Ninguna idea hondamente renovadora consigue apoyo unánime, al menos cuando aparece: el poder establecido –eso que los norteamericanos llaman stablishment tiene muchos resortes, muchas maneras de “convencer”, de imponer sus intereses, y sabe que son pocos los que no ceden ante ellos.

Una cosa es cantar y otra vivir lo que se canta, y cantarlo en todas partes. Tengo vivo el recuerdo de ese extraordinario salsero que es Oscar D’Leòn, cantándole, en los años ochenta, a un público cubano que lo adoraba, que llenaba un coliseo de 15 mil localidades para escucharlo y cantar con él. Lo recuerdo feliz, arrojándose al suelo del aeropuerto de La Habana para besar la tierra de la isla al partir y, a las semanas, lo vi abjurando de su viaje a Cuba, cuando los magnates del disco en el Miami contrarrevolucionario, lo acusaron de comunista por cantar en La Habana, y amenazaron con cerrarle todas sus puertas, que eran también las más lucrativas de su realización como artista.

Oscar sabía que esa derecha, esa burguesía –y mucho menos el poder imperial que tenían detrás– no bromeaban: a Benny Moré, que era el mejor cantante de América Latina, la RCA Víctor no le grabó un disco más cuando decidió quedarse a vivir y a cantar en la Cuba revolucionaria.

Todo me lo explico, pero tengo la tristeza de que ya no podré escuchar a Rubén Blades como ese cantor de nuestra América que quiso ser. 




[1] Respuesta de Rubén Blades a Nicolás Maduro.


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Con Paco y Leo, agosto de 2012


Al leer el título de la nota del querido profesor sonreí. Hacía mucho que no recordaba Plástico.
Luego me concentré en sus palabras, que no tienen desperdicio.
Será redundancia, pero ¡ qué claridad de conceptos y qué forma de expresarlos!

Dice el periodista Alberto Grille:
"En Venezuela hay un montón de universidades, públicas y privadas. Cuando asumió Chávez, en 1999, en Venezuela había 643 mil estudiantes universitarios. En la actualidad el número alcanza casi 2 millones 620 mil estudiantes, es decir más de cuatro veces la cantidad de estudiantes que había al inicio de la Revolución Bolivariana, lo que transforma a Venezuela en el país con mayor crecimiento de matrícula universitaria en todo el mundo y por lejos. Durante los 15 años que lleva el chavismo en el gobierno, el estado venezolano creó 15 Universidades, al ritmo de una por año, duplicando la cantidad de institutos de educación superior públicos que habían creado a la lo largo de toda la historia de ese país, desde la fundación de la UCV en 1721".

Y agrega la comunicadora Alejandra Casablanca:

¿Cuántos universitarios y de qué universidades iniciaron las movilizaciones de las que se adueñó Leopoldo López? ¿Cuáles eran los reclamos de esos universitarios?
Buscando informaciones al menos documentadas y algunos análisis de gente seria que se hace preguntas en voz alta, comparto esto:
¿Por qué se dice que en Venezuela se sufre tan grave falta de alimentos que justifica destrozos e incendios, si fue uno de los cuatro países con menos hambre de América Latina en 2012 (de acuerdo con FAO y OMS), esto es inferior al 5%?
¿Por qué no hay peores desmanes en un país como Colombia (ese que es el ejemplo de democracia perfecta para Leopoldo López y la oposición venezolana), en el cual el 12.6% de la población pasa hambre, es decir casi el triple que en Venezuela?

¿Por qué si las causas de los destrozos, incendios y manifestaciones es la escasez de productos básicos, se observan acciones de tipo político y no puebladas y saqueos de supermercados y almacenes, que es lo normal y esperable cuando de carencia generalizada se trata?

¿Por qué tanta violencia por supuesta “ausencia” o falta de acceso a comida si The Economist publicaba esta semana que la escasez sólo ha afectado a un 28% de los productos?

¿Por qué el epicentro de las protestas por la “escasez” es Plaza Altamira, en el barrio de las clases más acomodadas? Para dejarlo claro y sin ofender a nadie: es como si el centro de las movilizaciones por comida, etc, etc, se diera hoy, acá en Montevideo en la avenida Arocena o viniendo un poco más acá en poder adquisitivo en la plaza Gomensoro.

¿Por qué Unesco reconoce a Venezuela como el quinto país con mayor matrícula universitaria del mundo, que ha crecido en más de un 800%, siendo alrededor del 75% educación superior pública, y sin embargo no se conoce una sola lucha del “movimiento estudiantil” como las levantadas por el ejemplo que ponen: el movimiento estudiantil chileno y sus demandas.

Dejo las elecciones anteriores, esas que tenían a Chávez como centro de todo ¿Por qué si los bolivarianos han ganado las elecciones de 2013, incluidas las municipales de diciembre pasado cuando obtuvieron el 55% de los votos y el 76% de las alcaldías, se habla de que el oficialismo es hoy “minoría"? ¿Por qué se propone su renuncia como salida a “la crisis” o un referéndum revocatorio, fuera de todos los plazos y procedimientos legalmente establecidos para ello en la Constitución?"


Cynthia García dijo...

Que no nos asombre Venezuela. Ayer nomás pasó en Honduras y en Paraguay. Que no se nos ponga tan rápido la piel de gallina por las palabras de Maduro y la quita de las credenciales a los/las corresponsales de CNN sin antes preguntarnos por la influencia y las motivaciones de la manipulación informativa que ejerce esa mirada de latinoamerica vista desde los Estados Unidos.

Preguntémonos mejor por las condiciones en las que los gobiernos populares de la región tratan de sostener estas democracias, a quiénes se enfrentan, qué rol juegan las grandes empresas de medios. La posibilidad de la pregunta supone un reconocimiento del otro. La pregunta abre los canales para que el otro devuelva su parte de la realidad. Si no hay pregunta, es porque el reconocimiento en el otro está negado con la idea de que la política es mala.

La pregunta y su respuesta podrían revelar que la decisión de las mayorías populares, que solo cuentan con su voto y no tienen posibilidad de influir en la agenda de los medios, no importa a estos intereses.

Por eso no preguntan los que no quieren preguntar.


para leer más Los que no quieren preguntar

http://tinyurl.com/nb4dt2q

Diario Registrado, lunes 24 de febrero de 2014