Congreso FEPALC 2010: El Futuro del Periodismo en América Latina y el Caribe
La Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe, FEPALC, anuncia la realización de su Congreso Regional 2010, del 2 - 5 de Noviembre, en Santo Domingo, República Dominicana. Este año la temática central es El Futuro del Periodismo en América Latina y el Caribe.
En el marco del Congreso, será llevada a cabo la Conferencia de DDHH, evento organizado en coordinación con la Oficina Regional de la Federación Internacional de Periodistas, FIP, que reunirá a líderes de sindicatos de periodistas de diez y seis países entorno a discusiones sobre estrategias y esfuerzos para afrontar la crisis actual en la industria y defender la libertad de prensa, condiciones laborales justas e información de calidad. Es una oportunidad para definir pasos importantes con el fin de avanzar en la construcción de capacidades que posibiliten a nuestra organización responder a las preocupaciones, necesidades y expectativas de nuestros miembros.
En la actualidad, la FEPALC representa a 57.000 periodistas en 13 países de la región. Su Congreso Regional es el escenario para compartir experiencias y brindar planteamientos que apuntan a consolidar la solidaridad y unidad sindical para hacer que el periodismo esté al servicio de la democracia, diversidad y derechos humanos. Siga el desarrollo de la conferencia vía twitter @fepalc
http://www.fepalc.org/
Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe
Santo Domingo, 3-4 de noviembre de 2010
Lugar: Aula Magna de la Universidad Autónoma de Santo Domingo
Entrada Libre
EL FUTURO DEL PERIODISMO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
Una propuesta desde los Derechos Humanos
3 de noviembre
19:00 horas Ceremonia de Apertura
Olivo de León
Secretario General SNTP de República Dominicana
Celso Schroder
Presidente de la FEPALC
Jim Boumelha
Presidente de la FIP
Younouss M'Jahed
Vicepresidente Senior de la Federación Internacional de Periodistas
Gustavo Granero
Vicepresidente de la FIP
Omar Faruk
Presidente de la Federación Africana de Periodistas
19:30 horas Conferencia inaugural
Derecho a la información y libertad de expresión en América Latina
Damián Loreti (Argentina)
Modera: Marco Ruiz (Venezuela)
Sesión de Preguntas
20:30 horas Brindis inaugural
4 de noviembre
9:00 horas Estrategias para afrontar la crisis de Derechos Humanos
Políticas de la Federación Internacional de Periodistas
Jim Boumelha
Crisis en Somalia y estrategias de la Federación Africana de Periodistas
Omar Faruk
Situación en Gaza
Younes Mjahed
Situación de los derechos humanos en la región y estrategias regionales de la FEPALC
Zuliana Lainez
Modera: Olivo de León (República Dominicana)
Sesión de Preguntas
10:00 horas El Sistema Interamericano de Derechos Humanos. La CIDH, mecanismos de denuncias y obtención de medidas de protección a periodistas.
Carlos Correa (Venezuela)
Modera: Domingo Vargas (Chile)
Sesión de Preguntas
10:40 horas Casos México y Honduras
Situación en México, relato y análisis del SNRP
Isaac Olmedo
Situación en Honduras
Juan Carlos Contreras
Retos del sindicalismo hondureño
Alma Luz Rodezno
Modera: Zuliana Lainez (Perú)
Sesión de Preguntas
11:40 horas Café
12:00 horas Democratización de las comunicaciones
Campaña en Paraguay
Vicente Páez
CONFECOM en Brasil
Celso Schroder
Ley de Telecomunicaciones, Radiodifusión en Uruguay
Luis Curbelo
Ley de Servicios de Medios Audiovisuales en Argentina
Gustavo Granero
Modera: José Insaurralde (Argentina)
Sesión de Preguntas
13:00 horas Almuerzo
15:00 horas Condiciones laborales del mensajero
Osvaldo Zayas - Paraguay
Domingo Vargas - Chile
Glemis Mogollón – Colombia
Sergio Fernández – Costa Rica
Modera: Beth Costa (Brasil)
Sesión de Preguntas
16:00 horas Situación de la mujer periodista en la región
Beth Costa – América Latina
Analía Freund - Argentina
Modera: Glemis Mogollón (Colombia)
Sesión de Preguntas
17:00 horas Café
17:30 horas Periodismo investigativo en extinción
Claudia Julieta Duque - Caso Colombia
Marcos Ruiz - Caso Venezuela
Emely Pineda- Caso El Salvador
Victor Hugo Ordoñez - Caso Bolivia
Modera: Luis Curbelo (Uruguay)
Sesión de Preguntas
18:30 horas Situación en República Dominicana
Olivo de León
Representantes del gremio, periodistas u otras organizaciones, centrales sindicales
Modera: Sergio Fernández (Costa Rica)
Sesión de Preguntas
19:30 horas Declaración de Santo Domingo
20:00 horas Clausura
Nuestro objetivo es la integración de los/as periodistas de América Latina en defensa de la Democracia, la Libertad y el Derecho a la Información, el libre y seguro ejercicio de la actividade periodística y el pleno ejercicio y garantia de los Derechos Humanos.
miércoles, 27 de octubre de 2010
EL FUTURO DEL PERIODISMO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
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martes, 12 de octubre de 2010
Lecciones para ser buen periodista
Carl Bernstein advierte que el objetivo del periodismo debe ser siempre la búsqueda de la verdad
Ahora que tanto se debate sobre cuáles deben ser las cualidades que se le deben exigir a todo periodista (especialmente ante los retos que nos ha traído la era digital), el veterano periodista estadounidense Carl Bernstein no duda en apelar a los valores humanos o éticos como seña de identidad del buen profesional. Y lo ha hecho durante una interesante entrevista en Big Think.
Bernstein, que junto a Bob Woodward destapó el escándalo del Watergate, asegura que la esencia del periodismo, que debe ser la que guíe a todo buen profesional, es buscar la verdad y contarla sin «manufacturas» ni sensacionalismos, algo a lo que, a su juicio, se recurre con frecuencia actualmente: «Muchos reporteros corren con sus micrófonos en la cara de la gente para conseguir declaraciones a través de las que generan controversias». Sin embargo, ese no es el objetivo del reportaje, del periodismo, que es -asegura- «iluminar la realidad, la verdad, esto es, ¿qué está pasando a nuestro alrededor?».
Para Bernstein, el buen periodista es el que sabe escuchar. El que busca la verdad sin polémicas y que trata de dar contexto. Estas son, según él, las principales características que deben acompañar al profesional. En la entrevista, la legendaria figura del periodismo afirma que es preciso dar a los lectores la oportunidad de hablar y de que respondan a las preguntas que el periodista se plantea especialmente cuando está investigando y tratando de llegar a la verdad, a lo importante del asunto. Y vuelve a recurrir a los valores éticos del periodista como esencia de su trabajo, pues, como remarca, un reportero puede hacer mucho daño a la gente y debe tener especial cuidado.
El periodista se muestra preocupado por el estado actual del periodismo de investigación, si bien destaca el excelente trabajo que realizan en este campo periódicos como «The New York Times», «The Washington Post» y «The Wall Street Journal» a la hora de destapar los secretos que acallan los poderes públicos.
Preguntado sobre si los medios de hoy hubieran destapado el caso del Watergate, Bernstein, que se atreve a sentenciar que «la edad de oro del periodismo de investigación nunca existió», apunta que está convencido de que algunas organizaciones de noticias con el mismo tipo de información con la que contaban él y su compañero Bob Woodward sobre esta historia sí lo publicarían. Pero, más allá de este planteamiento, su respuesta se torna en pregunta cuando se refiere a los lectores: ¿cómo responderían hoy los lectores y cómo lo haría también el sistema político?. «En aquel momento el sistema estadounidense funcionó», asevera, pero no tiene tan claro que hoy ocurriría lo mismo.
http://www.abc.es/20100811/medios-redes/carl-bernstein-periodista-201008111143.html
Ahora que tanto se debate sobre cuáles deben ser las cualidades que se le deben exigir a todo periodista (especialmente ante los retos que nos ha traído la era digital), el veterano periodista estadounidense Carl Bernstein no duda en apelar a los valores humanos o éticos como seña de identidad del buen profesional. Y lo ha hecho durante una interesante entrevista en Big Think.
Bernstein, que junto a Bob Woodward destapó el escándalo del Watergate, asegura que la esencia del periodismo, que debe ser la que guíe a todo buen profesional, es buscar la verdad y contarla sin «manufacturas» ni sensacionalismos, algo a lo que, a su juicio, se recurre con frecuencia actualmente: «Muchos reporteros corren con sus micrófonos en la cara de la gente para conseguir declaraciones a través de las que generan controversias». Sin embargo, ese no es el objetivo del reportaje, del periodismo, que es -asegura- «iluminar la realidad, la verdad, esto es, ¿qué está pasando a nuestro alrededor?».
Para Bernstein, el buen periodista es el que sabe escuchar. El que busca la verdad sin polémicas y que trata de dar contexto. Estas son, según él, las principales características que deben acompañar al profesional. En la entrevista, la legendaria figura del periodismo afirma que es preciso dar a los lectores la oportunidad de hablar y de que respondan a las preguntas que el periodista se plantea especialmente cuando está investigando y tratando de llegar a la verdad, a lo importante del asunto. Y vuelve a recurrir a los valores éticos del periodista como esencia de su trabajo, pues, como remarca, un reportero puede hacer mucho daño a la gente y debe tener especial cuidado.
El periodista se muestra preocupado por el estado actual del periodismo de investigación, si bien destaca el excelente trabajo que realizan en este campo periódicos como «The New York Times», «The Washington Post» y «The Wall Street Journal» a la hora de destapar los secretos que acallan los poderes públicos.
Preguntado sobre si los medios de hoy hubieran destapado el caso del Watergate, Bernstein, que se atreve a sentenciar que «la edad de oro del periodismo de investigación nunca existió», apunta que está convencido de que algunas organizaciones de noticias con el mismo tipo de información con la que contaban él y su compañero Bob Woodward sobre esta historia sí lo publicarían. Pero, más allá de este planteamiento, su respuesta se torna en pregunta cuando se refiere a los lectores: ¿cómo responderían hoy los lectores y cómo lo haría también el sistema político?. «En aquel momento el sistema estadounidense funcionó», asevera, pero no tiene tan claro que hoy ocurriría lo mismo.
http://www.abc.es/20100811/medios-redes/carl-bernstein-periodista-201008111143.html
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Lecciones para ser buen periodista
Entrevista a Fidel Castro
Por Vanessa Davies, Andrés Izarra, Walter Martínez y Mario Silva
periodistas venezolanos: Vanessa Davies, Andrés Izarra, Walter Martínez y Mario Silva, el 8 de agosto de 2010 (Versiones Taquigráficas- Consejo de Estado)
Vanessa Davies.
— Saludamos al pueblo de Venezuela, al pueblo de Cuba y al pueblo de América Latina que nos va a acompañar a partir de este momento.
El Comandante Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana y líder continental ha hecho algunas reflexiones y algunas advertencias sobre la posibilidad de un holocausto nuclear. Hoy tendremos la oportunidad de compartir sus planteamientos y sus propuestas. Esta va a ser una conversación a varias manos, porque también estarán presentes, estarán participando: Andrés Izarra, presidente de Telesur; Walter Martínez, productor, moderador, conductor del programa Dossier, trasmitido por Telesur y por Venezolana de Televisión, y Mario Silva, también productor, moderador, conductor del programa La Hojilla, trasmitido por Venezolana de Televisión.
Comandante, muchísimas gracias por la invitación y por esta oportunidad.
Comandante, usted ayer planteaba en la sesión especial del Parlamento cubano que usted quería persuadir al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para que no diera la orden que daría el inicio, daría el pie a una guerra nuclear. ¿Por qué usted piensa que Barack Obama escucharía la voz de un líder latinoamericano para evitar un conflicto mundial?
Fidel Castro
—Yo no hablé como un líder latinoamericano, hablé como un representante
de nuestro país que ha estado insistiendo en ese problema, y, sobre todo, que ha estado meditando mucho, mucho, mucho sobre ese problema, algo que quizás mi situación de persona que ha estado luchando por la salud ha tenido oportunidad de hacer, pues es muy difícil que alguien, un presidente en funciones, un líder de cualquier país en funciones, que debe atender tantas cosas, pueda dedicar el tiempo que yo he dedicado a pensar en este problema. En muchos problemas he pensado, desde luego, pero este es el problema que tiene la máxima prioridad. Como expliqué en el mensaje a la Asamblea, esto surgió hace un mes y un día o dos, la gran preocupación; pero inicialmente era un poco más pesimista. A pesar de todo, pensaba que debía hacerse un esfuerzo si existía alguna posibilidad de supervivencia, y yo creía que la habría, especialmente en América Latina y el Caribe, que no amenazan a nadie, no poseen armas nucleares ni se supone que haya proyectiles apuntando hacia Rusia o hacia China. Tiene algunas bases, bueno, allí está una base cerca de Venezuela, la de los holandeses, ¿no? La de Colombia tiene aviones, no tiene armas nucleares, no hay un portaaviones parqueado allí, cuando vaya a Cartagena un portaaviones, puede correr un riesgo; pero creo que tiene que ser una casualidad, en primer lugar, y siempre habrá otros objetivos prioritarios, en el caso hipotético, que yo veo muy real, desde luego, de guerra nuclear. No creo que haya otra zona del mundo con las mismas condiciones de poca peligrosidad como potencial agresor que esta región del mundo.
Vanessa Davies.—Usted plantea que era menos optimista hace una semana y que ahora es más optimista ante la posibilidad de que Obama no dé la orden, ¿por qué?
Fidel Castro.—Sí, correcto, y yo te agradezco mucho que me interrumpas cada vez que quieras.
Vanessa Davies.—Gracias.
Fidel Castro.—Sí, era más pesimista. Después seguí pensando y llegué a una conclusión que, a mi juicio, es muy buena, es todo lo contrario: vi la posibilidad de que se salvara la paz, que se evitara la guerra nuclear, además, que es lo más importante, tú puedes ayudar a salvar la paz hoy, aunque dentro de un mes vuelva el peligro de guerra.
Yo dije, ¿cuáles son los mecanismos mediante los cuales se desata esta guerra nuclear?
Entonces es cuando comprendí que tiene que pasar por la decisión de un hombre, cuyo poder es muy relativo por muchas razones. Hay un enorme aparato militar sin el cual no puede existir el imperio, ese aparato militar ha ido cambiando, allí y en Rusia; en un momento dado, hace decenas de años y durante bastante tiempo, existía ya ese famoso maletín nuclear. Uno tiene derecho a preguntarse, bueno, ¿y para qué sirve ahora ese maletín? Se supone que el hombre razona bien, es perfecto, es brillante, es inteligente, no enloqueció, no bebió, es un hombre austero, consagrado por entero, que anda con su maletín listo para lanzar una bombita, otra, una respuesta aquí y así. Eso fue en un tiempo, y realmente no fue bien aprovechado, por poco se equivoca en los días de la Crisis de Octubre sobre todo, porque hay, desde luego, en las circunstancias de Cuba una experiencia. No es un grupo de aficionados que empiezan a hablar de problemas nucleares, sino hablamos desde un país que estuvo a punto de ser blanco de no se sabe cuántas armas nucleares, y estuvimos resignados, sin que por ello pretendiéramos ser más valientes que otros. Sencillamente era un sentimiento patriótico,
un sentimiento de dignidad nacional, fortalecido por una idea revolucionaria, por una lucha dura, en la cual habíamos puesto todas nuestras energías, en una situación de la
que fue muy consciente, no queríamos tales proyectiles aquí, nunca lo habríamos deseado, porque preferíamos mantener nuestra imagen de país que no era base militar
de nadie, y porque estimábamos que no hacía falta para que se nos ofreciera una
garantía, y suscribimos aquel acuerdo únicamente por espíritu internacionalista. No desearía tener que repetir la historia de cómo se llegó a aquella situación; pero por aquellos días tampoco Israel era potencia nuclear, eran potencias nucleares Gran Bretaña y Francia, aliadas de Estados Unidos, y la URSS —la República Popular China ni siquiera estaba reconocida en Naciones Unidas—, y entre aquellas potencias había una rivalidad muy grande, nacida de las dos bombas que en días infaustos, que se corresponden con fechas muy recientes, el día 6 nada menos, lanzaron la primera bomba nuclear sobre Hiroshima, y había una terrible competencia aérea, un área en la que tenía completa superioridad Estados Unidos; coheterilmente ocupaba un segundo lugar, en ella tenían superioridad los rusos; el arma nuclear se volvió arma termonuclear, que multiplicó su potencial destructivo. Cuando ingleses y franceses apoyando a Israel atacaron a Egipto, bajo la dirección de Nasser que nacionalizó Suez, los británicos y los franceses que habían sido los dueños de todo aquel territorio en la época colonial, no admitían eso. Francia había tenido nada más que el Líbano; Reino Unido, o Gran Bretaña, como quieran llamarla, tenía todo lo demás, incluido Iraq. Ustedes saben, bueno, la historia se conoce, cómo los romanos expulsaron a los judíos, como les llamaban, y estuvieron 2 000 años, como consecuencia de las propias demandas, entre ellas de Rusia, y una serie de factores históricos, estaban buscando un hogar; pero en 2 000 años allí se había establecido otra población, que incluso estaba desde antes.
Bueno, la población que hay en nuestro país, desgraciadamente, no es la indígena, es la
española, que se estableció hace 500 años.
Vanessa Davies.—Comandante, pero no nos ha dicho por qué es optimista ahora con
respecto a Estados Unidos, a la posibilidad de que no se dé la orden para una bomba
nuclear.
Fidel Castro.—Ah, muy bien, tienes razón, Vanessa, me alegro mucho que me
interrumpas. Fíjate, soy optimista por el mecanismo que te expliqué, trataba de explicarte que finalmente un hombre tiene que tomar la decisión, y ese hombre no es un Nixon, que era cínico; no es un ignorante terrible, como era Reagan; no es un imbécil loco, como es el señor Bush; no es un hipócrita consumado, como el padre de este caballero —yo podría citarlos a casi todos. Tampoco era, desde luego, un Roosevelt, ni era un Carter, dos hombres muy diferentes; pero en este caso uno mejor que los dos, en un sentido, ¡en un sentido!, no te voy a hablar de un sentido ético, sino vamos a llamarlo un caso de excepción, un hombre negro que llega a la presidencia de Estados Unidos, algo nunca visto ni previsto; siempre se consideró que tenía que ser un blanco inteligente, los otros eran descendientes de esclavos, eran africanos, además tenían otras religiones. Tenía que ser blanco y cristiano, sin excepción; bueno, Obama es cristiano, pero de origen africano, de padre musulmán, de un pueblo que es musulmán.
Digo: Se han reunido una serie de características en este hombre: es de origen negro y
es de padres musulmanes, y ha llegado a la presidencia de Estados Unidos como consecuencia de una crisis económica colosal, de una guerra estúpida, en que no hacen
más que llevar cadáveres de Iraq, muchos. Ya se sabe cómo fue aquella guerra, como se decidió, las mentiras, el hombre aquel en el portaaviones hablando de "misión cumplida". Todo eso lo conoce el mundo. En virtud de todos esos factores, incluida la tremenda crisis económica, llega a la presidencia Obama. Si llega a estar otro, la variante probable era la primera que yo concebí, pero al dar la casualidad de que estuviera éste, dije: la variante más probable es que sea la segunda. Porque ahora yo pensaba —me refiero al maletín nuclear—: ¿Para qué sirve el maletín nuclear? El maletín nuclear está de más, el hombre puede tomar la primera decisión, nadie la podría tomar por él, y es él el que la tiene que tomar; pero se trata de un hombre que, indiscutiblemente, no es un asesino, no es un individuo que esté deseándoles el mal a los demás; es político, estudió, tiene una cultura, es un excelente orador, contó con mucha simpatía —la está perdiendo ahora—, hoy ascendía a 44% el apoyo de la opinión pública, está ahí y es el que tendría que apretar el gatillo.
Vanessa Davies.—¿Puede ese hombre imponerse a los intereses del aparato industrialmilitar, Comandante, que quiere que haya guerra?
Fidel Castro.—Ahora me adelanto yo, Vanessa, no necesita imponerse, tiene esa
prerrogativa en la mano... Nadie puede apretar el gatillo por su cuenta, y él es el que
tiene el dedo en ese gatillo, por una vez; entonces está obligado a pensar muy
seriamente qué hace, porque no es un asesino ni mucho menos. Y hay síntomas
evidentes que empiezan a percibirse por parte de sus asesores. Él todavía no se ha dado cuenta de eso, pero uno lo conoce, yo leí el libro Los sueños de mi padre, escrito por él, de cabo a rabo, lo subrayé, volví a verlo, porque quería saber cómo era ese hombre; no había entonces ninguno de estos problemas, pero era un adversario y quería saber cómo era el adversario, lo estudié bien, hasta donde uno puede estudiar a una persona, y no tenía ninguna de esas características que lo convirtieran en un asesino, un tipo que experimentara placer, una especie de Nerón. Las actuales circunstancias obligan a un hombre como Obama a convertirse en un Nerón, que le prende fuego a Roma, la pone a arder; él tendría que poner al mundo a arder, tendría que decidir, en primer lugar, la muerte de cientos de millones de personas; ¡son más!, pero yo dije cientos para no parecer exagerado. Y, además, la primera consecuencia de su orden es que mueren todos los tripulantes de los portaaviones y hunden los barcos de Estados Unidos en la zona, los submarinos los van a hundir pero no van a tener quien los rescate, o los lleve o los recoja cuando salgan a la superficie.
Mario Silva.—Comandante, yo diría, ahora hacia América Latina. Usted decía ahora que a no ser que se estacione un portaaviones en el área del Pacífico, supongo, o en el Caribe, cerca de Colombia, para poder nutrir a las bases de mecanismos como para un ataque; sin embargo, en Costa Rica tenemos a 7 000 marines estacionados, hay un portaaviones y hay tropas allí, ¿no?
Fidel Castro.—Sí.
Mario Silva.—¿Podría ese conflicto girar hacia acá? ¿Podría irse hacia América Latina, caso específico, todos aquellos países en Latinoamérica, caso Venezuela, Ecuador, Bolivia, la misma Cuba?
Fidel Castro.—¿Volver qué?
Mario Silva.—O sea, ¿podría girar ese conflicto hacia acá, no como guerra nuclear pero sí como ataque a los países que están liberándose en América Latina?
Fidel Castro.—¿Ataque con qué armas?
Mario Silva.—Tienen 7 000 marines ahorita estacionados en Costa Rica.
Fidel Castro.—¿Con qué armas?
Mario Silva.—No, no, armas convencionales, no nucleares.
Fidel Castro.—¡Ah!, no, no hay problema.
Mario Silva.—Okey.
Fidel Castro.—La guerra se acaba antes de que lleguen; la guerra se acaba antes, los que van a contar son los proyectiles nucleares que se lancen unos a otros. ¿Qué sentido
tendría que empezasen a hacer una guerra para ocupar Brasilia? Desaparece el poder
antes, desaparece el orden, desaparece todo.
Mario Silva.—Yo no le decía con armas nucleares hacia acá, sino que giraran el conflicto hacia Latinoamérica con armas convencionales.
Fidel Castro.—Pero eso lleva tiempo, ¿cuántos días lleva, Mario? Si envían los
transportadores de tropas, ¿cuántas horas tardan por rápido que vayan? Desembarcar,
tomar posición, ocupar la ciudad, eso únicamente en la situación actual, sin guerra
nuclear, tendría algún sentido. ¿Te das cuenta? En Irán la guerra se vuelve nuclear,
desaparecen todas las causas que originan las intervenciones que conocemos hasta
ahora, Mario.
Vanessa Davies.—¿Irán cambiaría su actitud? Es decir, ¿Irán bajaría la cabeza para
aceptar las sanciones?
Fidel Castro.—Todo el mundo sabe que no.
Vanessa Davies.—¿Israel cambiaría de actitud?
Fidel Castro.—Israel es el único que no trataría de persuadir a Obama de que aguantara la guerra, porque es demasiado soberbio, muy prepotente, y entonces no le va a decir una palabra; lo más probable que haga..., bueno, si tiene tiempo, porque no se sabe lo que va a pasar allí; lo que hizo cuando Port Said, cuando junto a los franceses y a los ingleses atacaron a Nasser, que había nacionalizado el canal; entonces, a pesar de lo soberbios que son, siempre lo fueron, además temerarios pudiera decir..., ya más de una vez lo hicieron. Fue en la época de Cyrus, creo que en el año 70 antes de Cristo que puso cerco a Jerusalén y ordenó la expulsión de los judíos, como les llamaban. De modo que, sin embargo, cuando el incidente de Port Said, Jruschov amenazó con los cohetes, no dijeron nada, ni protestaron, simplemente se retiraron con los otros y habían destruido los aviones egipcios de factura soviética alineados en la pista. Nosotros aprendimos de aquella experiencia y nunca tuvimos los aviones en hilera. Cuando atacaron nuestras bases en Girón, nuestros aviones estaban desperdigados. No era cuestión de tenerlos en hilera. En Egipto, cual si fueran castillos de naipes, los aviones fueron barridos.
Vanessa Davies.—Comandante, para darle la palabra a nuestro compañero Andrés Izarra y a Walter Martínez, quisiera preguntar algo más. Usted plantea que potencias como Rusia y como China —lo dijo ayer— están haciendo lo imposible para evitar la guerra nuclear, y usted dijo que sabía que estaban haciendo gestiones concretas. Quisiéramos que nos contara qué gestiones, qué se está haciendo desde Rusia y desde China para evitar el conflicto nuclear.
Fidel Castro.—Si supiera mucho, no tendría derecho a decirlo. Sé lo que pienso y sé por síntomas concretos qué les preocupa, qué piensan. Es gente que desea la paz más que nadie, y están actuando. Mira, yo te voy a citar un ejemplo. Cuando se dice ahora que Rusia está sufriendo una catástrofe, nadie lo duda, porque es una realidad que la está sufriendo, y están tomando un montón de medidas. Aquí no solo por lo que dice este sitio web Kaosenlared, sino por cosas que sabemos en concreto de la situación allí, que tienen 50 grados de temperatura. Que Moscú está en una situación seria, que el aire es irrespirable. La consigna es abandonar Moscú todo el que pueda, o no salir a la calle nadie.
Andrés Izarra.—Comandante, el rol de Rusia en todo este asunto, Rusia ha sido por su propia influencia sobre Irán, un país sobre el que muchas de las tensiones o la posibilidad de diferirla, ha pivoteado en torno a la acción de Rusia; sin embargo, públicamente ha manifestado, ha tenido posiciones en contra de Irán y la posesión de armas atómicas por parte de Irán, incluso anunciando sanciones. ¿Cómo ve usted esto y cómo ve que puede ser el rol de Rusia ante esta posición un poco ambigua para disuadir un conflicto atómico?
Fidel Castro.—Mira, nada es justo desde el momento en que un grupo de países tiene el arma nuclear y le prohíbe a los demás y no quieren que la tengan, invocan una cosa
importante: que no quieren que haya guerra nuclear, que no quieren que los demás
posean armas nucleares; pero mientras sostienen esa posición, fabrican todas las que
pueden, sin límites, al extremo de que ya tienen, entre las dos grandes potencias, más
de 18 000 armas nucleares; muchos miles sólo en Estados Unidos, estoy dejando un
margen para Francia, para Gran Bretaña, para China, para Paquistán y para la India,
asignándole por supuesto —como se conoce muy bien, y lo saben aquellos que en
Noruega se dedican a esos temas— cientos de armas nucleares que tiene Israel; Estados Unidos contento, aplaudiendo y suministrándoles los aviones más modernos que existen, apoyándolos diplomáticamente, abasteciéndolos con miles de millones de dólares en armas, porque es el mercado que endulza la vida, hace felices al complejo militar industrial que Eisenhower, inocentón, descubrió un día, cuando estaba próximo ya a abandonar la presidencia de la República. Muy inocente, pero preparó la invasioncita a Cuba en Girón y pidió que no dijeran nada. "Jure todo el mundo que no van a decir una palabra." Bueno, todos esos papeles después los publicaron, porque no pueden controlar ni siquiera los secretos. Ya están en esa situación... Otro elemento más demostrativo de que no pueden controlar los secretos. Fíjate que un muchacho de la Inteligencia ha suministrado 240000 documentos al grupo, y ahora lo quieren meter preso, que no pueden publicar eso, y de eso se ríen los otros. Hoy mismo había un cable. ¿Cómo se llama el grupo ese?
Mario Silva.—WikiLeaks.
Fidel Castro.—WikiLeaks, que sí, que sí, que lo van a publicar, todo lo que saben lo van a publicar, y el Pentágono gritando: "No es posible, porque van a hacer un gran daño." Ya no pueden controlar ni los secretos. Entonces, esa es la situación. Se le escapan del control todas las cosas que están haciendo.
Andrés Izarra.—Mirando un poco a la región, y dentro de este juego geopolítico, la
situación entre Cuba y Estados Unidos. Usted ha anunciado la próxima liberación de los Cinco. Quisiéramos saber un poco, que abunde usted en esa dirección...
Fidel Castro.—¿El día, el día que los van a liberar?
Vanessa Davies.—¿Por qué lo dice?
Andrés Izarra.—...si puede usted ahondar en ese anuncio y luego qué significaría. ..
Fidel Castro.—Podemos poner nerviosos a los compañeros, no te digo... vaya, quizás con un error de 72 horas, es un margen; pero a uno no le gusta decirlo, porque se preocupan si uno declara algo de lo que va a pasar, porque pareciera que uno está haciendo el papel de adivino o algo así, y no hay ninguna adivinanza en esto, y por eso yo a la diputada le dije que una semana me parecía demasiado poco tiempo, y diciembre me parecía mucho tiempo. Podíamos decirle muchísimo tiempo, podríamos decirle: Bueno, pues casi tres veces o alrededor del tiempo que se necesita. Ahora deduzcan ustedes lo que prefieran de mis palabras.
Andrés Izarra.—¿Qué significaría eso para la relación Cuba-Estados Unidos? ¿Podríamos entrar en una nueva etapa? ¿Pudiera ser un primer paso para romper el bloqueo...?
Fidel Castro.—¿Nosotros? ¿Para qué? No me preocupo por eso, yo estoy olvidado de eso. ¿Para qué? Únicamente, bueno si venden algo, mientras valga algo... pero esa no es tarea mía. Lo mío es decir las cosas y los acontecimientos para que cada cual decida. Tú debes comprender que los compañeros no son gente que tú los vas a llevar del dedo o de la mano a hacer las cosas, y lo que yo quiero es que piensen, y creo que estamos avanzando muchísimo en eso; pero no solo que piensen los compañeros nuestros, los de ustedes también, es muy bueno que los de ustedes piensen, no solo los compañeros venezolanos, sino que todos los que se reúnen allí piensen. Los que forman parte del ALBA, del MERCOSUR y de todo que piensen, no les pido nada, no critico a nadie, ni siquiera al nuevo Presidente de Colombia, que tiene el mando ahora.
Ayer escuché su discurso muy devotamente, cada palabra que pronunció, más o menos
una hora y diez minutos, hasta la última palabrita. Cada hijo, la señora, yo estaba
contento viendo lo feliz que estaba la señora diciendo que ahora sí. Pareciera que
empieza la historia; pero, bueno, lo escuché todo, y los escuché a todos.
Andrés Izarra.—Una última pregunta, Comandante, antes de pasarle la palabra a Walter, ya que usted menciona el tema de Colombia, y un poco atando lo que dice Mario.
Fidel Castro.—Incidentalme nte, ¿sabe?
Andrés Izarra.—Sin llegar a los puntos de ebullición de dos zonas geopolíticas a que
usted ha hecho referencia, el asunto de las Coreas y el asunto del Medio Oriente.
Recientemente en Suramérica hemos tenido unos niveles de tensión importantes y se ha
destacado en varias oportunidades el rol de Colombia como el Israel de América. Esas
tensiones que se vivieron y que de alguna forma siguen, porque las relaciones entre
Colombia y Venezuela siguen rotas, ¿qué opinión le merece a usted esta situación? ¿Qué análisis hace usted de este rol que está cumpliendo Colombia y de estas tensiones que están surgiendo en Suramérica, a raíz de ese rol de un gobierno militarista, guerrerista que tenemos en la región?
Fidel Castro.—Yo opiné sobre todo eso, lo escribí en las reflexiones.
Andrés Izarra.—Usted tiene un libro sobre eso, incluso.
Fidel Castro.—El libro "La paz en Colombia" fue muy inicialmente, me costaba mucho más trabajo hacerlo todo, porque yo salí de una situación de mucha gravedad, no creí que iba a recuperarme. Bueno, entre otras cosas, para darte una idea, tenía el accidente, para volver a escribir yo tuve casi que aprender a escribir otra vez, y cuando escribía, volvía a arreglar. Una dedicatoria casi no la podía hacer, ya no era solo el brazo, yo estaba aprendiendo a escribir casi, sino que volvía a repetir, porque queda el trauma, qué tiempo estuvo uno sin conocimiento; en fin, pero tuve que hacer grandes esfuerzos, y por aquellos días escribí y dije algunas cosas, hice un poco la historia de
Centroamérica, del movimiento revolucionario. Me acordaba mucho de Tarek William Saab, de allá de Anzoátegui, que venía, que estuvo en Paquistán, que visitó nuestra brigada, y había leído con indignación cómo se quejaba de que los yankis le habían enviado a Villalobos, que estudió en la Universidad de Oxford nada menos, era el revolucionario. Todo eso se asocia con la muerte de un poeta, un gran poeta allá, que cuando lo acusaban de eso a uno le parecían calumnias, mentiras de las tantas que dicen. Bueno, cuántas horas dediqué yo a ese problema de El Salvador y a la lucha en El Salvador, y a cada uno de los combates aquellos; y en las transferencias de tecnología de Viet Nam, cómo era entrenada la gente que penetraba en grupitos de hombres, cómo es que un puñado de combatientes liquidaron una brigada completa en Valparaíso, una brigada completa, y a la hora en que hicieron todo eso. Es decir, estaba familiarizado, y no era poco mi asombro cuando vi que le estaban enviando a Venezuela, a la Revolución Venezolana, a un gobernador de uno de los estados más ricos de Venezuela, un asesor para que le dijera cómo había que gobernar. En esos días yo estaba recuperándome, hice un esfuerzo. Nunca estuve de acuerdo con los prisioneros que retenían meses y años, tenían que sufrir mucho aquellos hombres cautivos. Estaba de acuerdo totalmente con las aspiraciones de Marulanda, que era un
revolucionario verdadero, un hombre que quería cambiar aquella situación, es una
historia que se conoce muy bien. Está el historiador Alape, un magnífico historiador, yo lo conocía muy bien, sabía de eso, de todo; en fin, los personajes de aquella época yo los conocía y conocía sus políticas, además, eran partidarios de la paz y de la unidad; pero les mataron mucha gente. Eran del partido comunista, se separaron los de Marulanda y se separaron porque defendiendo la paz el partido comunista los llevó a compromisos que la oligarquía no cumplió, le mataron miles de cuadros. Entonces Marulanda reacciona y dice que nunca más discutiría con esa oligarquía, que era tiempo perdido, y yo lo defendí; pero no podía estar de acuerdo con los prisioneros aquellos y que estuvieran pidiendo rescate por ellos, porque en el libro de La victoria estratégica —eso salió publicado hace unos días— se puede demostrar cuál fue nuestra política de guerra y nosotros ganamos la guerra por nuestra política, no por nuestra fuerza. Nuestra fuerza era insignificante, pero no se sabe lo que puede una fuerza insignificante apoyada en la moral y en la razón. ¿Cuántas armas tenía Batista? Tenía 100 000. ¿Cuántos hombres? Cien mil hombres, entre soldados, marinos, policías, etc. ¿Quién los suministraba? Estados Unidos, armas modernas. ¿Qué teníamos nosotros? Unos pocos fusiles que fuimos recogiendo y lo demás se lo íbamos arrebatando al enemigo, y, al final, en menos de dos años, en menos de dos años, en siete u ocho meses derrotamos al régimen y nos apoderamos de las 100 000 armas totalmente, las 100 000 armas aproximadamente, no solo por nuestra fuerza, sino por nuestra moral.
Entonces no podíamos estar de acuerdo, no se gana jamás la guerra si los prisioneros. .., quién va a querer caer prisionero. Cuando tú matas a los prisioneros lo que ocurre es que te cuesta mucho más. Un hombre con un fusil ametrallador, atrincherado detrás de la doble rueda trasera de un camión, si cae en una emboscada, no se sabe cuánta gente
puede matar, y lo hace aun sabiendo que si cae prisionero no lo matan, imagínate que
esté convencido de que lo matan, o va a soportar durísima retención durante años ¿qué
soldado quiere caer prisionero? Eso lo critiqué siempre.
Era partidario de la paz en Colombia, por eso se llama así el libro La Paz en Colombia, es todo lo que pienso en torno a eso. Ahí está plasmado el pensamiento con relación a
Colombia y el porqué de nuestras posiciones, que son inexpugnables, porque son justas, porque son limpias. Teníamos razón en desear la justicia y teníamos razón en promover que hubiera la paz en ese país, y éramos partidarios de la lucha, porque si usted no la puede obtener por otras vías entonces la tiene que obtener por la vía de las armas, es como se han hecho todas las revoluciones, hasta que llegó un momento en que ni los imperios ni los revolucionarios pueden alcanzar sus objetivos por la vía de las armas. Mira la conclusión: ni el imperio ni los revolucionarios. Alguien dice: Bueno, ahora voy a buscar un fusil. ¿Qué armas va a buscar? Un fusil. ¿Un fusil o una pequeña bomba nuclear, qué es lo que va a buscar para...? ¿Y qué vas a hacer, matando lo vas a conseguir? Esas son las ideas que yo digo, los conceptos. Si uno piensa con los conceptos de antes, no saca esas conclusiones.
Andrés Izarra.—Comandante, ¿usted cree que haya alguna posibilidad de que Colombia ataque a Venezuela?
Fidel Castro.—No hay ni la más remota posibilidad de que Colombia ataque a Venezuela.
Vanessa Davies.—¿Por qué?
Fidel Castro.—Primero, porque no le interesa; segundo, porque no puede; tercero,
porque no quiere; cuarto, porque sabe que las consecuencias serían desastrosas. Creo
que ya son cuatro razones.
Walter Martínez.—Comandante, han estado flotando en este diálogo temas muy
importantes. Hace pocos momentos usted hablaba de la crisis de Suez, que nos trae varias lecciones que podemos extrapolar. Pero, ya que acaba de hacer una referencia tan contundente, voy a remontarme al senador Paul Coverdell, el ponente fundamental del primer Plan Colombia. Paul Coverdell murió el 18 de julio del 2000, senador de la derecha estadounidense, cuando convenció al Congreso para que diera los fondos para el primer Plan Colombia, hizo una síntesis truculenta, pero que vale todavía.
Habida cuenta de la importancia geopolítica, económica y estratégica y el poderío desde el punto de vista energético que representa Venezuela, Paul Coverdell hizo una síntesis ante el Congreso de Estados Unidos y dijo: "Para controlar a Venezuela necesitamos ocupar militarmente a Colombia." El Congreso le dio los fondos para el primer Plan Colombia, pero a condición de que hubiera en el terreno jueces militares que pudieran in situ, juzgar de inmediato a cualquier militar colombiano que estuviera en contubernio con los paramilitares, los que violaran los derechos humanos y los que llevaran por delante las reglas éticas de la confrontación. Pero el eje era: "Para controlar a Venezuela necesitamos ocupar militarmente a Colombia." Han evolucionado el tiempo y las circunstancias, Colombia ahora tiene siete y más bases militares estadounidenses, ya nadie duda de que la mayor riqueza energética está en Venezuela, ahora ya a escala planetaria. Después que logramos controlar, sacar a las trasnacionales aparecieron las verdaderas riquezas y lo que nos tenían oculto. ¿Cómo juega esta frase y esta realidad, habida cuenta de la presencia con inmunidad de las tropas estadounidenses y las israelíes en territorio colombiano?
Fidel Castro.—Sí, ¿y qué más? ¿Qué hace falta para poder llevar a cabo el plan de
este...?
Walter Martínez.—Coverdell.
Fidel Castro.—Yo no me voy a tratar de aprender el nombre, ya tú lo tienes...
Walter Martínez.—Es que además Coverdell era el vocero de una política; no importa Coverdell que ya murió, la política sigue en pleno desarrollo.
Fidel Castro.—Y ya por fin han logrado tener las bases, ya tienen a Colombia, todas las bases que quieren. ¿Y qué más necesitan?
Walter Martínez.—En principio voluntad política.
Fidel Castro.—No, vamos a suponer que tienen la voluntad de atacarla. Tiempo, es una de las cosas que necesitan.
Walter Martínez.—La maniobra es espacio y tiempo; el espacio lo tienen.
Fidel Castro.—Tiempo; pero no lo van a tener, no van a tener tiempo de hacer eso, nada, ni un 5% del tiempo que necesitarían para llevarlo a cabo. Aparte de que ellos aspiran antes...
Digamos una cosa: que la Revolución Bolivariana fracase, que es uno de los objetivos
que ellos buscan; ellos piensan en usar las armas como último recurso. ¿Cuál es la hora
de último recurso? Después que hayan hecho todos los esfuerzos, como lo hicieron para derrocar al gobierno revolucionario en el 2002, y agotarán todo ese expediente, y cuando lo consigan serán felices y dirán: "Vean, qué inteligentes somos, lo hemos resuelto todo con los medios de..., hemos usado la otra artillería: la publicidad, la mentira y los hemos puesto fuera de combate". Así que las posibilidades se reducen mucho.
Así era todo, así invadieron Iraq, bueno, en otros tiempos en que no existían esas armas, así ocuparon a Cuba y le impusieron la Enmienda Platt, le impusieron esa base naval de Guantánamo; así han impuesto los cientos de bases militares que tienen en todo el mundo, en todos los continentes, unidas a las de sus predecesores los ingleses y sus suministradores ideológicos, los franceses, porque esta Francia, es el resultado de aquella revolución tan justa, que es la Revolución burguesa, que evolucionó hasta ser
hoy el imperio. De modo que todo está muy claro, muy explicado, es muy lógico. Y creo que las posiciones que nosotros sostenemos no se apartan en absoluto de esa lógica, Walter.
Vanessa Davies.—Comandante, usted plantea y también con base en la pregunta y el
comentario que hacía Walter, ni el imperio ni la revolución van a lograr el poder por la vía de las armas, de las armas que conocemos, es decir, la revolución armada o lo que le contestaba Walter ahora. ¿Cuáles son las armas ahora para hacer la revolución y cuáles son las armas del imperio?
Fidel Castro.—Divulgar la realidad de lo que va a ocurrir y te voy a decir por qué.
Vanessa Davies.—¿La comunicación es el arma?
Fidel Castro.—Bueno, yo creo que ustedes tienen el arma nuclear en las manos,
ideológica, y si ganan esa batalla habrán derrocado al régimen, y no harán falta las
revoluciones. ¿Qué te parece?
Vanessa Davies.—Me parece increíble.
Fidel Castro.—Bueno, es así.
Vanessa Davies.—Solamente la batalla la vamos a agarrar, tomando las palabras de
Walter, en el terreno de la comunicación.
Fidel Castro.—Sí, ahí la tienen ustedes.
Bueno, de la trasmisión de una idea, porque ayudarán a que nuestro hombre no se
equivoque.
Walter Martínez.—Si usted me permite.
Hace tiempo que desarrollamos una teoría que era de que hay dos teatros de
operaciones: el teatro real, sea militar, crisis política, crisis gerencial, y un teatro paralelo
o alternativo que es la versión de esto en los medios de comunicación. Y en un mundo
interconectado vía satélite, donde la información es parte de toda estrategia uno puede
estar perdiendo en el teatro de operaciones, pero si logra convencer de que está
ganando, al menos ganará tiempo, y si está ganando, pero no lo sabe vender en el teatro
de la comunicación, es como si no ganara, ¿es por ahí que viene lo que usted nos acaba de decir, del poder de la comunicación en un mundo interconectado vía satélite y el tiempo real?
Fidel Castro.—El poder de la comunicación estuvo en manos del imperio, usó y abusó de ese poder, y al fin y al cabo hoy todo lo que ocurre en el mundo es producto de eso; por todos los medios han fabricado el poder que tienen y pretendían conservarlo, pero no pudieron, así que tienen que resignarse ahora.
Vanessa Davies.—¿Quién, el imperio o nosotros?
Fidel Castro.—¿Quién?
Vanessa Davies.—¿Quién debe resignarse?
Fidel Castro.—Tú sabes bien que es el imperio (Risas).
Vanessa Davies.—El imperio es el que debe resignarse.
Walter Martínez.—O sea, WikiLeaks se convierte en algo así como una guerrilla de los años sesenta.
Fidel Castro.—Habrá que hacerle una estatua.
Vanessa Davies.—A WikiLeaks.
Fidel Castro.—Habrá que hacer unas cuantas estatuas.
Vanessa Davies.—¿A quién más le haría las estatuas en este momento?
Fidel Castro.—Bueno, a ustedes, no pueden subestimar.. ., fíjense, fíjense que ustedes han estado martillando todos los días; además, ustedes han estado apoyando a la revolución, y esa es una revolución que ha conmovido el hemisferio. Y para nosotros
significó mucho en los momentos más difíciles del período especial, de dónde vino una
ayuda que le ahorró enormes sacrificios a nuestro pueblo que lleva casi 50 años
luchando, cuando estos creían que lo tenían todo, estaba el señor Bush ya a punto de
nombrar, ya creo que tenía a un gobernador para..., y ustedes han apuntalado todo eso,
¿no merecen una estatua, díganme? ¿Y todos los medios de allí en manos de quién
estaban?, de la contrarrevolució n, ¿y quiénes fueron los que defendieron las ideas
revolucionarias? , ustedes. Así que no exagero, ni es un elogio que yo esté fabricando
aquí para ustedes.
Vanessa Davies.—Usted habla de ideas nuevas, entender el mundo de otra manera, no
como lo hemos entendido las revolucionarias y los revolucionarios hasta hoy. ¿En qué
nos equivocamos cuando analizamos el mundo con las viejas ideas? ¿Y cuáles son esas
ideas nuevas, esas nuevas herramientas para el análisis de las ideas?
Fidel Castro.—Yo creo que eran correctas las ideas. Las ideas no eran incorrectas, hoy se quedaron como ideas de otra época.
Vanessa Davies.—¿Y cuáles son las ideas de esta época, entonces?
Fidel Castro.—Bueno, la primera es evitar la guerra, y las demás están por elaborar. Pero sí, las demás, cómo va a ser la sociedad, cómo se van a administrar los bienes y los servicios, cómo se van a obtener las fuentes renovables de energía¼
¡Caramba!, por aquí tengo algo.
Mario Silva.—El proyecto HAARP.
Fidel Castro.—Ustedes verán, ustedes verán.
Vanessa Davies.—Pero, Comandante, son esos temas sobre los cuales hay que pensar: el ambiente, la ecología, nuevas formas de política.
Mario Silva.—Nueva sociedad.
Vanessa Davies.—Estas son las nuevas ideas, que usted dice: bueno, las ideas de antes eran correctas; pero hay que incorporar otros elementos. La ecología es un elemento, es una preocupación central que usted ha expresado.
Fidel Castro.—Sí, sí.
Vanessa Davies.—Las formas de relación económica, por ejemplo, ¿cómo se las
replantearía, al plantearse un modelo...?
Fidel Castro.—No pueden ser capitalistas, porque no vamos a reconstruir otra vez lo
mismo y ahora, con todos los conocimientos de que se dispone, y digo que no podemos reconstruir lo mismo, yo no podría decirte cómo lo van a hacer, entre todos tenemos que hacerlo; pero esta es una humanidad que sabe leer y escribir y que el mundo tiene no se sabe cuántos científicos, que no se destruya todo eso. Si logramos que se preserve, es de esperar que logremos que se use, que las inteligencias trabajen. Si han trabajado para provocar la autodestrucció n, la desgracia, la infelicidad. ..
Yo aquí mismo escribí: "En el documental 50 años después de Hiroshima, se ven los
cadáveres calcinados y casi transparentes de los niños que perecieron en los vientres de
las madres, son imágenes horribles". ¿Vamos a reproducir eso?, es imposible que la
inteligencia del hombre se dedique a eso, no puede, no puede, sencillamente.
Mario Silva.—Ya el capitalismo no es viable, simple y llanamente. O sea, ni siquiera como arma de...
Fidel Castro.—Pertenece a la prehistoria.
Mario Silva.—Exacto.
Fidel Castro.—Resulta que Marx tenía toda la razón.
Vanessa Davies.—¿Pero el socialismo pertenece a la prehistoria también?, como dicen
sus adversarios.
Fidel Castro.—No, es lo único... ¿Qué es el socialismo?, es una pregunta que tenemos
que hacernos.
Vanessa Davies.—¿Qué es el socialismo para usted ahora, siglo XXI?
Fidel Castro.—¿Para mí?, el comunismo, el que el propio Marx definió como comunismo:
de cada cual según sus posibilidades, a cada cuál según sus necesidades. Claro que
estarán por definir cuáles son las necesidades, no las de un avión ni un barco para andar por el mundo pescando y gastando todo el combustible. ¿Eso es de los hombres
inteligentes? ¿Te imaginas?, ¿de los hombres y las mujeres inteligentes? —vamos a
recordar aquello que dice Chávez, sin cambiar el idioma. Sí, porque yo trato de ahorrar
palabras, si en cada una de las cosas tengo que decir los científicos y las científicas, el
otro y la otra, se me enreda más de lo que es ya de por sí enredado el modo de explicar
las cosas.
Andrés Izarra.—Comandante, yo quisiera virar un poco la atención sobre Venezuela.
Fidel Castro.—Sí.
Andrés Izarra.—Venezuela va de nuevo a un proceso electoral ahora en septiembre.
Fidel Castro.—Sí, tal vez (Risas).
Andrés Izarra.—Que lo hemos calificado como un proceso de mucha importancia.
Fidel Castro.—En período de tránsito, sí.
Andrés Izarra.—Es de prever que la oposición regrese al Parlamento con alguna
representació n y eso, ya de por sí, va a ser un evento político que va a obligar a la
Revolución a entrar en una nueva etapa. Usted que ha sido tan estudioso de la
Revolución Bolivariana, que ha sido un faro para la Revolución Bolivariana en muchas de las decisiones, y por el ejemplo que Cuba revolucionaria representa para nosotros, ¿esta fase en que entra Venezuela en el período electoral, cómo la ve usted, qué análisis hace usted, qué recomendaciones hace usted a la dirigencia de la Revolución y al pueblo venezolano sobre este proceso?
Fidel Castro.—Te voy a responder.
Lo que dije hace un minuto, un segundo, pudiera parecer una crítica a lo que están
haciendo en Venezuela, y realmente no lo es, yo creo que lo que están haciendo es
absolutamente correcto, las verdades, la explicación que da Chávez de lo que es el
socialismo y lo que significa, lo que ha significado para millones de personas en todos los sentidos, es lo que deben hacer, porque ustedes qué van a hacer ahora, es lo que tienen que hacer y seguirlo haciendo hasta el final. Bien, si ocurren cosas mejores, no hay que ponerse triste por eso. A mí me hizo gracia porque como estábamos hablando de fechas y de cosas, yo dije: va y coincide con las elecciones que son..., ¿es el 23?
Andrés Izarra.—Son el 26.
Mario Silva.—El 26 de septiembre.
Fidel Castro.—El 26, bueno, tres días más, está, según cálculos míos, en un período de tránsito. Si viene algo mejor, espero que ustedes se sientan sumamente felices de que
haya ocurrido algo mejor.
Vanessa Davies.—¿Algo mejor como qué, Comandante?
Fidel Castro.—A lo mejor que no haya ya ni siquiera imperialismo. Fíjate, es duro, pero, bueno, ¡qué vamos a hacer! (Risas.)
Vanessa Davies.—Comandante, pero es muy pronto.
Fidel Castro.—Bueno, me mandan a mí para un manicomio, saben (Risas), búsquenme un lugarcito allí.
Vanessa Davies.—Es muy pronto, Comandante, para decir que el imperialismo se va a caer en menos de un mes.
Fidel Castro.—Bueno, ¿y qué yo debo decir, que va a durar un siglo, que va a durar 10 años, que no va a haber guerra? ¿Qué yo voy a decir? Porque se supone que el plazo que estableció la Resolución del Consejo de Seguridad vence el 7 de septiembre, como 19 días, creo, que es antes de las elecciones que ustedes tienen anunciadas. Para que haya elecciones, primero no tiene que haber guerra, y si no hay guerra, ni cesa el
imperialismo ¿qué pasa? Vanessa, no te eches tú la culpa, échamela a mí, por favor. Es
lo que afirmo, pero no es un capricho, es un hilo de pensamiento.
Walter Martínez.—Comandante, usted nos planteaba con mucha exactitud un escenario probable de esta situación que parece estar en cuenta regresiva con respecto a un posible conflicto con Irán, y con mucha precisión usted decía: En el momento en que intenten detener un buque iraní para inspeccionarlo, Irán no va a permitir eso, y ahí
puede generarse el casus belli, y centenares de misiles van a caer sobre la flota
estadounidense. Usted también dijo: Los iraníes, más cercanos que nosotros a la idea de la muerte. Yo avalo eso por mi limitada experiencia cuando cubrí un tiempo la guerra entre Iraq e Irán, y aquello llegó a un momento de estancamiento, porque Saddam Hussein podía matar — voy a ser groseramente hipotético— 10 000 iraníes y le mandaban 20 000; le mandaban 20 000 y los mataba, y le mandaban 40 000, y creo que fue usted mismo quien dijo que eran capaces de limpiar los campos de minas caminando sobre las minas para que los otros pudieran venir a combatir. En ese escenario, parecería que es inevitable una confrontación en esas latitudes, ¿cuál es su punto de vista?
Fidel Castro.—Tú estuviste allí, ¿eh?
Walter Martínez.—Estuve cuando la guerra entre Iraq e Irán, recorre desde Chat-el-Arab hasta la frontera turca, donde están los kurdos.
Fidel Castro.—¿Y viste eso?
Walter Martínez.—Llegó un momento en que se estancó, porque ya Saddam Hussein no tenía nada más que lanzarles y ellos no se replegaban. La refinería de Abadán estaba
ardiendo, en Chat-el-Arab; se estancó, llegó a una posición de cierta quietud en el frente
sur, ya no había nada más que ofrecer para decidir la balanza desde el punto de vista
estratégico.
Fidel Castro.—¿Te acuerdas que todo el mundo competía por venderle armas a Iraq, todo el mundo, los ingleses vendieron el acero para un cañón de largo alcance, los soviéticos vendieron todos los proyectiles aquellos cuyo alcance alargaron? En fin, el gran negocio de las armas. Yo discutí, no con los iranios, discutí con los sirios; estaba el canciller aquí en una reunión, y yo decía: "No debieran cruzar la frontera", y el sirio decía que sí, porque los soviéticos cuando invadieron la URSS no se detuvieron en la frontera, siguieron hasta Berlín. Le digo: "Yo no estoy discutiendo problemas legales, no estoy discutiendo problemas morales, estoy discutiendo problemas políticos. ¿Y por qué no llegan hasta El Cairo de una vez? ¿Por qué no llegan hasta El Cairo? Les reiteré". Le quitamos nosotros a Iraq el derecho a ser sede de la siguiente Cumbre de Países No Alineados que le habíamos designado. Bueno, no se sabía dónde iba a ser. Le escribí una carta a cada uno de los miembros del Movimiento, porque no podíamos realizar la reunión formal, y propuse me autorizaran a designar a la India; respondieron que ellos estaban de acuerdo, y así se decidió, que el próximo país de reunión de No Alineados sería la India. Saddam era muy amigo nuestro, porque cuando no estaba en guerra con nadie, estaba empleando bien los recursos; ya desde antes de ser presidente nosotros lo atendíamos, le prestamos servicios importantes relacionados con la salud, y era muy amigo de nuestro país que siempre tuvo una situación apretada; entonces tuvimos que hacer aquello. Los iranios entraron en Iraq y llegaron a la ciudad aquella próxima a la desembocadura del Eufrates y allí establecieron sus fortificaciones y nidos de ametralladoras, estaban cercados por los iraquíes y con ellos los asesores soviéticos, esos que sí sabían cómo se demolían las defensas, porque a cada nido de ametralladoras le disparaban con un cañón en tiro directo; destruyeron todos los nidos de ametralladoras a los iranios y estos tuvieron que retirarse de la ciudad aquella. ¿Por qué? Le dije al canciller: "Mire, no convierta una guerra de agresión en una guerra patriótica por parte de los iraquíes. Ese es el cálculo político que hago, no cometan ese error". El canciller sirio ni respondió. Se metieron, los iranios no llegaron a El Cairo, no llegaron a ninguna parte, no pudieron retener la ciudad y en definitiva, tuvieron que retirarse. Tú eres testigo de todo eso.
Y Ahmadineyad era el jefe de los Guardianes en la región noroccidental, el jefe total era
Khomeini, que más adelante le escribió una carta a Gorbachov, y Gorbachov me envió
copia de la carta. Bueno, en la carta argumentaba, le hacía una fuerte crítica, y
Gorbachov casi...; bueno, envió copia y se reía: "Mire qué falta de realismo, decía,
escribiendo esta carta".
Yo le daba la razón, en el fondo, a Khomeini, porque tenía toda la razón del mundo en la crítica que le hacía a Gorbachov. Fue por aquellos días —creo recordar algo más,
Walter— que Gorbachov me escribe, manteníamos relaciones, él hizo una visita aquí; yo fui duro, sin ofenderlo, y decía Gorbachov en una de las cartas que lo había visitado Felipe González; bueno, me pintaba a Felipe como el non plus ultra de los socialistas. Yo lo siento mucho, pero yo no pienso así. Y decía: "Viene a asesorarnos sobre lo que debemos hacer".
Walter Martínez.—¿Quién decía eso?
Fidel Castro.—Gorbachov.
Walter Martínez.—Gorbachov de Felipe González, ¿no?
Fidel Castro.—Sí.
"Viene para asesorarnos de lo que debemos hacer", me comunicaba aquello. Y, ¿quieres que te diga una cosa? Ahora tú me preguntas, ¿cómo era Gorbachov? Y te
digo que a Gorbachov yo lo conocí cuando era como un látigo, haciendo críticas de la
dirección del Partido, críticas muy fuertes, y defendía cosas correctas, era opuesto a los ingresos no provenientes del trabajo. Decía: "No estoy de acuerdo con los ingresos no provenientes del trabajo". Sabía que el alcohol ocasionaba un gran daño y lo combatió. El azúcar que nosotros les suministrábamos ya no les alcanzaba, porque los rusos son expertos en manejar los alambiques y te convierten el azúcar en un buen Vodka; Gorbachov no prohibió, pero puso caro el Vodka, puso baratos los juguetes, y tomó una serie de medidas que tú no puedes menos que estar de acuerdo con ellas.
Pero, ¡asómbrate! Eltsin era el secretario del Partido de Moscú, y Eltsin era casi modelo
para nosotros, porque era un crítico feroz de todos los errores que se cometían allí en la URSS, con las cosas que hacían; haciendo críticas era formidable, tenía prestigio, aquí lo leía todo el mundo, publicábamos sus declaraciones.
Por aquellos días creo que hace un viaje a Nicaragua, conversa con nosotros, cuando yo iba a Moscú me ponían, precisamente, a Eltsin para que me atendiera, me enseñaba toda la ciudad. Yo le decía: "Eltsin, mira tal cosa, esta ciudad que la han convertido en una bella ciudad moderna". Me llevó a un lugar del antiguo Moscú, pero todo eso ha
desaparecido, era muy hermoso y ya no hay nada aquí. Entonces Eltsin, que estaba de
acuerdo, me decía: "Yo creo que es mejor poner gratis el metro y los ómnibus". Le
respondo: "Eltsin, no hagas eso, porque si pones gratis esos transportes, el número de
personas que se van a montar en esos metros y esos ómnibus se va a duplicar y no va a
alcanzar nada. No hagas eso". Y él entusiasmado con todas esas ideas. Así que era un
modelo de comunista, al extremo que yo tenía que aconsejarle que no fuera tan
extremista; a mí que me han acusado tanto de extremismo tenía que estar
aconsejándolo. Y mira lo que hicieron toda esa gente, tanto Gorbachov, como Eltsin,
tomaron esas decisiones y sus conocidos caminos. Hemos vivido toda esa historia.
Walter Martínez.—Permí tame ser perseverante, Comandante.
¿Usted sigue pensando que el casus belli se va a dar cuando la flota intente parar algún
mercante o algún buque iraní para ser inspeccionado?
Fidel Castro.—Sí, y esa fecha no pueden dilatarla, no pueden dilatarla porque es ya virar la espalda en retirada. Ese es un punto que llega, o que se cumple, o se va. Si se cumple es la guerra, si se va es la derrota.
Walter Martínez.—Estamos muy cerca de esa circunstancia.
Fidel Castro.—Pero no sería ni la guerra ni la derrota si está consciente de la decisión que va a tomar.
Mario Silva.—De lo que se va a provocar.
Fidel Castro.—Ese es el quid de lo que estoy planteando.
Vanessa Davies.—Pero le correspondería a la ONU dar marcha atrás en su opinión.
Fidel Castro.—La ONU no cuenta nada, nada, para nada.
Vanessa Davies.—El Consejo de Seguridad de la ONU.
Fidel Castro.—Desaparecerá también.
Vanessa Davies.—El Consejo de Seguridad en una guerra nuclear desaparece.
Fidel Castro.—Y sin una guerra también. Nada, nada de eso seguirá existiendo; si no van a existir las armas para qué sirven esos aparatos.
Vanessa Davies.—¿Le corresponderá al Consejo de Seguridad de la ONU dar marcha
atrás?
Fidel Castro.—Nadie sabe quién va a decir una palabra, estarán los hombres en el mundo nuevo. Bueno, va a ser así, que es de fantasía pero es así.
Vanessa Davies.—Pero usted se mueve entre el optimismo y el pesimismo con respecto a este escenario que le plantea Walter.
Mario Silva.—¿Todo depende de Obama?
Fidel Castro.—De nosotros que lo persuadamos.
Vanessa Davies.—Con estos mensajes que usted está enviando y muchas personas.
Fidel Castro.—Bueno, haciendo que el máximo de personas en el mundo participen de este punto de vista y él se sienta fortalecido de que va a hacer el bien y no una cosa
horrible. ¿Ustedes se imaginan a Obama consciente decidiendo la muerte de cientos de millones de personas, que los niños aparezcan calcinados en los vientres de las madres? ¿Ustedes conciben que un hombre pueda realmente con elemental sentido humano hacer eso?
Vanessa Davies.—Pero hay muchos sectores empujándolo en esa dirección.
Fidel Castro.—¿Y qué son todos esos sectores al lado del mundo? ¿Y si esos sectores tampoco quieren morir, ni quieren que mueran sus familias, ni quieren que mueran sus hijos? Esa es la realidad.
Mario Silva.—También esos sectores, en el caso de los sectores económicos poderosos, no querrían perder su influencia en el mundo económico.
Fidel Castro.—Sí, pero entre la bolsa o la vida, prefieren la vida.
Mario Silva.—Prefieren la bolsa (Risas).
Walter Martínez.—Usted habló de la campaña de Suez y ahí fue una patota entre
británicos, franceses e israelitas, y Nasser incluso les hundió los barcos sabiendo que era la yugular del comercio internacional y trancó el canal de Suez; creo que era Eisenhower quien estaba en la Casa Blanca, les dijo: "Se retiran de ahí, paren esa aventura o les pongo el ejército estadounidense". Tenía pantalones y tenía don de mando, venía de ser el ganador de la Segunda Guerra en el teatro europeo.
Fidel Castro.—Sí, sí.
Walter Martínez.—Pero ahora no tenemos un personaje así en la Casa Blanca. Ahora
Israel hace lo que le da la gana, el lobby israelí maneja la política, y Sharon, a quien
también entrevisté, dijo: "No se preocupen si hacemos cosas que les parece que no van
a tener consecuencias. La política exterior de Estados Unidos la hacemos nosotros y ellos lo saben". Ante ese desparpajo, ¿qué queda pensar con un Obama en la Casa Blanca?
Fidel Castro.—Bueno, todo eso que tú dices es verdad, que los israelitas hacen lo que les da la gana. Bien.
Walter Martínez.—Y además tienen el armamento nuclear facilitado por Estados Unidos, entre otros.
Fidel Castro.—Sí, lo tienen, pero están esperando que sea Estados Unidos el que dé la orden. Ellos creen que lo tienen conseguido, que lo tienen persuadido. Ellos han hecho todos sus acuerdos con Arabia Saudita, con los Emiratos Árabes, a qué hora van a volar, cómo van a volar, no les van a disparar.
Walter Martínez.—El puente aéreo sobre Arabia Saudita.
Fidel Castro.—Tienen todos los aviones, van a ser oleadas de aviones, que se los han
dado los yankis; pero están esperando que sean los yankis, y saben los yankis que no
pueden decir que no; porque ellos dicen que no... Ahora están esperando que alguien
apriete el gatillo, y ese es Obama. ¿Y qué pasa si Obama no aprieta el gatillo? Tú puedes decir: Pues lo aprietan ellos. Pero si Obama no aprieta el gatillo porque hay una opinión mundial y todas las potencias exigiendo que no haya guerra, ¡ah!, es cuando entonces estos señores israelitas no se atreverán a disparar un cohete por su cuenta.
Walter Martínez.—Ahí entra la palabra clave que usted utilizó ante la Asamblea
Extraordinaria, es decir, tenemos que persuadirlos.
Fidel Castro.—Sí, persuadirlos.
Walter Martínez.—¿Usted cree que en esta carrera en cuenta regresiva, podremos, a
través del poder de los medios, llegar a crear una ola de opinión que lo persuada...?
Fidel Castro.—Sí, bueno, pregúntale a Izarra, porque por él me enteré que todo lo que estamos hablando aquí lo están trasmitiendo por Telesur, y entonces, bueno, pregúntale, que él dice que está recibiendo muchos saludos y muchos mensajes. Él debe saberlo, pregúntale a él que está al lado tuyo (Risas).
Walter Martínez.—Una pequeña acotación histórica. Ustedes no tenían la exclusiva en la época caliente, porque durante la IV República, un personaje de la entonces todavía Unión Soviética dijo: "Quiero decirles que Venezuela ya no está entre los blancos de nuestro potencial nuclear". "¿Cómo? ¿Y estábamos como blanco?". "Sí, porque ustedes eran los suministradores estratégicos y seguros de Estados Unidos, y si íbamos a la guerra contra Estados Unidos, también le tocaba su bombita atómica a Venezuela para que no pudieran usar esa fuente de recursos".
Fidel Castro.—Bueno, tienen tantas que pueden repartirlas. Yo no sabía ese detalle, pero tiene lógica.
Walter Martínez.—Se filtró en la IV República. Lo dijeron con cierto suspiro de alivio, algún político de la IV República.
Fidel Castro.—¿Cuándo lo dijeron?
Walter Martínez.—No sé exactamente quién y cuándo; pero fue en la IV República, en una visita de alto nivel. Estábamos como blanco...
Fidel Castro.—En la IV República ya.
Walter Martínez.—Sí, antes de la Revolución.
Vanessa Davies.—Antes de la Revolución Bolivariana.
Fidel Castro.—¿Aquella era la IV República?
Vanessa Davies.—Sí.
Walter Martínez.—Sí, estamos en la V (Risas), y no es la francesa.
Vanessa Davies.—Comandante, estamos llegando al final de la conversación. Nos quedaría una pregunta para cada uno. Yo voy a consumir la mía con la siguiente
interrogante. A la luz de la experiencia de Cuba, en la guerra fría, de la Revolución Cubana, ¿qué lecciones sacó Cuba, y qué piensa que debemos sacar los latinoamericanos y las latinoamericanas ahora de esas lecciones de Cuba durante la guerra fría?
Fidel Castro.—¿La lección de Cuba en la guerra fría?
Bueno, de la guerra fría nos tocó soportar el bloqueo y sufrir todas las consecuencias;
pero también se pudo demostrar que era posible resistir, y los latinoamericanos deben
pensar igual, que hay un potencial enorme en las masas, que es posible alcanzar la
justicia, la liberación real, verdadera.
Eso es lo que pienso, después de derivarse de aquella experiencia que vivimos.
Vanessa Davies.—Muchas gracias, Comandante.
Mario Silva.—Y en Venezuela, si es que llegamos al 23, ¿cómo la ve?
Fidel Castro.—Yo veo muy bien todo, y no se olviden de una cosa, que lo que más
necesita el hombre para vivir, entre otras cosas, son los alimentos, y que esta es el área
del mundo que más alimentos produce. Si Estados Unidos produce para 2 000 millones
de personas, la América Latina tiene un potencial para producir alimentos para 8 000
millones, por lo menos, aunque, desde luego, el futuro de la humanidad estará más
controlado por el propio hombre, porque la población se puede regular.
Yo un día me puse a sacar todas las cuentas del número de personas, cuántos pueden
llegar a ser, y dónde ya se para y hasta incluso puede reducirse el número de personas.
No debe haber más habitantes en el planeta nacidos que los que puede sostener el
planeta. Eso tiene un límite.
Walter Martínez.—¿Malthusiano?
Fidel Castro.—¿Cómo? No, de ninguna manera. Malthus dijo que el hombre no iba a
poder sostenerse. Mi criterio no tiene nada que ver con Malthus. Si coincido en algo es
una casualidad, y no en un mundo de propiedad privada, no en un mundo nacionalista,
no en un mundo de imperio, es un mundo totalmente diferente; es una verdad que el
planeta no puede tener más habitantes que los que pueda sostener sin destruirlo.
Walter Martínez.—Es finito.
Mario Silva.—Tiene que ser un mundo de posibilidades.
Fidel Castro.—Esa es una verdad. Yo no sé quién pueda haberlo dicho o no.
Walter Martínez.—El eje geopolítico se desplaza hacia el Lejano Oriente. China, 1 300 millones de habitantes y creciendo; la India, 1 160 millones de habitantes y creciendo.
Fidel Castro.—¿Y por qué tiene 1 300 China ahora y no tiene 3 000?
Walter Martínez.—Cuando estuve allá en 1985 y hablaban del Larga Marcha 3 como un sueño —ahora están pensando poner un chino en la luna—, dijeron un solo hijo por
pareja.
Fidel Castro.—¡Ah!, bueno, por eso. ¿Y qué decía Mao? ¿En qué creía? Que en la época nuclear las posibilidades de supervivencia estaban en relación con el número de
habitantes del país. Entonces, si no establecen eso, hoy estarían aproximándose los
chinos a 3 000 millones. ¿Cómo alimentarían a esa gente?
Walter Martínez.—Imposible.
Fidel Castro.—Y, sin embargo, Mao fue el factor fundamental que hizo posible la
Revolución en China, que ha llegado a los niveles que tiene hoy de productividad.
Vanessa Davies.—Pero usted hacía la reflexión de los alimentos con relación a Venezuela. ¿Por qué...?
Walter Martínez.—América Latina es el gran reservorio.
Vanessa Davies.—Pero también sobre Venezuela.
Fidel Castro.—Sí, Venezuela es un lugar ideal, y es lo que está haciendo el gobierno, está tratando de producir, por ejemplo, todos los vegetales. Allí no hay ciclones que vayan a echar por tierra las casas de cultivo, a no ser que los yankis inventaran.. . Aquí mismo, en esa página web, habla de que los yankis están desarrollando una forma de influir.
Walter Martínez.—La guerra meteorológica.
Fidel Castro.—Y aquí hay nada más que una frase, una sola cosa que debe...
Walter Martínez.—El campo de antenas que tienen en Alaska, el proyecto HAARP.
Fidel Castro.—Tienen campo de antenas y están convencidos de que podrán producir
ciclones, lluvias, todo. En eso están.
Walter Martínez.—¿Usted considera eso una posibilidad real o ciencia ficción?
Fidel Castro.—No, eso no es ciencia ficción, eso es ciencia real.
Vanessa Davies.—Aunque hay personas que piensan que es ciencia ficción, efectivamente.
Fidel Castro.—Ya incluso están usando eso. Tú sabes que en este momento los chinos han dicho que no pueden exportar más arroz. ¿Qué precios van a adquirir los alimentos para un país que los importa, como Cuba?
Walter Martínez.—Rusia acaba de prohibir la exportación de granos.
Fidel Castro.—Rusia lo acaba de prohibir, y a nosotros nos dijo que mantendrá los
compromisos que tiene, ¿qué le parece?
Walter Martínez.—Solidario.
Fidel Castro.—Que mantiene con Cuba los compromisos que ha suscrito de
abastecimiento a pesar de todo eso y a pesar de la catástrofe.
Mario Silva.—Lo que pasa es que el tema del proyecto HAARP fue ridiculizado por los medios de comunicación norteamericanos para que no se profundizara sobre eso, y sobre la información que se debe tener sobre el proyecto HAARP.
Fidel Castro.—Aquí dice: "RIA Novosti en su reporte de los hallazgos del Dr. Areshev, también señala que:
"Los Estados Unidos están, ciertamente, explorando las posibilidades de controlar el
clima en varias regiones del mundo. La correspondiente tecnología está siendo
desarrollada en el marco del Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta
Frecuencia (HAARP), teniendo como objetivo el construir un potencial para lanzar
sequías, huracanes, inundaciones y terremotos. Desde el punto de vista militar, se
supone que el HAARP creará un nuevo tipo de armas de destrucción masiva y un
instrumento de política expansionista que puede usarse para desestabilizar
selectivamente los sistemas del medio-ambiente y agrícolas de países-objetivo."
Están desarrollando otra arma todavía peor.
Vanessa Davies.—Comandante, si no hay guerra nuclear, la guerra climática...
Fidel Castro.—Bueno, u otras, van a seguir inventando; también inventaron la guerra, no nuclear, de los proyectiles esos que suben y caen a 25 000 kilómetros de velocidad
arrasándolo todo.
Esto no lo publica Granma, lo publica Ria Novosti. Esto lo tenía yo, lo llevé ayer a la
Asamblea. Dice: "El autor concluye su artículo diciendo: Estamos asistiendo a una guerra climática encubierta, un preludio de lo que puede ser el escenario de una futura guerra mundial que acabaría con un balance en pérdidas humanas y medioambientales sin parangón en la Historia de la Humanidad."
Entonces qué, por eso ya todos los inventos son tales que no pueden usarse.
Yo escribo: "Informes fidedignos llegados de Rusia narran la magnitud de la tragedia
climática que sufrió ese hermano país."
"La situación objetiva es de una magnitud" —esto está escrito también, no por el Ria
Novosti, sino por el otro— "sin precedentes, derivada de incendios naturales forestales y de turbas vegetales, elevadas temperaturas en torno a 39 grados, que ha puesto en
alarma y febril actividad a todo el gobierno ruso todos estos días, para tratar de que los
incendios no destruyan ningún objetivo energético ruso, entre ellos, algunos movidos por energía nuclear, se nos informa."
Entonces aquí dice: "Esta catástrofe" —esto se lo añadí yo— "nos muestra las
consecuencias del cambio climático, que el autor del documental Home, Yann Arthus-
Bertrand, el más prestigioso especialista sobre el tema, nos mostró con el apoyo de los
mejores especialistas del mundo en ese film.
"Si no se evita la guerra nuclear tampoco se podrían evitar otras iguales o peores. He
pensado también que si el hombre puede crear catástrofes, puede promover igualmente
energías renovables a partir de fuentes diversas, entre ellas, algunas tan importantes
como el agua y el viento.
Mario Silva.—La eólica parece la alternativa.
Fidel Castro.—Bueno, entonces no hay que usar ni la nuclear.
Vanessa Davies.—Comandante, hemos abusado de su tiempo y le damos la oportunidad a Andrés Izarra para que finalice.
Andrés Izarra.—Tengo aquí varias preguntas que llegan por el twitter, Comandante, que, en honor a la gente que ha estado siguiendo la entrevista y enviando sus mensajes, voy solamente a poner dos, para no abusar de su tiempo. La primera pregunta la hace Mariyán Diez. Ella pregunta que si no teme usted que los halcones de Washington puedan atentar contra Obama como en el pasado lo hicieron contra Kennedy. ¿Cómo ve la cosa interna en Estados Unidos?
Fidel Castro.—Sí, por supuesto, el hecho de que no lo hayan asesinado es casi cosa de azar, porque ya eso lo hicieron. ¿Ustedes recuerdan el atentado a Reagan? Le pusieron una pistolita calibre 22 y le clavaron una bala en el pulmón.
Walter Martínez.—Y Obama tiene un vicepresidente que cada vez levanta más el perfil y entra en el perfil waspish.
Fidel Castro.—Todo eso entra en las normas y en los hábitos.
Vanessa Davies.—¿Podrían asesinar a Obama, Comandante?
Fidel Castro.—Sí, pero no creo que lo vayan a hacer ahora. De todas formas es mejor
que se cuide, que no confíe, porque pueden ocurrir cosas absurdas, irracionales.
No, él sabe cuidarse, él toma todas las medidas, se cuida, y la gente que tienen
seleccionada para cuidarlo son profesionales de verdad, a esos no los soborna nadie,
están ya hechos para eso, están programados para eso.
Vanessa Davies.—¿Y usted cómo lo sabe? (Risas.)
Fidel Castro.—Bueno, como lo sabes tú también.
Walter Martínez.—El vicepresidente Biden está preparado al bate.
Fidel Castro.—¡Oh!, a quien recuerdo es a Johnson.
Andrés Izarra.—Hay un twittero llamado Enriquecido que pregunta que cuándo va usted a visitar Venezuela.
Fidel Castro.—¿Qué falta hago allí yo?
Andrés Izarra.—Y me piden que le diga que en este momento, en el Aló Presidente, está el presidente Chávez leyendo de su libro, del libro que usted le envió.
Fidel Castro.—Sí, se lo envié y le puse "muy fraternalmente", eso fue el mismo día que se lo envié al embajador nuestro.
Walter Martínez.—Yo supongo que nos iremos de aquí cada uno con un ejemplar bajo el brazo, ¿no? (Risas.)
Vanessa Davies.—Comandante, no respondió cuándo va para Venezuela.
Fidel Castro.—Bueno, no es una tarea que me haya planteado ni creo que sea
imprescindible, es mejor que me dedique a oírlos a ustedes desde aquí.
Vanessa Davies.—Sobre el libro, ¿cuándo viene la tercera parte de la historia? Ya está la primera, está lista la segunda.
Fidel Castro.—¿Este? La segunda está hecha ya casi, como lo expliqué ayer. Casi no
tengo que tocar nada, he hecho ya los enlaces, las explicaciones. Figúrate, un hombre
dedicado a eso rinde más, no tiene otras obligaciones, y entonces está muy adelantado.
Bueno, yo le prometí a la Asamblea que nos volveríamos a ver. Hay tiempo para todo eso, hay mucho tiempo por delante, Izarra, se lo puedes decir a tus lectores. Y el programa mío, mira, yo tengo realmente que reunirme con algún físico para que me explique el concepto del tiempo, porque es que yo no lo entiendo, tal como lo dije ahí: ¿qué es el tiempo?
¡Uuuh!, miren, caramba, una cosa que subrayé sobre el tiempo. Bueno, aquí hay uno en que hablo de la catástrofe; ese es otro pedacito de lo de ayer en que digo: "La evolución comenzó en la Tierra, con los primeros gérmenes de vida, eso es conocido por todos y por los teólogos, eso no les quita a ellos espacio para tratar de buscar interpretaciones; pero hasta la noción del tiempo desaparece, qué es el tiempo". Y yo digo: "Porque el tiempo es una invención del hombre, es el espacio que media entre sucesos diferentes, así se inventó el tiempo; pero, ¿cuándo empezó el tiempo?, habría que explicarse eso. Es todo muy complicado". Y yo realmente quisiera conversar con un físico que me explique qué es el tiempo, porque es que a mí se me ha ocurrido y tengo esas grandes dudas, y espero que me ayuden, a ver si a ustedes los ayudan también.
Walter Martínez.—Por lo menos le podemos decir que en televisión el tiempo es
realmente perentorio (Risas), y esto está tocando a su fin. Con el permiso de la
compañera.
Fidel Castro.—Bien; pero para dolor mío.
Vanessa Davies.—Comandante, muchísimas gracias, de verdad, por esta oportunidad. Nos sumamos, como venezolanos y venezolanas, a su llamado a la paz y a esta persuasión al presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Gracias, Comandante, muchísimas gracias (Aplausos). Despedimos esta conversación con el Comandante, líder de la Revolución Cubana, y sigue demostrando todos los días que es el líder no solamente de América Latina, sino de todo el mundo.
Comandante, muchísimas gracias.
Nos despedimos Mario Silva, Andrés Izarra, Walter Martínez y Vanessa Davies. Gracias a Telesur, gracias a la Televisión Cubana, gracias también a Venezolana de Televisión.
Hasta una próxima oportunidad.
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MENSAJE DE FIDEL CASTRO AL PARLAMENTO CUBANO, 7 DE AGOSTO DE 2010
VIDEO: Mensaje de Fidel Castro al parlamento cubano 7 agosto 2010
Intervención del Comandante en Jefe, Fidel Castro (centro), durante la Sesión
Extraordinaria de la Asamblea del Poder Popular, en el Palacio de Convenciones de la
Habana, Cuba, el 7 de agosto de 2010.
Al principio, hace sólo ocho semanas, pensé que el peligro inminente de guerra no tenía
solución posible. Tan dramático era el cuadro que tenía delante, que no veía otra salida
como no fuera una supervivencia, tal vez probable, en la parte de este hemisferio que no tenía motivo para ser blanco de ataque directo y en algunas regiones aisladas del
planeta.
Era muy difícil, sabiendo que el ser humano se aferra siempre a una perspectiva por
remota que sea. A pesar de todo, lo intenté. Por fortuna, no tardé mucho en percatarme de que había una esperanza, y muy profunda por cierto. Más, si la oportunidad se perdía, el desastre adquiría la peor de las consecuencias. La especie humana no tendría entonces salvación posible. Tengo sin embargo la seguridad de que no será así y, por el contrario, se están creando en estos momentos las condiciones para una situación ni siquiera soñada hasta hace muy poco.
Un hombre tendrá que tomar la decisión en solitario: el Presidente de Estados Unidos.
Con seguridad, por sus múltiples ocupaciones, no se ha dado cuenta todavía, pero sus
asesores sí empiezan a comprenderlo, se puede ver por pasos sencillos como lo fue el
cese de las torturas a Gerardo, un hecho que no se había producido en 12 años de
implacable odio del sistema contra Cuba y contra él. Hoy se podría predecir que el
próximo paso será la autorización a Adriana para visitarlo, o su liberación inmediata, o
ambas cosas. Por ella supe que su estado de ánimo es el mejor en 12 años de injusta y
cruel prisión.
Puesto que Irán no cederá un ápice frente a las exigencias de Estados Unidos e Israel,
que ya han movilizado varios de los medios de guerra que disponen para hacerlo,
tendrían que realizar el ataque tan pronto venza la fecha acordada por el Consejo de
Seguridad el 9 de junio del 2010, señalando las normas y los requisitos establecidos.
Todo cuanto el hombre pretende tiene un límite que no puede sobrepasar.
En este caso crítico, el Presidente Barack Obama es el que tendría que dar la orden del
tan anunciado y pregonado ataque, siguiendo las normas del gigantesco imperio.
Mas, en ese mismo instante en que diera la orden, que es además la única que podría
dar debido al poder, la velocidad y el incontable número de proyectiles nucleares
acumulados en una absurda competencia entre las potencias, estaría ordenando la
muerte instantánea no sólo de cientos de millones de personas, entre ellas, un incalculable número de habitantes de su propia Patria, sino también de los tripulantes de
todos los navíos de la flota de Estados Unidos en los mares en torno a Irán.
Simultáneamente, la conflagración estallaría en el Cercano y el Lejano Oriente, y en toda
Eurasia.
Quiso el azar que, en ese instante preciso, el Presidente de Estados Unidos sea un
descendiente de africano y de blanco, de mahometano y cristiano. ¡¡¡NO LA DARÁ!!!, si se logra que tome conciencia de ello. Es lo que estamos haciendo aquí.
Los líderes de los países más poderosos del mundo, aliados o adversarios, con excepción de Israel, lo exhortarían a que no lo haga.
El mundo le rendirá después todos los honores que le correspondan.
El orden actual establecido en el planeta no podrá perdurar, e inevitablemente se
derrumbará de inmediato.
Las llamadas divisas convertibles perderán su valor como instrumento del sistema que ha impuesto un aporte de riquezas, de sudor y sacrificios sin límites a los pueblos.
Nuevas formas de distribución de los bienes y servicios, educación y dirección de los
procesos sociales surgirán pacíficamente, pero si la guerra estallara, el orden social
vigente desaparecerá abruptamente y el precio sería infinitamente mayor.
La población del planeta puede ser regulada; los recursos no renovables, preservados; el cambio climático, evitado; el trabajo útil de todos los seres humanos, garantizado; los
enfermos, asistidos; los conocimientos esenciales, la cultura y la ciencia al servicio del
hombre, asegurados. Los niños, los adolescentes y los jóvenes del mundo no perecerán
en ese holocausto nuclear.
Es lo que deseaba trasmitirles, queridos compañeros de nuestra Asamblea Nacional.
Estoy ahora en disposición de rendir cuenta por estas palabras, responder a las
preguntas que deseen hacerme y escuchar las opiniones de ustedes.
Muchas gracias.
[Publicado en Granma/Cuba - http://www.granma.cubaweb.cu].
“Si Obama no aprieta el gatillo porque hay una opinión mundial y todas las potencias exigiendo que no haya guerra, es cuando entonces los señores israelitas no se atreverán a disparar un cohete por su cuenta”.Entrevista concedida por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, a destacados
periodistas venezolanos: Vanessa Davies, Andrés Izarra, Walter Martínez y Mario Silva, el 8 de agosto de 2010 (Versiones Taquigráficas- Consejo de Estado)
Vanessa Davies.
— Saludamos al pueblo de Venezuela, al pueblo de Cuba y al pueblo de América Latina que nos va a acompañar a partir de este momento.
El Comandante Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana y líder continental ha hecho algunas reflexiones y algunas advertencias sobre la posibilidad de un holocausto nuclear. Hoy tendremos la oportunidad de compartir sus planteamientos y sus propuestas. Esta va a ser una conversación a varias manos, porque también estarán presentes, estarán participando: Andrés Izarra, presidente de Telesur; Walter Martínez, productor, moderador, conductor del programa Dossier, trasmitido por Telesur y por Venezolana de Televisión, y Mario Silva, también productor, moderador, conductor del programa La Hojilla, trasmitido por Venezolana de Televisión.
Comandante, muchísimas gracias por la invitación y por esta oportunidad.
Comandante, usted ayer planteaba en la sesión especial del Parlamento cubano que usted quería persuadir al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para que no diera la orden que daría el inicio, daría el pie a una guerra nuclear. ¿Por qué usted piensa que Barack Obama escucharía la voz de un líder latinoamericano para evitar un conflicto mundial?
Fidel Castro
—Yo no hablé como un líder latinoamericano, hablé como un representante
de nuestro país que ha estado insistiendo en ese problema, y, sobre todo, que ha estado meditando mucho, mucho, mucho sobre ese problema, algo que quizás mi situación de persona que ha estado luchando por la salud ha tenido oportunidad de hacer, pues es muy difícil que alguien, un presidente en funciones, un líder de cualquier país en funciones, que debe atender tantas cosas, pueda dedicar el tiempo que yo he dedicado a pensar en este problema. En muchos problemas he pensado, desde luego, pero este es el problema que tiene la máxima prioridad. Como expliqué en el mensaje a la Asamblea, esto surgió hace un mes y un día o dos, la gran preocupación; pero inicialmente era un poco más pesimista. A pesar de todo, pensaba que debía hacerse un esfuerzo si existía alguna posibilidad de supervivencia, y yo creía que la habría, especialmente en América Latina y el Caribe, que no amenazan a nadie, no poseen armas nucleares ni se supone que haya proyectiles apuntando hacia Rusia o hacia China. Tiene algunas bases, bueno, allí está una base cerca de Venezuela, la de los holandeses, ¿no? La de Colombia tiene aviones, no tiene armas nucleares, no hay un portaaviones parqueado allí, cuando vaya a Cartagena un portaaviones, puede correr un riesgo; pero creo que tiene que ser una casualidad, en primer lugar, y siempre habrá otros objetivos prioritarios, en el caso hipotético, que yo veo muy real, desde luego, de guerra nuclear. No creo que haya otra zona del mundo con las mismas condiciones de poca peligrosidad como potencial agresor que esta región del mundo.
Vanessa Davies.—Usted plantea que era menos optimista hace una semana y que ahora es más optimista ante la posibilidad de que Obama no dé la orden, ¿por qué?
Fidel Castro.—Sí, correcto, y yo te agradezco mucho que me interrumpas cada vez que quieras.
Vanessa Davies.—Gracias.
Fidel Castro.—Sí, era más pesimista. Después seguí pensando y llegué a una conclusión que, a mi juicio, es muy buena, es todo lo contrario: vi la posibilidad de que se salvara la paz, que se evitara la guerra nuclear, además, que es lo más importante, tú puedes ayudar a salvar la paz hoy, aunque dentro de un mes vuelva el peligro de guerra.
Yo dije, ¿cuáles son los mecanismos mediante los cuales se desata esta guerra nuclear?
Entonces es cuando comprendí que tiene que pasar por la decisión de un hombre, cuyo poder es muy relativo por muchas razones. Hay un enorme aparato militar sin el cual no puede existir el imperio, ese aparato militar ha ido cambiando, allí y en Rusia; en un momento dado, hace decenas de años y durante bastante tiempo, existía ya ese famoso maletín nuclear. Uno tiene derecho a preguntarse, bueno, ¿y para qué sirve ahora ese maletín? Se supone que el hombre razona bien, es perfecto, es brillante, es inteligente, no enloqueció, no bebió, es un hombre austero, consagrado por entero, que anda con su maletín listo para lanzar una bombita, otra, una respuesta aquí y así. Eso fue en un tiempo, y realmente no fue bien aprovechado, por poco se equivoca en los días de la Crisis de Octubre sobre todo, porque hay, desde luego, en las circunstancias de Cuba una experiencia. No es un grupo de aficionados que empiezan a hablar de problemas nucleares, sino hablamos desde un país que estuvo a punto de ser blanco de no se sabe cuántas armas nucleares, y estuvimos resignados, sin que por ello pretendiéramos ser más valientes que otros. Sencillamente era un sentimiento patriótico,
un sentimiento de dignidad nacional, fortalecido por una idea revolucionaria, por una lucha dura, en la cual habíamos puesto todas nuestras energías, en una situación de la
que fue muy consciente, no queríamos tales proyectiles aquí, nunca lo habríamos deseado, porque preferíamos mantener nuestra imagen de país que no era base militar
de nadie, y porque estimábamos que no hacía falta para que se nos ofreciera una
garantía, y suscribimos aquel acuerdo únicamente por espíritu internacionalista. No desearía tener que repetir la historia de cómo se llegó a aquella situación; pero por aquellos días tampoco Israel era potencia nuclear, eran potencias nucleares Gran Bretaña y Francia, aliadas de Estados Unidos, y la URSS —la República Popular China ni siquiera estaba reconocida en Naciones Unidas—, y entre aquellas potencias había una rivalidad muy grande, nacida de las dos bombas que en días infaustos, que se corresponden con fechas muy recientes, el día 6 nada menos, lanzaron la primera bomba nuclear sobre Hiroshima, y había una terrible competencia aérea, un área en la que tenía completa superioridad Estados Unidos; coheterilmente ocupaba un segundo lugar, en ella tenían superioridad los rusos; el arma nuclear se volvió arma termonuclear, que multiplicó su potencial destructivo. Cuando ingleses y franceses apoyando a Israel atacaron a Egipto, bajo la dirección de Nasser que nacionalizó Suez, los británicos y los franceses que habían sido los dueños de todo aquel territorio en la época colonial, no admitían eso. Francia había tenido nada más que el Líbano; Reino Unido, o Gran Bretaña, como quieran llamarla, tenía todo lo demás, incluido Iraq. Ustedes saben, bueno, la historia se conoce, cómo los romanos expulsaron a los judíos, como les llamaban, y estuvieron 2 000 años, como consecuencia de las propias demandas, entre ellas de Rusia, y una serie de factores históricos, estaban buscando un hogar; pero en 2 000 años allí se había establecido otra población, que incluso estaba desde antes.
Bueno, la población que hay en nuestro país, desgraciadamente, no es la indígena, es la
española, que se estableció hace 500 años.
Vanessa Davies.—Comandante, pero no nos ha dicho por qué es optimista ahora con
respecto a Estados Unidos, a la posibilidad de que no se dé la orden para una bomba
nuclear.
Fidel Castro.—Ah, muy bien, tienes razón, Vanessa, me alegro mucho que me
interrumpas. Fíjate, soy optimista por el mecanismo que te expliqué, trataba de explicarte que finalmente un hombre tiene que tomar la decisión, y ese hombre no es un Nixon, que era cínico; no es un ignorante terrible, como era Reagan; no es un imbécil loco, como es el señor Bush; no es un hipócrita consumado, como el padre de este caballero —yo podría citarlos a casi todos. Tampoco era, desde luego, un Roosevelt, ni era un Carter, dos hombres muy diferentes; pero en este caso uno mejor que los dos, en un sentido, ¡en un sentido!, no te voy a hablar de un sentido ético, sino vamos a llamarlo un caso de excepción, un hombre negro que llega a la presidencia de Estados Unidos, algo nunca visto ni previsto; siempre se consideró que tenía que ser un blanco inteligente, los otros eran descendientes de esclavos, eran africanos, además tenían otras religiones. Tenía que ser blanco y cristiano, sin excepción; bueno, Obama es cristiano, pero de origen africano, de padre musulmán, de un pueblo que es musulmán.
Digo: Se han reunido una serie de características en este hombre: es de origen negro y
es de padres musulmanes, y ha llegado a la presidencia de Estados Unidos como consecuencia de una crisis económica colosal, de una guerra estúpida, en que no hacen
más que llevar cadáveres de Iraq, muchos. Ya se sabe cómo fue aquella guerra, como se decidió, las mentiras, el hombre aquel en el portaaviones hablando de "misión cumplida". Todo eso lo conoce el mundo. En virtud de todos esos factores, incluida la tremenda crisis económica, llega a la presidencia Obama. Si llega a estar otro, la variante probable era la primera que yo concebí, pero al dar la casualidad de que estuviera éste, dije: la variante más probable es que sea la segunda. Porque ahora yo pensaba —me refiero al maletín nuclear—: ¿Para qué sirve el maletín nuclear? El maletín nuclear está de más, el hombre puede tomar la primera decisión, nadie la podría tomar por él, y es él el que la tiene que tomar; pero se trata de un hombre que, indiscutiblemente, no es un asesino, no es un individuo que esté deseándoles el mal a los demás; es político, estudió, tiene una cultura, es un excelente orador, contó con mucha simpatía —la está perdiendo ahora—, hoy ascendía a 44% el apoyo de la opinión pública, está ahí y es el que tendría que apretar el gatillo.
Vanessa Davies.—¿Puede ese hombre imponerse a los intereses del aparato industrialmilitar, Comandante, que quiere que haya guerra?
Fidel Castro.—Ahora me adelanto yo, Vanessa, no necesita imponerse, tiene esa
prerrogativa en la mano... Nadie puede apretar el gatillo por su cuenta, y él es el que
tiene el dedo en ese gatillo, por una vez; entonces está obligado a pensar muy
seriamente qué hace, porque no es un asesino ni mucho menos. Y hay síntomas
evidentes que empiezan a percibirse por parte de sus asesores. Él todavía no se ha dado cuenta de eso, pero uno lo conoce, yo leí el libro Los sueños de mi padre, escrito por él, de cabo a rabo, lo subrayé, volví a verlo, porque quería saber cómo era ese hombre; no había entonces ninguno de estos problemas, pero era un adversario y quería saber cómo era el adversario, lo estudié bien, hasta donde uno puede estudiar a una persona, y no tenía ninguna de esas características que lo convirtieran en un asesino, un tipo que experimentara placer, una especie de Nerón. Las actuales circunstancias obligan a un hombre como Obama a convertirse en un Nerón, que le prende fuego a Roma, la pone a arder; él tendría que poner al mundo a arder, tendría que decidir, en primer lugar, la muerte de cientos de millones de personas; ¡son más!, pero yo dije cientos para no parecer exagerado. Y, además, la primera consecuencia de su orden es que mueren todos los tripulantes de los portaaviones y hunden los barcos de Estados Unidos en la zona, los submarinos los van a hundir pero no van a tener quien los rescate, o los lleve o los recoja cuando salgan a la superficie.
Mario Silva.—Comandante, yo diría, ahora hacia América Latina. Usted decía ahora que a no ser que se estacione un portaaviones en el área del Pacífico, supongo, o en el Caribe, cerca de Colombia, para poder nutrir a las bases de mecanismos como para un ataque; sin embargo, en Costa Rica tenemos a 7 000 marines estacionados, hay un portaaviones y hay tropas allí, ¿no?
Fidel Castro.—Sí.
Mario Silva.—¿Podría ese conflicto girar hacia acá? ¿Podría irse hacia América Latina, caso específico, todos aquellos países en Latinoamérica, caso Venezuela, Ecuador, Bolivia, la misma Cuba?
Fidel Castro.—¿Volver qué?
Mario Silva.—O sea, ¿podría girar ese conflicto hacia acá, no como guerra nuclear pero sí como ataque a los países que están liberándose en América Latina?
Fidel Castro.—¿Ataque con qué armas?
Mario Silva.—Tienen 7 000 marines ahorita estacionados en Costa Rica.
Fidel Castro.—¿Con qué armas?
Mario Silva.—No, no, armas convencionales, no nucleares.
Fidel Castro.—¡Ah!, no, no hay problema.
Mario Silva.—Okey.
Fidel Castro.—La guerra se acaba antes de que lleguen; la guerra se acaba antes, los que van a contar son los proyectiles nucleares que se lancen unos a otros. ¿Qué sentido
tendría que empezasen a hacer una guerra para ocupar Brasilia? Desaparece el poder
antes, desaparece el orden, desaparece todo.
Mario Silva.—Yo no le decía con armas nucleares hacia acá, sino que giraran el conflicto hacia Latinoamérica con armas convencionales.
Fidel Castro.—Pero eso lleva tiempo, ¿cuántos días lleva, Mario? Si envían los
transportadores de tropas, ¿cuántas horas tardan por rápido que vayan? Desembarcar,
tomar posición, ocupar la ciudad, eso únicamente en la situación actual, sin guerra
nuclear, tendría algún sentido. ¿Te das cuenta? En Irán la guerra se vuelve nuclear,
desaparecen todas las causas que originan las intervenciones que conocemos hasta
ahora, Mario.
Vanessa Davies.—¿Irán cambiaría su actitud? Es decir, ¿Irán bajaría la cabeza para
aceptar las sanciones?
Fidel Castro.—Todo el mundo sabe que no.
Vanessa Davies.—¿Israel cambiaría de actitud?
Fidel Castro.—Israel es el único que no trataría de persuadir a Obama de que aguantara la guerra, porque es demasiado soberbio, muy prepotente, y entonces no le va a decir una palabra; lo más probable que haga..., bueno, si tiene tiempo, porque no se sabe lo que va a pasar allí; lo que hizo cuando Port Said, cuando junto a los franceses y a los ingleses atacaron a Nasser, que había nacionalizado el canal; entonces, a pesar de lo soberbios que son, siempre lo fueron, además temerarios pudiera decir..., ya más de una vez lo hicieron. Fue en la época de Cyrus, creo que en el año 70 antes de Cristo que puso cerco a Jerusalén y ordenó la expulsión de los judíos, como les llamaban. De modo que, sin embargo, cuando el incidente de Port Said, Jruschov amenazó con los cohetes, no dijeron nada, ni protestaron, simplemente se retiraron con los otros y habían destruido los aviones egipcios de factura soviética alineados en la pista. Nosotros aprendimos de aquella experiencia y nunca tuvimos los aviones en hilera. Cuando atacaron nuestras bases en Girón, nuestros aviones estaban desperdigados. No era cuestión de tenerlos en hilera. En Egipto, cual si fueran castillos de naipes, los aviones fueron barridos.
Vanessa Davies.—Comandante, para darle la palabra a nuestro compañero Andrés Izarra y a Walter Martínez, quisiera preguntar algo más. Usted plantea que potencias como Rusia y como China —lo dijo ayer— están haciendo lo imposible para evitar la guerra nuclear, y usted dijo que sabía que estaban haciendo gestiones concretas. Quisiéramos que nos contara qué gestiones, qué se está haciendo desde Rusia y desde China para evitar el conflicto nuclear.
Fidel Castro.—Si supiera mucho, no tendría derecho a decirlo. Sé lo que pienso y sé por síntomas concretos qué les preocupa, qué piensan. Es gente que desea la paz más que nadie, y están actuando. Mira, yo te voy a citar un ejemplo. Cuando se dice ahora que Rusia está sufriendo una catástrofe, nadie lo duda, porque es una realidad que la está sufriendo, y están tomando un montón de medidas. Aquí no solo por lo que dice este sitio web Kaosenlared, sino por cosas que sabemos en concreto de la situación allí, que tienen 50 grados de temperatura. Que Moscú está en una situación seria, que el aire es irrespirable. La consigna es abandonar Moscú todo el que pueda, o no salir a la calle nadie.
"Esta catástrofe me recuerda las consecuencias del cambio climático que el autor del documental Home, Yann Arthus-Bertrand, el más prestigioso especialista sobre el tema, mostró con el apoyo de los mejores especialistas del mundo en ese documental."Y nosotros sabemos, porque hemos ofrecido cooperación. ¿Qué cooperación podemos brindar? Bueno, tenemos brigadas médicas. Si piden 100 médicos, si piden 300, se los podemos enviar, porque afortunadamente nuestro país cuenta con esa gente que se ha preparado a lo largo de muchos años, y sabemos lo que desean. Desean, en cuanto se pueda, ir enviando a los pilotos de aviones y helicópteros y a los que están haciendo los mayores esfuerzos en la crisis, para que tengan un descanso, y después irlos renovando. No les interesa, con toda razón, ayuda médica ahora. Nosotros sabemos todo lo que está pasando allí, y resulta lógico lo que están haciendo. No tenemos necesidad de registrar los archivos de los líderes de esos países para saber lo que están haciendo, Vanessa. Es por eso que digo de esa forma y respondo a tu pregunta.
Andrés Izarra.—Comandante, el rol de Rusia en todo este asunto, Rusia ha sido por su propia influencia sobre Irán, un país sobre el que muchas de las tensiones o la posibilidad de diferirla, ha pivoteado en torno a la acción de Rusia; sin embargo, públicamente ha manifestado, ha tenido posiciones en contra de Irán y la posesión de armas atómicas por parte de Irán, incluso anunciando sanciones. ¿Cómo ve usted esto y cómo ve que puede ser el rol de Rusia ante esta posición un poco ambigua para disuadir un conflicto atómico?
Fidel Castro.—Mira, nada es justo desde el momento en que un grupo de países tiene el arma nuclear y le prohíbe a los demás y no quieren que la tengan, invocan una cosa
importante: que no quieren que haya guerra nuclear, que no quieren que los demás
posean armas nucleares; pero mientras sostienen esa posición, fabrican todas las que
pueden, sin límites, al extremo de que ya tienen, entre las dos grandes potencias, más
de 18 000 armas nucleares; muchos miles sólo en Estados Unidos, estoy dejando un
margen para Francia, para Gran Bretaña, para China, para Paquistán y para la India,
asignándole por supuesto —como se conoce muy bien, y lo saben aquellos que en
Noruega se dedican a esos temas— cientos de armas nucleares que tiene Israel; Estados Unidos contento, aplaudiendo y suministrándoles los aviones más modernos que existen, apoyándolos diplomáticamente, abasteciéndolos con miles de millones de dólares en armas, porque es el mercado que endulza la vida, hace felices al complejo militar industrial que Eisenhower, inocentón, descubrió un día, cuando estaba próximo ya a abandonar la presidencia de la República. Muy inocente, pero preparó la invasioncita a Cuba en Girón y pidió que no dijeran nada. "Jure todo el mundo que no van a decir una palabra." Bueno, todos esos papeles después los publicaron, porque no pueden controlar ni siquiera los secretos. Ya están en esa situación... Otro elemento más demostrativo de que no pueden controlar los secretos. Fíjate que un muchacho de la Inteligencia ha suministrado 240000 documentos al grupo, y ahora lo quieren meter preso, que no pueden publicar eso, y de eso se ríen los otros. Hoy mismo había un cable. ¿Cómo se llama el grupo ese?
Mario Silva.—WikiLeaks.
Fidel Castro.—WikiLeaks, que sí, que sí, que lo van a publicar, todo lo que saben lo van a publicar, y el Pentágono gritando: "No es posible, porque van a hacer un gran daño." Ya no pueden controlar ni los secretos. Entonces, esa es la situación. Se le escapan del control todas las cosas que están haciendo.
Andrés Izarra.—Mirando un poco a la región, y dentro de este juego geopolítico, la
situación entre Cuba y Estados Unidos. Usted ha anunciado la próxima liberación de los Cinco. Quisiéramos saber un poco, que abunde usted en esa dirección...
Fidel Castro.—¿El día, el día que los van a liberar?
Vanessa Davies.—¿Por qué lo dice?
Andrés Izarra.—...si puede usted ahondar en ese anuncio y luego qué significaría. ..
Fidel Castro.—Podemos poner nerviosos a los compañeros, no te digo... vaya, quizás con un error de 72 horas, es un margen; pero a uno no le gusta decirlo, porque se preocupan si uno declara algo de lo que va a pasar, porque pareciera que uno está haciendo el papel de adivino o algo así, y no hay ninguna adivinanza en esto, y por eso yo a la diputada le dije que una semana me parecía demasiado poco tiempo, y diciembre me parecía mucho tiempo. Podíamos decirle muchísimo tiempo, podríamos decirle: Bueno, pues casi tres veces o alrededor del tiempo que se necesita. Ahora deduzcan ustedes lo que prefieran de mis palabras.
Andrés Izarra.—¿Qué significaría eso para la relación Cuba-Estados Unidos? ¿Podríamos entrar en una nueva etapa? ¿Pudiera ser un primer paso para romper el bloqueo...?
Fidel Castro.—¿Nosotros? ¿Para qué? No me preocupo por eso, yo estoy olvidado de eso. ¿Para qué? Únicamente, bueno si venden algo, mientras valga algo... pero esa no es tarea mía. Lo mío es decir las cosas y los acontecimientos para que cada cual decida. Tú debes comprender que los compañeros no son gente que tú los vas a llevar del dedo o de la mano a hacer las cosas, y lo que yo quiero es que piensen, y creo que estamos avanzando muchísimo en eso; pero no solo que piensen los compañeros nuestros, los de ustedes también, es muy bueno que los de ustedes piensen, no solo los compañeros venezolanos, sino que todos los que se reúnen allí piensen. Los que forman parte del ALBA, del MERCOSUR y de todo que piensen, no les pido nada, no critico a nadie, ni siquiera al nuevo Presidente de Colombia, que tiene el mando ahora.
Ayer escuché su discurso muy devotamente, cada palabra que pronunció, más o menos
una hora y diez minutos, hasta la última palabrita. Cada hijo, la señora, yo estaba
contento viendo lo feliz que estaba la señora diciendo que ahora sí. Pareciera que
empieza la historia; pero, bueno, lo escuché todo, y los escuché a todos.
Andrés Izarra.—Una última pregunta, Comandante, antes de pasarle la palabra a Walter, ya que usted menciona el tema de Colombia, y un poco atando lo que dice Mario.
Fidel Castro.—Incidentalme nte, ¿sabe?
Andrés Izarra.—Sin llegar a los puntos de ebullición de dos zonas geopolíticas a que
usted ha hecho referencia, el asunto de las Coreas y el asunto del Medio Oriente.
Recientemente en Suramérica hemos tenido unos niveles de tensión importantes y se ha
destacado en varias oportunidades el rol de Colombia como el Israel de América. Esas
tensiones que se vivieron y que de alguna forma siguen, porque las relaciones entre
Colombia y Venezuela siguen rotas, ¿qué opinión le merece a usted esta situación? ¿Qué análisis hace usted de este rol que está cumpliendo Colombia y de estas tensiones que están surgiendo en Suramérica, a raíz de ese rol de un gobierno militarista, guerrerista que tenemos en la región?
Fidel Castro.—Yo opiné sobre todo eso, lo escribí en las reflexiones.
Andrés Izarra.—Usted tiene un libro sobre eso, incluso.
Fidel Castro.—El libro "La paz en Colombia" fue muy inicialmente, me costaba mucho más trabajo hacerlo todo, porque yo salí de una situación de mucha gravedad, no creí que iba a recuperarme. Bueno, entre otras cosas, para darte una idea, tenía el accidente, para volver a escribir yo tuve casi que aprender a escribir otra vez, y cuando escribía, volvía a arreglar. Una dedicatoria casi no la podía hacer, ya no era solo el brazo, yo estaba aprendiendo a escribir casi, sino que volvía a repetir, porque queda el trauma, qué tiempo estuvo uno sin conocimiento; en fin, pero tuve que hacer grandes esfuerzos, y por aquellos días escribí y dije algunas cosas, hice un poco la historia de
Centroamérica, del movimiento revolucionario. Me acordaba mucho de Tarek William Saab, de allá de Anzoátegui, que venía, que estuvo en Paquistán, que visitó nuestra brigada, y había leído con indignación cómo se quejaba de que los yankis le habían enviado a Villalobos, que estudió en la Universidad de Oxford nada menos, era el revolucionario. Todo eso se asocia con la muerte de un poeta, un gran poeta allá, que cuando lo acusaban de eso a uno le parecían calumnias, mentiras de las tantas que dicen. Bueno, cuántas horas dediqué yo a ese problema de El Salvador y a la lucha en El Salvador, y a cada uno de los combates aquellos; y en las transferencias de tecnología de Viet Nam, cómo era entrenada la gente que penetraba en grupitos de hombres, cómo es que un puñado de combatientes liquidaron una brigada completa en Valparaíso, una brigada completa, y a la hora en que hicieron todo eso. Es decir, estaba familiarizado, y no era poco mi asombro cuando vi que le estaban enviando a Venezuela, a la Revolución Venezolana, a un gobernador de uno de los estados más ricos de Venezuela, un asesor para que le dijera cómo había que gobernar. En esos días yo estaba recuperándome, hice un esfuerzo. Nunca estuve de acuerdo con los prisioneros que retenían meses y años, tenían que sufrir mucho aquellos hombres cautivos. Estaba de acuerdo totalmente con las aspiraciones de Marulanda, que era un
revolucionario verdadero, un hombre que quería cambiar aquella situación, es una
historia que se conoce muy bien. Está el historiador Alape, un magnífico historiador, yo lo conocía muy bien, sabía de eso, de todo; en fin, los personajes de aquella época yo los conocía y conocía sus políticas, además, eran partidarios de la paz y de la unidad; pero les mataron mucha gente. Eran del partido comunista, se separaron los de Marulanda y se separaron porque defendiendo la paz el partido comunista los llevó a compromisos que la oligarquía no cumplió, le mataron miles de cuadros. Entonces Marulanda reacciona y dice que nunca más discutiría con esa oligarquía, que era tiempo perdido, y yo lo defendí; pero no podía estar de acuerdo con los prisioneros aquellos y que estuvieran pidiendo rescate por ellos, porque en el libro de La victoria estratégica —eso salió publicado hace unos días— se puede demostrar cuál fue nuestra política de guerra y nosotros ganamos la guerra por nuestra política, no por nuestra fuerza. Nuestra fuerza era insignificante, pero no se sabe lo que puede una fuerza insignificante apoyada en la moral y en la razón. ¿Cuántas armas tenía Batista? Tenía 100 000. ¿Cuántos hombres? Cien mil hombres, entre soldados, marinos, policías, etc. ¿Quién los suministraba? Estados Unidos, armas modernas. ¿Qué teníamos nosotros? Unos pocos fusiles que fuimos recogiendo y lo demás se lo íbamos arrebatando al enemigo, y, al final, en menos de dos años, en menos de dos años, en siete u ocho meses derrotamos al régimen y nos apoderamos de las 100 000 armas totalmente, las 100 000 armas aproximadamente, no solo por nuestra fuerza, sino por nuestra moral.
Entonces no podíamos estar de acuerdo, no se gana jamás la guerra si los prisioneros. .., quién va a querer caer prisionero. Cuando tú matas a los prisioneros lo que ocurre es que te cuesta mucho más. Un hombre con un fusil ametrallador, atrincherado detrás de la doble rueda trasera de un camión, si cae en una emboscada, no se sabe cuánta gente
puede matar, y lo hace aun sabiendo que si cae prisionero no lo matan, imagínate que
esté convencido de que lo matan, o va a soportar durísima retención durante años ¿qué
soldado quiere caer prisionero? Eso lo critiqué siempre.
Era partidario de la paz en Colombia, por eso se llama así el libro La Paz en Colombia, es todo lo que pienso en torno a eso. Ahí está plasmado el pensamiento con relación a
Colombia y el porqué de nuestras posiciones, que son inexpugnables, porque son justas, porque son limpias. Teníamos razón en desear la justicia y teníamos razón en promover que hubiera la paz en ese país, y éramos partidarios de la lucha, porque si usted no la puede obtener por otras vías entonces la tiene que obtener por la vía de las armas, es como se han hecho todas las revoluciones, hasta que llegó un momento en que ni los imperios ni los revolucionarios pueden alcanzar sus objetivos por la vía de las armas. Mira la conclusión: ni el imperio ni los revolucionarios. Alguien dice: Bueno, ahora voy a buscar un fusil. ¿Qué armas va a buscar? Un fusil. ¿Un fusil o una pequeña bomba nuclear, qué es lo que va a buscar para...? ¿Y qué vas a hacer, matando lo vas a conseguir? Esas son las ideas que yo digo, los conceptos. Si uno piensa con los conceptos de antes, no saca esas conclusiones.
Andrés Izarra.—Comandante, ¿usted cree que haya alguna posibilidad de que Colombia ataque a Venezuela?
Fidel Castro.—No hay ni la más remota posibilidad de que Colombia ataque a Venezuela.
Vanessa Davies.—¿Por qué?
Fidel Castro.—Primero, porque no le interesa; segundo, porque no puede; tercero,
porque no quiere; cuarto, porque sabe que las consecuencias serían desastrosas. Creo
que ya son cuatro razones.
Walter Martínez.—Comandante, han estado flotando en este diálogo temas muy
importantes. Hace pocos momentos usted hablaba de la crisis de Suez, que nos trae varias lecciones que podemos extrapolar. Pero, ya que acaba de hacer una referencia tan contundente, voy a remontarme al senador Paul Coverdell, el ponente fundamental del primer Plan Colombia. Paul Coverdell murió el 18 de julio del 2000, senador de la derecha estadounidense, cuando convenció al Congreso para que diera los fondos para el primer Plan Colombia, hizo una síntesis truculenta, pero que vale todavía.
Habida cuenta de la importancia geopolítica, económica y estratégica y el poderío desde el punto de vista energético que representa Venezuela, Paul Coverdell hizo una síntesis ante el Congreso de Estados Unidos y dijo: "Para controlar a Venezuela necesitamos ocupar militarmente a Colombia." El Congreso le dio los fondos para el primer Plan Colombia, pero a condición de que hubiera en el terreno jueces militares que pudieran in situ, juzgar de inmediato a cualquier militar colombiano que estuviera en contubernio con los paramilitares, los que violaran los derechos humanos y los que llevaran por delante las reglas éticas de la confrontación. Pero el eje era: "Para controlar a Venezuela necesitamos ocupar militarmente a Colombia." Han evolucionado el tiempo y las circunstancias, Colombia ahora tiene siete y más bases militares estadounidenses, ya nadie duda de que la mayor riqueza energética está en Venezuela, ahora ya a escala planetaria. Después que logramos controlar, sacar a las trasnacionales aparecieron las verdaderas riquezas y lo que nos tenían oculto. ¿Cómo juega esta frase y esta realidad, habida cuenta de la presencia con inmunidad de las tropas estadounidenses y las israelíes en territorio colombiano?
Fidel Castro.—Sí, ¿y qué más? ¿Qué hace falta para poder llevar a cabo el plan de
este...?
Walter Martínez.—Coverdell.
Fidel Castro.—Yo no me voy a tratar de aprender el nombre, ya tú lo tienes...
Walter Martínez.—Es que además Coverdell era el vocero de una política; no importa Coverdell que ya murió, la política sigue en pleno desarrollo.
Fidel Castro.—Y ya por fin han logrado tener las bases, ya tienen a Colombia, todas las bases que quieren. ¿Y qué más necesitan?
Walter Martínez.—En principio voluntad política.
Fidel Castro.—No, vamos a suponer que tienen la voluntad de atacarla. Tiempo, es una de las cosas que necesitan.
Walter Martínez.—La maniobra es espacio y tiempo; el espacio lo tienen.
Fidel Castro.—Tiempo; pero no lo van a tener, no van a tener tiempo de hacer eso, nada, ni un 5% del tiempo que necesitarían para llevarlo a cabo. Aparte de que ellos aspiran antes...
Digamos una cosa: que la Revolución Bolivariana fracase, que es uno de los objetivos
que ellos buscan; ellos piensan en usar las armas como último recurso. ¿Cuál es la hora
de último recurso? Después que hayan hecho todos los esfuerzos, como lo hicieron para derrocar al gobierno revolucionario en el 2002, y agotarán todo ese expediente, y cuando lo consigan serán felices y dirán: "Vean, qué inteligentes somos, lo hemos resuelto todo con los medios de..., hemos usado la otra artillería: la publicidad, la mentira y los hemos puesto fuera de combate". Así que las posibilidades se reducen mucho.
Así era todo, así invadieron Iraq, bueno, en otros tiempos en que no existían esas armas, así ocuparon a Cuba y le impusieron la Enmienda Platt, le impusieron esa base naval de Guantánamo; así han impuesto los cientos de bases militares que tienen en todo el mundo, en todos los continentes, unidas a las de sus predecesores los ingleses y sus suministradores ideológicos, los franceses, porque esta Francia, es el resultado de aquella revolución tan justa, que es la Revolución burguesa, que evolucionó hasta ser
hoy el imperio. De modo que todo está muy claro, muy explicado, es muy lógico. Y creo que las posiciones que nosotros sostenemos no se apartan en absoluto de esa lógica, Walter.
Vanessa Davies.—Comandante, usted plantea y también con base en la pregunta y el
comentario que hacía Walter, ni el imperio ni la revolución van a lograr el poder por la vía de las armas, de las armas que conocemos, es decir, la revolución armada o lo que le contestaba Walter ahora. ¿Cuáles son las armas ahora para hacer la revolución y cuáles son las armas del imperio?
Fidel Castro.—Divulgar la realidad de lo que va a ocurrir y te voy a decir por qué.
Vanessa Davies.—¿La comunicación es el arma?
Fidel Castro.—Bueno, yo creo que ustedes tienen el arma nuclear en las manos,
ideológica, y si ganan esa batalla habrán derrocado al régimen, y no harán falta las
revoluciones. ¿Qué te parece?
Vanessa Davies.—Me parece increíble.
Fidel Castro.—Bueno, es así.
Vanessa Davies.—Solamente la batalla la vamos a agarrar, tomando las palabras de
Walter, en el terreno de la comunicación.
Fidel Castro.—Sí, ahí la tienen ustedes.
Bueno, de la trasmisión de una idea, porque ayudarán a que nuestro hombre no se
equivoque.
Walter Martínez.—Si usted me permite.
Hace tiempo que desarrollamos una teoría que era de que hay dos teatros de
operaciones: el teatro real, sea militar, crisis política, crisis gerencial, y un teatro paralelo
o alternativo que es la versión de esto en los medios de comunicación. Y en un mundo
interconectado vía satélite, donde la información es parte de toda estrategia uno puede
estar perdiendo en el teatro de operaciones, pero si logra convencer de que está
ganando, al menos ganará tiempo, y si está ganando, pero no lo sabe vender en el teatro
de la comunicación, es como si no ganara, ¿es por ahí que viene lo que usted nos acaba de decir, del poder de la comunicación en un mundo interconectado vía satélite y el tiempo real?
Fidel Castro.—El poder de la comunicación estuvo en manos del imperio, usó y abusó de ese poder, y al fin y al cabo hoy todo lo que ocurre en el mundo es producto de eso; por todos los medios han fabricado el poder que tienen y pretendían conservarlo, pero no pudieron, así que tienen que resignarse ahora.
Vanessa Davies.—¿Quién, el imperio o nosotros?
Fidel Castro.—¿Quién?
Vanessa Davies.—¿Quién debe resignarse?
Fidel Castro.—Tú sabes bien que es el imperio (Risas).
Vanessa Davies.—El imperio es el que debe resignarse.
Walter Martínez.—O sea, WikiLeaks se convierte en algo así como una guerrilla de los años sesenta.
Fidel Castro.—Habrá que hacerle una estatua.
Vanessa Davies.—A WikiLeaks.
Fidel Castro.—Habrá que hacer unas cuantas estatuas.
Vanessa Davies.—¿A quién más le haría las estatuas en este momento?
Fidel Castro.—Bueno, a ustedes, no pueden subestimar.. ., fíjense, fíjense que ustedes han estado martillando todos los días; además, ustedes han estado apoyando a la revolución, y esa es una revolución que ha conmovido el hemisferio. Y para nosotros
significó mucho en los momentos más difíciles del período especial, de dónde vino una
ayuda que le ahorró enormes sacrificios a nuestro pueblo que lleva casi 50 años
luchando, cuando estos creían que lo tenían todo, estaba el señor Bush ya a punto de
nombrar, ya creo que tenía a un gobernador para..., y ustedes han apuntalado todo eso,
¿no merecen una estatua, díganme? ¿Y todos los medios de allí en manos de quién
estaban?, de la contrarrevolució n, ¿y quiénes fueron los que defendieron las ideas
revolucionarias? , ustedes. Así que no exagero, ni es un elogio que yo esté fabricando
aquí para ustedes.
Vanessa Davies.—Usted habla de ideas nuevas, entender el mundo de otra manera, no
como lo hemos entendido las revolucionarias y los revolucionarios hasta hoy. ¿En qué
nos equivocamos cuando analizamos el mundo con las viejas ideas? ¿Y cuáles son esas
ideas nuevas, esas nuevas herramientas para el análisis de las ideas?
Fidel Castro.—Yo creo que eran correctas las ideas. Las ideas no eran incorrectas, hoy se quedaron como ideas de otra época.
Vanessa Davies.—¿Y cuáles son las ideas de esta época, entonces?
Fidel Castro.—Bueno, la primera es evitar la guerra, y las demás están por elaborar. Pero sí, las demás, cómo va a ser la sociedad, cómo se van a administrar los bienes y los servicios, cómo se van a obtener las fuentes renovables de energía¼
¡Caramba!, por aquí tengo algo.
Mario Silva.—El proyecto HAARP.
Fidel Castro.—Ustedes verán, ustedes verán.
Vanessa Davies.—Pero, Comandante, son esos temas sobre los cuales hay que pensar: el ambiente, la ecología, nuevas formas de política.
Mario Silva.—Nueva sociedad.
Vanessa Davies.—Estas son las nuevas ideas, que usted dice: bueno, las ideas de antes eran correctas; pero hay que incorporar otros elementos. La ecología es un elemento, es una preocupación central que usted ha expresado.
Fidel Castro.—Sí, sí.
Vanessa Davies.—Las formas de relación económica, por ejemplo, ¿cómo se las
replantearía, al plantearse un modelo...?
Fidel Castro.—No pueden ser capitalistas, porque no vamos a reconstruir otra vez lo
mismo y ahora, con todos los conocimientos de que se dispone, y digo que no podemos reconstruir lo mismo, yo no podría decirte cómo lo van a hacer, entre todos tenemos que hacerlo; pero esta es una humanidad que sabe leer y escribir y que el mundo tiene no se sabe cuántos científicos, que no se destruya todo eso. Si logramos que se preserve, es de esperar que logremos que se use, que las inteligencias trabajen. Si han trabajado para provocar la autodestrucció n, la desgracia, la infelicidad. ..
Yo aquí mismo escribí: "En el documental 50 años después de Hiroshima, se ven los
cadáveres calcinados y casi transparentes de los niños que perecieron en los vientres de
las madres, son imágenes horribles". ¿Vamos a reproducir eso?, es imposible que la
inteligencia del hombre se dedique a eso, no puede, no puede, sencillamente.
Mario Silva.—Ya el capitalismo no es viable, simple y llanamente. O sea, ni siquiera como arma de...
Fidel Castro.—Pertenece a la prehistoria.
Mario Silva.—Exacto.
Fidel Castro.—Resulta que Marx tenía toda la razón.
Vanessa Davies.—¿Pero el socialismo pertenece a la prehistoria también?, como dicen
sus adversarios.
Fidel Castro.—No, es lo único... ¿Qué es el socialismo?, es una pregunta que tenemos
que hacernos.
Vanessa Davies.—¿Qué es el socialismo para usted ahora, siglo XXI?
Fidel Castro.—¿Para mí?, el comunismo, el que el propio Marx definió como comunismo:
de cada cual según sus posibilidades, a cada cuál según sus necesidades. Claro que
estarán por definir cuáles son las necesidades, no las de un avión ni un barco para andar por el mundo pescando y gastando todo el combustible. ¿Eso es de los hombres
inteligentes? ¿Te imaginas?, ¿de los hombres y las mujeres inteligentes? —vamos a
recordar aquello que dice Chávez, sin cambiar el idioma. Sí, porque yo trato de ahorrar
palabras, si en cada una de las cosas tengo que decir los científicos y las científicas, el
otro y la otra, se me enreda más de lo que es ya de por sí enredado el modo de explicar
las cosas.
Andrés Izarra.—Comandante, yo quisiera virar un poco la atención sobre Venezuela.
Fidel Castro.—Sí.
Andrés Izarra.—Venezuela va de nuevo a un proceso electoral ahora en septiembre.
Fidel Castro.—Sí, tal vez (Risas).
Andrés Izarra.—Que lo hemos calificado como un proceso de mucha importancia.
Fidel Castro.—En período de tránsito, sí.
Andrés Izarra.—Es de prever que la oposición regrese al Parlamento con alguna
representació n y eso, ya de por sí, va a ser un evento político que va a obligar a la
Revolución a entrar en una nueva etapa. Usted que ha sido tan estudioso de la
Revolución Bolivariana, que ha sido un faro para la Revolución Bolivariana en muchas de las decisiones, y por el ejemplo que Cuba revolucionaria representa para nosotros, ¿esta fase en que entra Venezuela en el período electoral, cómo la ve usted, qué análisis hace usted, qué recomendaciones hace usted a la dirigencia de la Revolución y al pueblo venezolano sobre este proceso?
Fidel Castro.—Te voy a responder.
Lo que dije hace un minuto, un segundo, pudiera parecer una crítica a lo que están
haciendo en Venezuela, y realmente no lo es, yo creo que lo que están haciendo es
absolutamente correcto, las verdades, la explicación que da Chávez de lo que es el
socialismo y lo que significa, lo que ha significado para millones de personas en todos los sentidos, es lo que deben hacer, porque ustedes qué van a hacer ahora, es lo que tienen que hacer y seguirlo haciendo hasta el final. Bien, si ocurren cosas mejores, no hay que ponerse triste por eso. A mí me hizo gracia porque como estábamos hablando de fechas y de cosas, yo dije: va y coincide con las elecciones que son..., ¿es el 23?
Andrés Izarra.—Son el 26.
Mario Silva.—El 26 de septiembre.
Fidel Castro.—El 26, bueno, tres días más, está, según cálculos míos, en un período de tránsito. Si viene algo mejor, espero que ustedes se sientan sumamente felices de que
haya ocurrido algo mejor.
Vanessa Davies.—¿Algo mejor como qué, Comandante?
Fidel Castro.—A lo mejor que no haya ya ni siquiera imperialismo. Fíjate, es duro, pero, bueno, ¡qué vamos a hacer! (Risas.)
Vanessa Davies.—Comandante, pero es muy pronto.
Fidel Castro.—Bueno, me mandan a mí para un manicomio, saben (Risas), búsquenme un lugarcito allí.
Vanessa Davies.—Es muy pronto, Comandante, para decir que el imperialismo se va a caer en menos de un mes.
Fidel Castro.—Bueno, ¿y qué yo debo decir, que va a durar un siglo, que va a durar 10 años, que no va a haber guerra? ¿Qué yo voy a decir? Porque se supone que el plazo que estableció la Resolución del Consejo de Seguridad vence el 7 de septiembre, como 19 días, creo, que es antes de las elecciones que ustedes tienen anunciadas. Para que haya elecciones, primero no tiene que haber guerra, y si no hay guerra, ni cesa el
imperialismo ¿qué pasa? Vanessa, no te eches tú la culpa, échamela a mí, por favor. Es
lo que afirmo, pero no es un capricho, es un hilo de pensamiento.
Walter Martínez.—Comandante, usted nos planteaba con mucha exactitud un escenario probable de esta situación que parece estar en cuenta regresiva con respecto a un posible conflicto con Irán, y con mucha precisión usted decía: En el momento en que intenten detener un buque iraní para inspeccionarlo, Irán no va a permitir eso, y ahí
puede generarse el casus belli, y centenares de misiles van a caer sobre la flota
estadounidense. Usted también dijo: Los iraníes, más cercanos que nosotros a la idea de la muerte. Yo avalo eso por mi limitada experiencia cuando cubrí un tiempo la guerra entre Iraq e Irán, y aquello llegó a un momento de estancamiento, porque Saddam Hussein podía matar — voy a ser groseramente hipotético— 10 000 iraníes y le mandaban 20 000; le mandaban 20 000 y los mataba, y le mandaban 40 000, y creo que fue usted mismo quien dijo que eran capaces de limpiar los campos de minas caminando sobre las minas para que los otros pudieran venir a combatir. En ese escenario, parecería que es inevitable una confrontación en esas latitudes, ¿cuál es su punto de vista?
Fidel Castro.—Tú estuviste allí, ¿eh?
Walter Martínez.—Estuve cuando la guerra entre Iraq e Irán, recorre desde Chat-el-Arab hasta la frontera turca, donde están los kurdos.
Fidel Castro.—¿Y viste eso?
Walter Martínez.—Llegó un momento en que se estancó, porque ya Saddam Hussein no tenía nada más que lanzarles y ellos no se replegaban. La refinería de Abadán estaba
ardiendo, en Chat-el-Arab; se estancó, llegó a una posición de cierta quietud en el frente
sur, ya no había nada más que ofrecer para decidir la balanza desde el punto de vista
estratégico.
Fidel Castro.—¿Te acuerdas que todo el mundo competía por venderle armas a Iraq, todo el mundo, los ingleses vendieron el acero para un cañón de largo alcance, los soviéticos vendieron todos los proyectiles aquellos cuyo alcance alargaron? En fin, el gran negocio de las armas. Yo discutí, no con los iranios, discutí con los sirios; estaba el canciller aquí en una reunión, y yo decía: "No debieran cruzar la frontera", y el sirio decía que sí, porque los soviéticos cuando invadieron la URSS no se detuvieron en la frontera, siguieron hasta Berlín. Le digo: "Yo no estoy discutiendo problemas legales, no estoy discutiendo problemas morales, estoy discutiendo problemas políticos. ¿Y por qué no llegan hasta El Cairo de una vez? ¿Por qué no llegan hasta El Cairo? Les reiteré". Le quitamos nosotros a Iraq el derecho a ser sede de la siguiente Cumbre de Países No Alineados que le habíamos designado. Bueno, no se sabía dónde iba a ser. Le escribí una carta a cada uno de los miembros del Movimiento, porque no podíamos realizar la reunión formal, y propuse me autorizaran a designar a la India; respondieron que ellos estaban de acuerdo, y así se decidió, que el próximo país de reunión de No Alineados sería la India. Saddam era muy amigo nuestro, porque cuando no estaba en guerra con nadie, estaba empleando bien los recursos; ya desde antes de ser presidente nosotros lo atendíamos, le prestamos servicios importantes relacionados con la salud, y era muy amigo de nuestro país que siempre tuvo una situación apretada; entonces tuvimos que hacer aquello. Los iranios entraron en Iraq y llegaron a la ciudad aquella próxima a la desembocadura del Eufrates y allí establecieron sus fortificaciones y nidos de ametralladoras, estaban cercados por los iraquíes y con ellos los asesores soviéticos, esos que sí sabían cómo se demolían las defensas, porque a cada nido de ametralladoras le disparaban con un cañón en tiro directo; destruyeron todos los nidos de ametralladoras a los iranios y estos tuvieron que retirarse de la ciudad aquella. ¿Por qué? Le dije al canciller: "Mire, no convierta una guerra de agresión en una guerra patriótica por parte de los iraquíes. Ese es el cálculo político que hago, no cometan ese error". El canciller sirio ni respondió. Se metieron, los iranios no llegaron a El Cairo, no llegaron a ninguna parte, no pudieron retener la ciudad y en definitiva, tuvieron que retirarse. Tú eres testigo de todo eso.
Y Ahmadineyad era el jefe de los Guardianes en la región noroccidental, el jefe total era
Khomeini, que más adelante le escribió una carta a Gorbachov, y Gorbachov me envió
copia de la carta. Bueno, en la carta argumentaba, le hacía una fuerte crítica, y
Gorbachov casi...; bueno, envió copia y se reía: "Mire qué falta de realismo, decía,
escribiendo esta carta".
Yo le daba la razón, en el fondo, a Khomeini, porque tenía toda la razón del mundo en la crítica que le hacía a Gorbachov. Fue por aquellos días —creo recordar algo más,
Walter— que Gorbachov me escribe, manteníamos relaciones, él hizo una visita aquí; yo fui duro, sin ofenderlo, y decía Gorbachov en una de las cartas que lo había visitado Felipe González; bueno, me pintaba a Felipe como el non plus ultra de los socialistas. Yo lo siento mucho, pero yo no pienso así. Y decía: "Viene a asesorarnos sobre lo que debemos hacer".
Walter Martínez.—¿Quién decía eso?
Fidel Castro.—Gorbachov.
Walter Martínez.—Gorbachov de Felipe González, ¿no?
Fidel Castro.—Sí.
"Viene para asesorarnos de lo que debemos hacer", me comunicaba aquello. Y, ¿quieres que te diga una cosa? Ahora tú me preguntas, ¿cómo era Gorbachov? Y te
digo que a Gorbachov yo lo conocí cuando era como un látigo, haciendo críticas de la
dirección del Partido, críticas muy fuertes, y defendía cosas correctas, era opuesto a los ingresos no provenientes del trabajo. Decía: "No estoy de acuerdo con los ingresos no provenientes del trabajo". Sabía que el alcohol ocasionaba un gran daño y lo combatió. El azúcar que nosotros les suministrábamos ya no les alcanzaba, porque los rusos son expertos en manejar los alambiques y te convierten el azúcar en un buen Vodka; Gorbachov no prohibió, pero puso caro el Vodka, puso baratos los juguetes, y tomó una serie de medidas que tú no puedes menos que estar de acuerdo con ellas.
Pero, ¡asómbrate! Eltsin era el secretario del Partido de Moscú, y Eltsin era casi modelo
para nosotros, porque era un crítico feroz de todos los errores que se cometían allí en la URSS, con las cosas que hacían; haciendo críticas era formidable, tenía prestigio, aquí lo leía todo el mundo, publicábamos sus declaraciones.
Por aquellos días creo que hace un viaje a Nicaragua, conversa con nosotros, cuando yo iba a Moscú me ponían, precisamente, a Eltsin para que me atendiera, me enseñaba toda la ciudad. Yo le decía: "Eltsin, mira tal cosa, esta ciudad que la han convertido en una bella ciudad moderna". Me llevó a un lugar del antiguo Moscú, pero todo eso ha
desaparecido, era muy hermoso y ya no hay nada aquí. Entonces Eltsin, que estaba de
acuerdo, me decía: "Yo creo que es mejor poner gratis el metro y los ómnibus". Le
respondo: "Eltsin, no hagas eso, porque si pones gratis esos transportes, el número de
personas que se van a montar en esos metros y esos ómnibus se va a duplicar y no va a
alcanzar nada. No hagas eso". Y él entusiasmado con todas esas ideas. Así que era un
modelo de comunista, al extremo que yo tenía que aconsejarle que no fuera tan
extremista; a mí que me han acusado tanto de extremismo tenía que estar
aconsejándolo. Y mira lo que hicieron toda esa gente, tanto Gorbachov, como Eltsin,
tomaron esas decisiones y sus conocidos caminos. Hemos vivido toda esa historia.
Walter Martínez.—Permí tame ser perseverante, Comandante.
¿Usted sigue pensando que el casus belli se va a dar cuando la flota intente parar algún
mercante o algún buque iraní para ser inspeccionado?
Fidel Castro.—Sí, y esa fecha no pueden dilatarla, no pueden dilatarla porque es ya virar la espalda en retirada. Ese es un punto que llega, o que se cumple, o se va. Si se cumple es la guerra, si se va es la derrota.
Walter Martínez.—Estamos muy cerca de esa circunstancia.
Fidel Castro.—Pero no sería ni la guerra ni la derrota si está consciente de la decisión que va a tomar.
Mario Silva.—De lo que se va a provocar.
Fidel Castro.—Ese es el quid de lo que estoy planteando.
Vanessa Davies.—Pero le correspondería a la ONU dar marcha atrás en su opinión.
Fidel Castro.—La ONU no cuenta nada, nada, para nada.
Vanessa Davies.—El Consejo de Seguridad de la ONU.
Fidel Castro.—Desaparecerá también.
Vanessa Davies.—El Consejo de Seguridad en una guerra nuclear desaparece.
Fidel Castro.—Y sin una guerra también. Nada, nada de eso seguirá existiendo; si no van a existir las armas para qué sirven esos aparatos.
Vanessa Davies.—¿Le corresponderá al Consejo de Seguridad de la ONU dar marcha
atrás?
Fidel Castro.—Nadie sabe quién va a decir una palabra, estarán los hombres en el mundo nuevo. Bueno, va a ser así, que es de fantasía pero es así.
Vanessa Davies.—Pero usted se mueve entre el optimismo y el pesimismo con respecto a este escenario que le plantea Walter.
Mario Silva.—¿Todo depende de Obama?
Fidel Castro.—De nosotros que lo persuadamos.
Vanessa Davies.—Con estos mensajes que usted está enviando y muchas personas.
Fidel Castro.—Bueno, haciendo que el máximo de personas en el mundo participen de este punto de vista y él se sienta fortalecido de que va a hacer el bien y no una cosa
horrible. ¿Ustedes se imaginan a Obama consciente decidiendo la muerte de cientos de millones de personas, que los niños aparezcan calcinados en los vientres de las madres? ¿Ustedes conciben que un hombre pueda realmente con elemental sentido humano hacer eso?
Vanessa Davies.—Pero hay muchos sectores empujándolo en esa dirección.
Fidel Castro.—¿Y qué son todos esos sectores al lado del mundo? ¿Y si esos sectores tampoco quieren morir, ni quieren que mueran sus familias, ni quieren que mueran sus hijos? Esa es la realidad.
Mario Silva.—También esos sectores, en el caso de los sectores económicos poderosos, no querrían perder su influencia en el mundo económico.
Fidel Castro.—Sí, pero entre la bolsa o la vida, prefieren la vida.
Mario Silva.—Prefieren la bolsa (Risas).
Walter Martínez.—Usted habló de la campaña de Suez y ahí fue una patota entre
británicos, franceses e israelitas, y Nasser incluso les hundió los barcos sabiendo que era la yugular del comercio internacional y trancó el canal de Suez; creo que era Eisenhower quien estaba en la Casa Blanca, les dijo: "Se retiran de ahí, paren esa aventura o les pongo el ejército estadounidense". Tenía pantalones y tenía don de mando, venía de ser el ganador de la Segunda Guerra en el teatro europeo.
Fidel Castro.—Sí, sí.
Walter Martínez.—Pero ahora no tenemos un personaje así en la Casa Blanca. Ahora
Israel hace lo que le da la gana, el lobby israelí maneja la política, y Sharon, a quien
también entrevisté, dijo: "No se preocupen si hacemos cosas que les parece que no van
a tener consecuencias. La política exterior de Estados Unidos la hacemos nosotros y ellos lo saben". Ante ese desparpajo, ¿qué queda pensar con un Obama en la Casa Blanca?
Fidel Castro.—Bueno, todo eso que tú dices es verdad, que los israelitas hacen lo que les da la gana. Bien.
Walter Martínez.—Y además tienen el armamento nuclear facilitado por Estados Unidos, entre otros.
Fidel Castro.—Sí, lo tienen, pero están esperando que sea Estados Unidos el que dé la orden. Ellos creen que lo tienen conseguido, que lo tienen persuadido. Ellos han hecho todos sus acuerdos con Arabia Saudita, con los Emiratos Árabes, a qué hora van a volar, cómo van a volar, no les van a disparar.
Walter Martínez.—El puente aéreo sobre Arabia Saudita.
Fidel Castro.—Tienen todos los aviones, van a ser oleadas de aviones, que se los han
dado los yankis; pero están esperando que sean los yankis, y saben los yankis que no
pueden decir que no; porque ellos dicen que no... Ahora están esperando que alguien
apriete el gatillo, y ese es Obama. ¿Y qué pasa si Obama no aprieta el gatillo? Tú puedes decir: Pues lo aprietan ellos. Pero si Obama no aprieta el gatillo porque hay una opinión mundial y todas las potencias exigiendo que no haya guerra, ¡ah!, es cuando entonces estos señores israelitas no se atreverán a disparar un cohete por su cuenta.
Walter Martínez.—Ahí entra la palabra clave que usted utilizó ante la Asamblea
Extraordinaria, es decir, tenemos que persuadirlos.
Fidel Castro.—Sí, persuadirlos.
Walter Martínez.—¿Usted cree que en esta carrera en cuenta regresiva, podremos, a
través del poder de los medios, llegar a crear una ola de opinión que lo persuada...?
Fidel Castro.—Sí, bueno, pregúntale a Izarra, porque por él me enteré que todo lo que estamos hablando aquí lo están trasmitiendo por Telesur, y entonces, bueno, pregúntale, que él dice que está recibiendo muchos saludos y muchos mensajes. Él debe saberlo, pregúntale a él que está al lado tuyo (Risas).
Walter Martínez.—Una pequeña acotación histórica. Ustedes no tenían la exclusiva en la época caliente, porque durante la IV República, un personaje de la entonces todavía Unión Soviética dijo: "Quiero decirles que Venezuela ya no está entre los blancos de nuestro potencial nuclear". "¿Cómo? ¿Y estábamos como blanco?". "Sí, porque ustedes eran los suministradores estratégicos y seguros de Estados Unidos, y si íbamos a la guerra contra Estados Unidos, también le tocaba su bombita atómica a Venezuela para que no pudieran usar esa fuente de recursos".
Fidel Castro.—Bueno, tienen tantas que pueden repartirlas. Yo no sabía ese detalle, pero tiene lógica.
Walter Martínez.—Se filtró en la IV República. Lo dijeron con cierto suspiro de alivio, algún político de la IV República.
Fidel Castro.—¿Cuándo lo dijeron?
Walter Martínez.—No sé exactamente quién y cuándo; pero fue en la IV República, en una visita de alto nivel. Estábamos como blanco...
Fidel Castro.—En la IV República ya.
Walter Martínez.—Sí, antes de la Revolución.
Vanessa Davies.—Antes de la Revolución Bolivariana.
Fidel Castro.—¿Aquella era la IV República?
Vanessa Davies.—Sí.
Walter Martínez.—Sí, estamos en la V (Risas), y no es la francesa.
Vanessa Davies.—Comandante, estamos llegando al final de la conversación. Nos quedaría una pregunta para cada uno. Yo voy a consumir la mía con la siguiente
interrogante. A la luz de la experiencia de Cuba, en la guerra fría, de la Revolución Cubana, ¿qué lecciones sacó Cuba, y qué piensa que debemos sacar los latinoamericanos y las latinoamericanas ahora de esas lecciones de Cuba durante la guerra fría?
Fidel Castro.—¿La lección de Cuba en la guerra fría?
Bueno, de la guerra fría nos tocó soportar el bloqueo y sufrir todas las consecuencias;
pero también se pudo demostrar que era posible resistir, y los latinoamericanos deben
pensar igual, que hay un potencial enorme en las masas, que es posible alcanzar la
justicia, la liberación real, verdadera.
Eso es lo que pienso, después de derivarse de aquella experiencia que vivimos.
Vanessa Davies.—Muchas gracias, Comandante.
Mario Silva.—Y en Venezuela, si es que llegamos al 23, ¿cómo la ve?
Fidel Castro.—Yo veo muy bien todo, y no se olviden de una cosa, que lo que más
necesita el hombre para vivir, entre otras cosas, son los alimentos, y que esta es el área
del mundo que más alimentos produce. Si Estados Unidos produce para 2 000 millones
de personas, la América Latina tiene un potencial para producir alimentos para 8 000
millones, por lo menos, aunque, desde luego, el futuro de la humanidad estará más
controlado por el propio hombre, porque la población se puede regular.
Yo un día me puse a sacar todas las cuentas del número de personas, cuántos pueden
llegar a ser, y dónde ya se para y hasta incluso puede reducirse el número de personas.
No debe haber más habitantes en el planeta nacidos que los que puede sostener el
planeta. Eso tiene un límite.
Walter Martínez.—¿Malthusiano?
Fidel Castro.—¿Cómo? No, de ninguna manera. Malthus dijo que el hombre no iba a
poder sostenerse. Mi criterio no tiene nada que ver con Malthus. Si coincido en algo es
una casualidad, y no en un mundo de propiedad privada, no en un mundo nacionalista,
no en un mundo de imperio, es un mundo totalmente diferente; es una verdad que el
planeta no puede tener más habitantes que los que pueda sostener sin destruirlo.
Walter Martínez.—Es finito.
Mario Silva.—Tiene que ser un mundo de posibilidades.
Fidel Castro.—Esa es una verdad. Yo no sé quién pueda haberlo dicho o no.
Walter Martínez.—El eje geopolítico se desplaza hacia el Lejano Oriente. China, 1 300 millones de habitantes y creciendo; la India, 1 160 millones de habitantes y creciendo.
Fidel Castro.—¿Y por qué tiene 1 300 China ahora y no tiene 3 000?
Walter Martínez.—Cuando estuve allá en 1985 y hablaban del Larga Marcha 3 como un sueño —ahora están pensando poner un chino en la luna—, dijeron un solo hijo por
pareja.
Fidel Castro.—¡Ah!, bueno, por eso. ¿Y qué decía Mao? ¿En qué creía? Que en la época nuclear las posibilidades de supervivencia estaban en relación con el número de
habitantes del país. Entonces, si no establecen eso, hoy estarían aproximándose los
chinos a 3 000 millones. ¿Cómo alimentarían a esa gente?
Walter Martínez.—Imposible.
Fidel Castro.—Y, sin embargo, Mao fue el factor fundamental que hizo posible la
Revolución en China, que ha llegado a los niveles que tiene hoy de productividad.
Vanessa Davies.—Pero usted hacía la reflexión de los alimentos con relación a Venezuela. ¿Por qué...?
Walter Martínez.—América Latina es el gran reservorio.
Vanessa Davies.—Pero también sobre Venezuela.
Fidel Castro.—Sí, Venezuela es un lugar ideal, y es lo que está haciendo el gobierno, está tratando de producir, por ejemplo, todos los vegetales. Allí no hay ciclones que vayan a echar por tierra las casas de cultivo, a no ser que los yankis inventaran.. . Aquí mismo, en esa página web, habla de que los yankis están desarrollando una forma de influir.
Walter Martínez.—La guerra meteorológica.
Fidel Castro.—Y aquí hay nada más que una frase, una sola cosa que debe...
Walter Martínez.—El campo de antenas que tienen en Alaska, el proyecto HAARP.
Fidel Castro.—Tienen campo de antenas y están convencidos de que podrán producir
ciclones, lluvias, todo. En eso están.
Walter Martínez.—¿Usted considera eso una posibilidad real o ciencia ficción?
Fidel Castro.—No, eso no es ciencia ficción, eso es ciencia real.
Vanessa Davies.—Aunque hay personas que piensan que es ciencia ficción, efectivamente.
Fidel Castro.—Ya incluso están usando eso. Tú sabes que en este momento los chinos han dicho que no pueden exportar más arroz. ¿Qué precios van a adquirir los alimentos para un país que los importa, como Cuba?
Walter Martínez.—Rusia acaba de prohibir la exportación de granos.
Fidel Castro.—Rusia lo acaba de prohibir, y a nosotros nos dijo que mantendrá los
compromisos que tiene, ¿qué le parece?
Walter Martínez.—Solidario.
Fidel Castro.—Que mantiene con Cuba los compromisos que ha suscrito de
abastecimiento a pesar de todo eso y a pesar de la catástrofe.
Mario Silva.—Lo que pasa es que el tema del proyecto HAARP fue ridiculizado por los medios de comunicación norteamericanos para que no se profundizara sobre eso, y sobre la información que se debe tener sobre el proyecto HAARP.
Fidel Castro.—Aquí dice: "RIA Novosti en su reporte de los hallazgos del Dr. Areshev, también señala que:
"Los Estados Unidos están, ciertamente, explorando las posibilidades de controlar el
clima en varias regiones del mundo. La correspondiente tecnología está siendo
desarrollada en el marco del Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta
Frecuencia (HAARP), teniendo como objetivo el construir un potencial para lanzar
sequías, huracanes, inundaciones y terremotos. Desde el punto de vista militar, se
supone que el HAARP creará un nuevo tipo de armas de destrucción masiva y un
instrumento de política expansionista que puede usarse para desestabilizar
selectivamente los sistemas del medio-ambiente y agrícolas de países-objetivo."
Están desarrollando otra arma todavía peor.
Vanessa Davies.—Comandante, si no hay guerra nuclear, la guerra climática...
Fidel Castro.—Bueno, u otras, van a seguir inventando; también inventaron la guerra, no nuclear, de los proyectiles esos que suben y caen a 25 000 kilómetros de velocidad
arrasándolo todo.
Esto no lo publica Granma, lo publica Ria Novosti. Esto lo tenía yo, lo llevé ayer a la
Asamblea. Dice: "El autor concluye su artículo diciendo: Estamos asistiendo a una guerra climática encubierta, un preludio de lo que puede ser el escenario de una futura guerra mundial que acabaría con un balance en pérdidas humanas y medioambientales sin parangón en la Historia de la Humanidad."
Entonces qué, por eso ya todos los inventos son tales que no pueden usarse.
Yo escribo: "Informes fidedignos llegados de Rusia narran la magnitud de la tragedia
climática que sufrió ese hermano país."
"La situación objetiva es de una magnitud" —esto está escrito también, no por el Ria
Novosti, sino por el otro— "sin precedentes, derivada de incendios naturales forestales y de turbas vegetales, elevadas temperaturas en torno a 39 grados, que ha puesto en
alarma y febril actividad a todo el gobierno ruso todos estos días, para tratar de que los
incendios no destruyan ningún objetivo energético ruso, entre ellos, algunos movidos por energía nuclear, se nos informa."
Entonces aquí dice: "Esta catástrofe" —esto se lo añadí yo— "nos muestra las
consecuencias del cambio climático, que el autor del documental Home, Yann Arthus-
Bertrand, el más prestigioso especialista sobre el tema, nos mostró con el apoyo de los
mejores especialistas del mundo en ese film.
"Si no se evita la guerra nuclear tampoco se podrían evitar otras iguales o peores. He
pensado también que si el hombre puede crear catástrofes, puede promover igualmente
energías renovables a partir de fuentes diversas, entre ellas, algunas tan importantes
como el agua y el viento.
Mario Silva.—La eólica parece la alternativa.
Fidel Castro.—Bueno, entonces no hay que usar ni la nuclear.
Vanessa Davies.—Comandante, hemos abusado de su tiempo y le damos la oportunidad a Andrés Izarra para que finalice.
Andrés Izarra.—Tengo aquí varias preguntas que llegan por el twitter, Comandante, que, en honor a la gente que ha estado siguiendo la entrevista y enviando sus mensajes, voy solamente a poner dos, para no abusar de su tiempo. La primera pregunta la hace Mariyán Diez. Ella pregunta que si no teme usted que los halcones de Washington puedan atentar contra Obama como en el pasado lo hicieron contra Kennedy. ¿Cómo ve la cosa interna en Estados Unidos?
Fidel Castro.—Sí, por supuesto, el hecho de que no lo hayan asesinado es casi cosa de azar, porque ya eso lo hicieron. ¿Ustedes recuerdan el atentado a Reagan? Le pusieron una pistolita calibre 22 y le clavaron una bala en el pulmón.
Walter Martínez.—Y Obama tiene un vicepresidente que cada vez levanta más el perfil y entra en el perfil waspish.
Fidel Castro.—Todo eso entra en las normas y en los hábitos.
Vanessa Davies.—¿Podrían asesinar a Obama, Comandante?
Fidel Castro.—Sí, pero no creo que lo vayan a hacer ahora. De todas formas es mejor
que se cuide, que no confíe, porque pueden ocurrir cosas absurdas, irracionales.
No, él sabe cuidarse, él toma todas las medidas, se cuida, y la gente que tienen
seleccionada para cuidarlo son profesionales de verdad, a esos no los soborna nadie,
están ya hechos para eso, están programados para eso.
Vanessa Davies.—¿Y usted cómo lo sabe? (Risas.)
Fidel Castro.—Bueno, como lo sabes tú también.
Walter Martínez.—El vicepresidente Biden está preparado al bate.
Fidel Castro.—¡Oh!, a quien recuerdo es a Johnson.
Andrés Izarra.—Hay un twittero llamado Enriquecido que pregunta que cuándo va usted a visitar Venezuela.
Fidel Castro.—¿Qué falta hago allí yo?
Andrés Izarra.—Y me piden que le diga que en este momento, en el Aló Presidente, está el presidente Chávez leyendo de su libro, del libro que usted le envió.
Fidel Castro.—Sí, se lo envié y le puse "muy fraternalmente", eso fue el mismo día que se lo envié al embajador nuestro.
Walter Martínez.—Yo supongo que nos iremos de aquí cada uno con un ejemplar bajo el brazo, ¿no? (Risas.)
Vanessa Davies.—Comandante, no respondió cuándo va para Venezuela.
Fidel Castro.—Bueno, no es una tarea que me haya planteado ni creo que sea
imprescindible, es mejor que me dedique a oírlos a ustedes desde aquí.
Vanessa Davies.—Sobre el libro, ¿cuándo viene la tercera parte de la historia? Ya está la primera, está lista la segunda.
Fidel Castro.—¿Este? La segunda está hecha ya casi, como lo expliqué ayer. Casi no
tengo que tocar nada, he hecho ya los enlaces, las explicaciones. Figúrate, un hombre
dedicado a eso rinde más, no tiene otras obligaciones, y entonces está muy adelantado.
Bueno, yo le prometí a la Asamblea que nos volveríamos a ver. Hay tiempo para todo eso, hay mucho tiempo por delante, Izarra, se lo puedes decir a tus lectores. Y el programa mío, mira, yo tengo realmente que reunirme con algún físico para que me explique el concepto del tiempo, porque es que yo no lo entiendo, tal como lo dije ahí: ¿qué es el tiempo?
¡Uuuh!, miren, caramba, una cosa que subrayé sobre el tiempo. Bueno, aquí hay uno en que hablo de la catástrofe; ese es otro pedacito de lo de ayer en que digo: "La evolución comenzó en la Tierra, con los primeros gérmenes de vida, eso es conocido por todos y por los teólogos, eso no les quita a ellos espacio para tratar de buscar interpretaciones; pero hasta la noción del tiempo desaparece, qué es el tiempo". Y yo digo: "Porque el tiempo es una invención del hombre, es el espacio que media entre sucesos diferentes, así se inventó el tiempo; pero, ¿cuándo empezó el tiempo?, habría que explicarse eso. Es todo muy complicado". Y yo realmente quisiera conversar con un físico que me explique qué es el tiempo, porque es que a mí se me ha ocurrido y tengo esas grandes dudas, y espero que me ayuden, a ver si a ustedes los ayudan también.
Walter Martínez.—Por lo menos le podemos decir que en televisión el tiempo es
realmente perentorio (Risas), y esto está tocando a su fin. Con el permiso de la
compañera.
Fidel Castro.—Bien; pero para dolor mío.
Vanessa Davies.—Comandante, muchísimas gracias, de verdad, por esta oportunidad. Nos sumamos, como venezolanos y venezolanas, a su llamado a la paz y a esta persuasión al presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Gracias, Comandante, muchísimas gracias (Aplausos). Despedimos esta conversación con el Comandante, líder de la Revolución Cubana, y sigue demostrando todos los días que es el líder no solamente de América Latina, sino de todo el mundo.
Comandante, muchísimas gracias.
Nos despedimos Mario Silva, Andrés Izarra, Walter Martínez y Vanessa Davies. Gracias a Telesur, gracias a la Televisión Cubana, gracias también a Venezolana de Televisión.
Hasta una próxima oportunidad.
------------ --------- --------- -----
MENSAJE DE FIDEL CASTRO AL PARLAMENTO CUBANO, 7 DE AGOSTO DE 2010
VIDEO: Mensaje de Fidel Castro al parlamento cubano 7 agosto 2010
Intervención del Comandante en Jefe, Fidel Castro (centro), durante la Sesión
Extraordinaria de la Asamblea del Poder Popular, en el Palacio de Convenciones de la
Habana, Cuba, el 7 de agosto de 2010.
Al principio, hace sólo ocho semanas, pensé que el peligro inminente de guerra no tenía
solución posible. Tan dramático era el cuadro que tenía delante, que no veía otra salida
como no fuera una supervivencia, tal vez probable, en la parte de este hemisferio que no tenía motivo para ser blanco de ataque directo y en algunas regiones aisladas del
planeta.
Era muy difícil, sabiendo que el ser humano se aferra siempre a una perspectiva por
remota que sea. A pesar de todo, lo intenté. Por fortuna, no tardé mucho en percatarme de que había una esperanza, y muy profunda por cierto. Más, si la oportunidad se perdía, el desastre adquiría la peor de las consecuencias. La especie humana no tendría entonces salvación posible. Tengo sin embargo la seguridad de que no será así y, por el contrario, se están creando en estos momentos las condiciones para una situación ni siquiera soñada hasta hace muy poco.
Un hombre tendrá que tomar la decisión en solitario: el Presidente de Estados Unidos.
Con seguridad, por sus múltiples ocupaciones, no se ha dado cuenta todavía, pero sus
asesores sí empiezan a comprenderlo, se puede ver por pasos sencillos como lo fue el
cese de las torturas a Gerardo, un hecho que no se había producido en 12 años de
implacable odio del sistema contra Cuba y contra él. Hoy se podría predecir que el
próximo paso será la autorización a Adriana para visitarlo, o su liberación inmediata, o
ambas cosas. Por ella supe que su estado de ánimo es el mejor en 12 años de injusta y
cruel prisión.
Puesto que Irán no cederá un ápice frente a las exigencias de Estados Unidos e Israel,
que ya han movilizado varios de los medios de guerra que disponen para hacerlo,
tendrían que realizar el ataque tan pronto venza la fecha acordada por el Consejo de
Seguridad el 9 de junio del 2010, señalando las normas y los requisitos establecidos.
Todo cuanto el hombre pretende tiene un límite que no puede sobrepasar.
En este caso crítico, el Presidente Barack Obama es el que tendría que dar la orden del
tan anunciado y pregonado ataque, siguiendo las normas del gigantesco imperio.
Mas, en ese mismo instante en que diera la orden, que es además la única que podría
dar debido al poder, la velocidad y el incontable número de proyectiles nucleares
acumulados en una absurda competencia entre las potencias, estaría ordenando la
muerte instantánea no sólo de cientos de millones de personas, entre ellas, un incalculable número de habitantes de su propia Patria, sino también de los tripulantes de
todos los navíos de la flota de Estados Unidos en los mares en torno a Irán.
Simultáneamente, la conflagración estallaría en el Cercano y el Lejano Oriente, y en toda
Eurasia.
Quiso el azar que, en ese instante preciso, el Presidente de Estados Unidos sea un
descendiente de africano y de blanco, de mahometano y cristiano. ¡¡¡NO LA DARÁ!!!, si se logra que tome conciencia de ello. Es lo que estamos haciendo aquí.
Los líderes de los países más poderosos del mundo, aliados o adversarios, con excepción de Israel, lo exhortarían a que no lo haga.
El mundo le rendirá después todos los honores que le correspondan.
El orden actual establecido en el planeta no podrá perdurar, e inevitablemente se
derrumbará de inmediato.
Las llamadas divisas convertibles perderán su valor como instrumento del sistema que ha impuesto un aporte de riquezas, de sudor y sacrificios sin límites a los pueblos.
Nuevas formas de distribución de los bienes y servicios, educación y dirección de los
procesos sociales surgirán pacíficamente, pero si la guerra estallara, el orden social
vigente desaparecerá abruptamente y el precio sería infinitamente mayor.
La población del planeta puede ser regulada; los recursos no renovables, preservados; el cambio climático, evitado; el trabajo útil de todos los seres humanos, garantizado; los
enfermos, asistidos; los conocimientos esenciales, la cultura y la ciencia al servicio del
hombre, asegurados. Los niños, los adolescentes y los jóvenes del mundo no perecerán
en ese holocausto nuclear.
Es lo que deseaba trasmitirles, queridos compañeros de nuestra Asamblea Nacional.
Estoy ahora en disposición de rendir cuenta por estas palabras, responder a las
preguntas que deseen hacerme y escuchar las opiniones de ustedes.
Muchas gracias.
[Publicado en Granma/Cuba - http://www.granma.cubaweb.cu].
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Entrevista a Fidel Castro
La prensa en la encrucijada
La república independiente de Facebook
02/09/2010
Cristina Jiménez Orgaz
ABC.es
Borja Bergareche, subdirector de ABC.es, reivindica el «liderazgo social» de la prensa en el «entorno salvaje de revolución constante» que impone la era digital
La explosión de internet y, sobre todo, el creciente consumo en la red de ocio e información ha cambiado los esquemas de muchos negocios. Y el de la prensa es uno de ellos. Así lo expusieron -con expresiones como «angustia», «revolución», «no hay vuelta atrás»...- los responsables de los principales medios digitales españoles. En una mesa redonda celebrada dentro del Encuentro de Telecomunicaciones de la UIMP en Santander moderada por el sociólogo y colaborador de ABC, Emilio Lamo de Espinosa, los responsables de las áreas digitales de El Mundo, Rosalía Lloret, de El País, Gumersindo Lafuente, de Antena 3, Francisco Sierra, y de ABC, Borja Bergareche, han explicado que lo que antes era un contenido periodístico propio y original, que podía ser «protegido» y capitalizado por cada cabecera, se extiende ahora por la red como la pólvora, llevándose en ocasiones por delante al autor, medio y los esfuerzos económicos de quien alumbró el producto.
Internet ha traído, además, una fragmentación de las audiencias a las que el negocio de los medios aún está tratando de adaptarse. «Facebook es una nueva república independiente, el nuevo quiosco», ha explicado Borja Bergareche, subdirector de ABC.es. «El tráfico de lectores que llega a nuestro portal a través de una red social se ha multiplicado por cuatro este verano, comparado con el verano anterior», ha dicho en referencia al crecimiento de estas redes, o nuevas «comunidades», como plataforma para comunicar, consumir y sugerir contenidos de forma compartida para un determinado grupo de afines.
La prensa en la encrucijada
Lafuente, por su parte, expresó que la red es «una oportunidad para que los periodistas hagamos mejor periodismo». Internet «puede ayudar al periodismo a convertirse en un producto mejor y a conectar mejor con sus audiencias», coincide Bergareche. «Sin embargo, surgen incertidumbres cuando el entorno del negocio en internet tiene como norma el gratis total», completó. El responsable de la división digital de ABC ha afirmado que, pese a todo, el periodismo atraviesa un cambio de modelo en el que la cabecera centenaria ya ha comenzado a operar, para adaptarse a los nuevos tiempos y responder a las peticiones de los usuarios.
Desde su nueva responsabilidad al frente del área digital de Unidad Editorial, Rosalía Lloret, anterior responsable de rtve.es, insistió en que el llamado «periodismos digital» no deja de ser periodismo, «a secas», en un entorno en el que «la marca periodística, con sus atributos y una línea editorial reconocible para la audiencia, es la que determina las preferencias». Bergareche aclaró que, en el «entorno salvaje de revolución constante» en que se mueve el periodismo en la era digital hace que sólo ciertas cabeceras compitan «por el liderazgo social, que sigue siendo el mandato principal de nuestra industria».
02/09/2010
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La explosión de internet y, sobre todo, el creciente consumo en la red de ocio e información ha cambiado los esquemas de muchos negocios. Y el de la prensa es uno de ellos. Así lo expusieron -con expresiones como «angustia», «revolución», «no hay vuelta atrás»...- los responsables de los principales medios digitales españoles. En una mesa redonda celebrada dentro del Encuentro de Telecomunicaciones de la UIMP en Santander moderada por el sociólogo y colaborador de ABC, Emilio Lamo de Espinosa, los responsables de las áreas digitales de El Mundo, Rosalía Lloret, de El País, Gumersindo Lafuente, de Antena 3, Francisco Sierra, y de ABC, Borja Bergareche, han explicado que lo que antes era un contenido periodístico propio y original, que podía ser «protegido» y capitalizado por cada cabecera, se extiende ahora por la red como la pólvora, llevándose en ocasiones por delante al autor, medio y los esfuerzos económicos de quien alumbró el producto.
Internet ha traído, además, una fragmentación de las audiencias a las que el negocio de los medios aún está tratando de adaptarse. «Facebook es una nueva república independiente, el nuevo quiosco», ha explicado Borja Bergareche, subdirector de ABC.es. «El tráfico de lectores que llega a nuestro portal a través de una red social se ha multiplicado por cuatro este verano, comparado con el verano anterior», ha dicho en referencia al crecimiento de estas redes, o nuevas «comunidades», como plataforma para comunicar, consumir y sugerir contenidos de forma compartida para un determinado grupo de afines.
La prensa en la encrucijada
Lafuente, por su parte, expresó que la red es «una oportunidad para que los periodistas hagamos mejor periodismo». Internet «puede ayudar al periodismo a convertirse en un producto mejor y a conectar mejor con sus audiencias», coincide Bergareche. «Sin embargo, surgen incertidumbres cuando el entorno del negocio en internet tiene como norma el gratis total», completó. El responsable de la división digital de ABC ha afirmado que, pese a todo, el periodismo atraviesa un cambio de modelo en el que la cabecera centenaria ya ha comenzado a operar, para adaptarse a los nuevos tiempos y responder a las peticiones de los usuarios.
Desde su nueva responsabilidad al frente del área digital de Unidad Editorial, Rosalía Lloret, anterior responsable de rtve.es, insistió en que el llamado «periodismos digital» no deja de ser periodismo, «a secas», en un entorno en el que «la marca periodística, con sus atributos y una línea editorial reconocible para la audiencia, es la que determina las preferencias». Bergareche aclaró que, en el «entorno salvaje de revolución constante» en que se mueve el periodismo en la era digital hace que sólo ciertas cabeceras compitan «por el liderazgo social, que sigue siendo el mandato principal de nuestra industria».
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La prensa en la encrucijada
Apuestan a una mayor oferta de contenidos
03/09/2010 |
Angelina Mejía
El Universal
Con el apagón analógico y la recepción de las señales digitales en la televisión abierta se espera una mayor oferta de contenidos.
Con las nuevas tecnologías, las televisoras tradicionales tendrán oportunidad de insertar una barra más variada de programación, y la competencia por la audiencia con los sistemas de paga se intensificaría.
Actualmente los operadores del servicio de televisión por cable y satelital ofrecen contenidos de alta definición, por lo que se prevé que una porción del mercado tenga esta tecnología a través de la contratación de los sistemas de paga.
Un estudio realizado por NexTV Latam estima que para 2015 60 millones de hogares en América Latina, es decir, 38% del total que cuenta con televisor, tendrá receptores para captar TV digital de aire gratuita.
El análisis hace énfasis en que 53.5 millones de hogares de la región tendrán esta tecnología en su variante Terrestre (TDT) y 6.4 millones vía satélite (DTH). Otros 25.6 millones de hogares recibirán televisión digital terrestre mediante Set-Top-Boxes o por decodificadores.
“Hacia 2015 se espera que casi 42% de los receptores de TV existentes en América Latina sean digitales y que alrededor de 75% de los mismos cuente con un receptor TDT integrado. No obstante, 72% de esos televisores estará conectado a sistemas de televisión de paga (cable y satélite)”, según el estudio.
Con la convergencia tecnológica también existirá la oportunidad de recibir contenidos digitales de alta definición en dispositivos móviles como celulares, computadoras o pantallas portátiles que se llevan en autos.
Más espectro para servicios móviles
Con esta transición estará disponible una mayor cantidad de espectro radioeléctrico para la prestación de servicios móviles, debido a que en la banda de 700 MHz, donde operan los sistemas de radiodifusión, es posible el despliegue de tecnologías de telecomunicaciones.
Esta banda también representa una oportunidad para el desarrollo de las tecnologías móviles de Cuarta Generación (4G).
De acuerdo con la Asociación Iberoamericana de Centros de Investigación y Empresas de Telecomunicaciones (AHCIET), en esta banda asociada al Dividendo Digital es posible destinar 65% a radiodifusión y 108 MHz a servicios móviles, con lo cual se pueden emitir más de 100 señales de televisión abierta o 60 de alta definición y aumentar la oferta de servicios de banda ancha móvil.
En países como Estados Unidos se decidió esperar al “apagón analógico” para reasignar este espectro a operadores móviles, pero especialistas consideran que no es necesario que concluyan las transmisiones analógicas para liberar las frecuencias para servicios móviles.
Angelina Mejía
El Universal
Con el apagón analógico y la recepción de las señales digitales en la televisión abierta se espera una mayor oferta de contenidos.
Con las nuevas tecnologías, las televisoras tradicionales tendrán oportunidad de insertar una barra más variada de programación, y la competencia por la audiencia con los sistemas de paga se intensificaría.
Actualmente los operadores del servicio de televisión por cable y satelital ofrecen contenidos de alta definición, por lo que se prevé que una porción del mercado tenga esta tecnología a través de la contratación de los sistemas de paga.
Un estudio realizado por NexTV Latam estima que para 2015 60 millones de hogares en América Latina, es decir, 38% del total que cuenta con televisor, tendrá receptores para captar TV digital de aire gratuita.
El análisis hace énfasis en que 53.5 millones de hogares de la región tendrán esta tecnología en su variante Terrestre (TDT) y 6.4 millones vía satélite (DTH). Otros 25.6 millones de hogares recibirán televisión digital terrestre mediante Set-Top-Boxes o por decodificadores.
“Hacia 2015 se espera que casi 42% de los receptores de TV existentes en América Latina sean digitales y que alrededor de 75% de los mismos cuente con un receptor TDT integrado. No obstante, 72% de esos televisores estará conectado a sistemas de televisión de paga (cable y satélite)”, según el estudio.
Con la convergencia tecnológica también existirá la oportunidad de recibir contenidos digitales de alta definición en dispositivos móviles como celulares, computadoras o pantallas portátiles que se llevan en autos.
Más espectro para servicios móviles
Con esta transición estará disponible una mayor cantidad de espectro radioeléctrico para la prestación de servicios móviles, debido a que en la banda de 700 MHz, donde operan los sistemas de radiodifusión, es posible el despliegue de tecnologías de telecomunicaciones.
Esta banda también representa una oportunidad para el desarrollo de las tecnologías móviles de Cuarta Generación (4G).
De acuerdo con la Asociación Iberoamericana de Centros de Investigación y Empresas de Telecomunicaciones (AHCIET), en esta banda asociada al Dividendo Digital es posible destinar 65% a radiodifusión y 108 MHz a servicios móviles, con lo cual se pueden emitir más de 100 señales de televisión abierta o 60 de alta definición y aumentar la oferta de servicios de banda ancha móvil.
En países como Estados Unidos se decidió esperar al “apagón analógico” para reasignar este espectro a operadores móviles, pero especialistas consideran que no es necesario que concluyan las transmisiones analógicas para liberar las frecuencias para servicios móviles.
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Apuestan a una mayor oferta de contenidos
lunes, 4 de octubre de 2010
Lula ao La Jornada: "Sueño con una América Latina más fuerte"
Sueño con contribuir al desarrollo de África, sueño con ayudar a América del Sur y a América Latina a ser más fuertes, a ser más ricas, y a desarrollarse más rápidamente, o sea, voy a morir soñando que yo no debería morir, dijo el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, en entrevista con La Jornada. “Yo sueño con esas cosas internas para mejorar, yo sueño con la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sueño con una mayor democratización en las instituciones multilaterales y sueño con un mayor compromiso en la toma de decisiones de los países más ricos en este mundo globalizado.
Carmen Lira Saade - La Jornada
Brasilia.
–Señor Presidente, ¿es golpista la elite política de su país y en particular la poderosa elite periodística de Brasil, como insinúan algunos medios que usted ha llegado a acusar?
–Para que un golpe de Estado fraguado desde el exterior tenga éxito –responde– necesita apoyo interno, apoyo que sólo elites políticas nefastas (que toda nación latinoamericana tiene en su seno) pueden dar. Pero hay que diferenciar: dentro de la elite existen varios sectores: uno se encuentra también con empresarios de alta calidad, empresarios con una fuerte visión nacional y desarrollista. Pero cuando yo digo elite política, me estoy refiriendo a aquellos que deciden el destino del país.
Y Lula rememora los momentos en que esos grupos pusieron en jaque a la gran nación brasileña, orillando al suicidio a un primer mandatario, el presidente Getulio Vargas (1954); acosando, casi hasta el derrocamiento, al gobierno de Juscelino Kubitschek (1956-61), y deponiendo a su sucesor Joao Goulart mediante un golpe militar (1964).
Lula es cauto, pero tras los enfrentamientos recientes que ha tenido con los medios, acaba hablando claro:
“Esa misma elite –amplía el presidente brasileño– es la elite de hoy, con sus herederos directos que obtuvieron no solamente el patrimonio (material), sino a veces, también, el mismo comportamiento y conciencia política” de sus antecesores.
Cuando Lula alcanzó la presidencia, esos mismos grupos esperaron su fracaso: apostaron a “que la izquierda y su obrero metalúrgico iban a sucumbir por su incapacidad para gobernar el país. Pero hemos podido demostrar –dice satisfecho– que se puede gobernar sin almorzar, comer o desayunar con los dueños de los medios de comunicación”, dice contundente. Entiendo y respeto el rol de ellos. Espero que ellos entiendan y respeten el mío.
Sin embargo, en los momentos actuales no puede decirse que el presidente tenga espacios seguros en los diarios, ni tiempos frecuentes en la televisión. Es raro encontrar elogios para él, aunque tampoco lo atacan en demasía, salvo en ocasiones especiales en que el golpeteo deriva en campaña feroz de desinformación en su contra.
No, al presidente de Brasil la elite en el poder de los grandes medios simplemente lo ignora. Y con ignorarlo a él, han olvidado o dejado de lado a grandes sectores de hombres y mujeres trabajadores como los Sin Tierra, del movimiento social-agrario más grande de América Latina, con alrededor de un millón y medio de campesinos sin tierra organizados que no han sido debida y oportunamente atendidos por el gobierno de Lula, a pesar de que, en su momento, le dieron su apoyo electoral.
–¿No se habrá corrido demasiado al centro?, sospechan algunos.
–Yo me considero un hombre de izquierda y los resultados de las políticas que implementamos son todo lo que la izquierda soñaba que se hiciera– sostiene.
“Nunca me gustó rotularme pero –insiste– sigo siendo de izquierda. Soy un hombre de convicciones, de principios” –ha dicho en reiteradas ocasiones–: Sé de dónde vengo, quiénes son los amigos verdaderos, quiénes los ocasionales, a dónde voy y a dónde voy a volver.
Si por los medios de comunicación fuera, nadie tampoco en Brasil se habría enterado de que en los últimos ocho años, el gobierno que él encabeza ha sacado de la miseria absoluta a 27 millones de personas; ni que, simultáneamente, ha elevado a la clase media a 36 millones de brasileños pobres, ni que ha creado, en sus dos mandatos de cuatro años –cada uno–, 15 millones de empleos. No es poca cosa y, sin embargo, nadie de la gran prensa lo cacarea.
Quizás lo que produce mayor frustración entre sus detractores es que estaban seguros que un hombre que venía de la izquierda y del sindicalismo no iba a saber conducirse democráticamente.
La democracia, para mí, no es media palabra, ataja de inmediato… La democracia, para mí, es una palabra entera, sólo que algunos entienden por democracia apenas el derecho del pueblo a gritar que tiene hambre, y yo entiendo por democracia no el derecho de gritar sino el derecho de comer. Esa es la diferencia fundamental, remarca. Democracia para mí es permitir el derecho a la conquista y no permitir sólo el derecho a la protesta.
Luiz Inacio da Silva –Lula para todo el mundo–, el humilde obrero que no habla más idioma que su portugués materno; que no fue nunca a una universidad –no hay universidad, además, que enseñe a gobernar–, ha creado, sin embargo, en el tiempo que lleva en el poder, 12 nuevas universidades y 105 extensiones universitarias para 545 mil nuevos alumnos, 40 por ciento de ellos negros (pobres de las periferias citadinas). Y gobierna, sin más crédito que el que le dio su pueblo, el país más grande y más poblado (191.5 millones de habitantes) de América Latina, donde lleva adelante la mayor acción social y educativa de que se tenga memoria en el sur del continente.
De acuerdo con encuestas nacionales y extranjeras, a estas alturas y tras ocho años al frente de la nación, el presidente Lula tiene una aceptación ciudadana de más de 80 por ciento. Ningún político en el mundo democrático y en medio de la crisis global, cuenta con un reconocimiento siquiera cercano, que a unas horas de las elecciones presidenciales en este su país, ha hecho prácticamente invencible a su ungida candidata Dilma Rousseff, quien puede ganar en una primera vuelta comicial.
A él le costó 12 años y tres elecciones fallidas llegar a la victoria. Cada derrota no traía amargura, pero sí un gran sufrimiento, al que se sobreponía no sin cierta dificultad: Yo perdía en noviembre y ya en enero estaba de nuevo al frente de mi tropa para levantarle el ánimo y volver a recorrer con ella el país, ha dicho el presidente. Teníamos que luchar y perseverar. Fue la perseverancia la que me trajo hasta donde he llegado. La sola evocación de aquellos días trae un brillo a sus ojos.
“Hoy pienso –creo– que ahí intervino el dedo de Dios… Sí, fue seguramente el dedo de Dios el que evitó el triunfo a nuestro favor en las tres elecciones, porque no deberíamos haberlas ganado”.
–¿Por qué?
–Porque nosotros éramos muy radicales en ese entonces. Si yo hubiera ganado, con el discurso tan duro como el que tenía, no habría durado ni seis meses en el poder. “Sí, sí –dice en entrevista de hace unos meses con el Canal Encuentro de la televisión argentina–: fue el dedo de Dios el que nos salvó y salvó al país, porque para llegar a ser presidente tiene que haber en el individuo una evolución de la conciencia política”, subraya. Ya estaba destinado que yo llegara al gobierno de mi país, más fortalecido y con más conocimientos y sabiduría, aunque fuera después de 12 años de intentos, dice a manera de consolación. Y también, diríamos nosotros, con muchas lágrimas (aunque de júbilo), porque, ¡ah, cómo lloró! aquella noche de su primer triunfo (27 de octubre de 2002), en medio de ese salón cercano a la avenida Paulista, al que acudieron políticos de la nueva y vieja guardia; sindicalistas, artistas, dirigentes y militantes de partidos de todo el continente, para celebrar la victoria largamente anhelada por ese hombre que, luego de pronunciar un brillante discurso, quedó mudo y, sin rubor alguno, enjugaba sus lágrimas.
Para algunos –sobre todo para la tropa periodística que lo acompañaba de costumbre– no era extraño ver llorar en público al nuevo líder de tamaño país. Lula es extremadamente sensible. Es un llorón natural, explicaba un viejo conocido. ¡Pero no un cagón!, aclaraba iracundo, por si había malos entendidos, uno de sus múltiples seguidores.
Hoy, ese hombre que todavía al inicio de los años 80 del siglo pasado detestaba la política y que no se interesaba por otra cosa que no fuera su sindicato o, ya con mucho, por la política sindical, se codea con las más importantes figuras de la escena política internacional de su tiempo, como Fidel Castro, quien, dice, le enseñó a convertir un fracaso en una victoria; o los líderes de Rusia, India y China, con quienes ha formado el BRIC, para llevar adelante una política multipolar. Son ampliamente conocidos y reconocidos sus esfuerzos en favor de un nuevo orden mundial, tanto en lo geopolítico como en lo económico.
Pese a ello, dice llevar una buena relación con Barack Obama (quien se refiere a él como un buen tipo).
Antes lo hizo con George Bush (hijo), un hombre que se la pasaba hablándome de Irak todo el tiempo y de la guerra que libraba con ese país. Pero yo no tengo nada contra Irak, señor presidente, le había dicho. Mi única guerra es contra el hambre.
Brasil es, con Lula, muy popular en el mundo árabe e islámico. Se habla de un BIT, la alianza mediante la declaración de Teherán con Turquía e Irán. En esta nación existe una política bien diseñada hacia África, donde Lula ha abierto más de 30 embajadas (México tiene tres), y, en particular, con las antiguas colonias portuguesas, con las que ha entablado excelentes relaciones económicas. Los primeros socios económicos de Brasil son hoy (en orden descendente) China, la Unión Europea y Estados Unidos. Con China, Lula practica una complementariedad geoeconómica. Se calcula que Pekín invertirá en Brasil, durante el próximo cuatrienio, 40 mil millones de dólares por año.
En un reciente artículo publicado en Le Monde, el canciller Celso Amorim se refirió a los grandes ejes de la política brasileña: la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la multipolaridad, el BRIC, el derecho a usar en forma pacífica la energía nuclear, etcétera.
En los hechos, Lula inicia la restatización de Petrobras y la creación de una supraempresa llamada Petrosal, de propiedad estatal.
El Lula temeroso de los comienzos de sus gobiernos da paso naturalmente a un Lula exultante por tantos éxitos.
A continuación, la versión completa de la entrevista que el presidente Lula concedió a La Jornada, al periódico electrónico de Brasil Carta Maior y al diario argentino Página 12, en el Palacio de Planalto, sede del gobierno brasileño, en la ciudad de Brasilia, pocas horas antes de la asonada policial que intentó deponer al presidente constitucional de Ecuador, Rafael Correa.
En la presidencia se aprende primero a gobernar
–¿Qué diferencia hay con el Lula de 2003 y su relación con el Lula de 2010? ¿Qué le ha enseñado, qué ha aprendido, cómo se ha transformado, en qué ha cambiado con el ejercicio de la presidencia?
–Pienso que en la presidencia se aprende primero a gobernar. Cuando se llega a la presidencia de la república, uno se encuentra con la convivencia de muchos años de oposición, en la cual uno va a un debate, a una reunión y dice a sus interlocutores yo pienso, yo considero, yo creo. Cuando se está en el gobierno, ya no se piensa, no se considera, no se cree; se hace o no se hace. Y el gobierno es una eterna toma de posición. Se aprende a tener más tolerancia y se aprende a consolidar la práctica democrática, porque la convivencia política en la adversidad es una estupenda enseñanza para quien cree en la democracia como un valor inconmensurable en el arte de hacer política. Y eso se aprende solamente ejercitándolo todo el santo día. No creo que haya una universidad capaz de enseñar a alguien a hacer política, a tomar decisiones. Uno puede teorizar, pero entre la teoría y la práctica hay una gran diferencia en el día a día. Pienso que eso es lo aprendido. Por ejemplo, mi segundo mandato, todo el mundo sabe que yo tenía miedo del segundo mandato. Tenía miedo del agotamiento, tenía miedo del aburrimiento, tenía miedo de volver a repetir lo mismo.
“Cuando creamos el PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento), en verdad hicimos un transplante de todos los órganos vitales del gobierno, e hicimos un nuevo gobierno, mucho más productivo, mucho más eficaz, mucho más activo, y hay cosas que están pasando. Pienso que eso, para mí, fue un aprendizaje estupendo… Necesito continuar aprendiendo porque pasar por la presidencia, enfrentar las adversidades que enfrentamos, y llegar al final del mandato en la situación en la que estamos llegando, creo que el ejercicio de la democracia fue intensamente practicado. Fueron 72 conferencias nacionales sobre todos los temas, desde la seguridad pública a la comunicación, desde la ‘portación de deficiencia’ al GLBT (gays, lesbianas, bisexuales y transgénero), y todas las políticas resueltas por nosotros fueron resultado de esas conferencias. El pueblo participó activamente en las decisiones y en las políticas públicas del gobierno. Entonces, ese es el cambio fundamental… Y aprendimos a gastar, y aprendimos a realizar obras, a invertir.
“Y la revolución que hay en Brasil, el día en que la prensa brasileña resuelva divulgarla, el pueblo se va a dar cuenta por qué cuando hay encuestas el gobierno aparece con 80 por ciento de aprobación. No es Lula, es el gobierno el que aparece con 80 por ciento de aprobación en el octavo año de mandato.
“¿Cuál es el fenómeno? Porque no depende de la prensa. Si dependiese de la prensa, yo tendría 10, menos 10. Estaría debiendo puntos. O sea, ¿qué fenómeno es éste? El fenómeno es que las cosas llegan a las manos del pueblo. El pueblo está recibiendo los beneficios, el pueblo está viendo que las cosas se llevan a cabo… Creo que ese fue el cambio más grande que he visto del 2003 al 2010.”
–Usted acaba de mencionar algo muy interesante para los mexicanos. Hicimos cosas que algún día la prensa va a divulgar. ¿No fue divulgado por el gobierno?
“En Brasil hay un debate muy interesante. He notado que no es un debate sólo en Brasil. Existe el mismo debate en Argentina y otros países de América Latina. Hasta Obama, cuando tomó posesión, dijo que Fox (News) no era un medio de comunicación, era un partido político. Bueno, yo converso con muchos dirigentes del mundo entero. Todo el mundo reclama. Yo no reclamo demasiado a la prensa porque creo que llegué a donde llegué por la prensa: contribuyó mucho para que yo llegase a donde estoy. Por tanto, soy un defensor de la libertad de expresión y la democracia. Ahora, hay gente que confunde la democracia, la libertad de comunicación, con actitudes extemporáneas. No sé si es algo mundial que no hay noticias buenas, que no venden diarios: tal vez lo que hace que se vendan diarios es el escándalo…
“Yo nunca… yo voy a terminar mi mandato sin haber comido con el dueño de un diario, el dueño de una televisora, el dueño de una revista, durante mi mandato. Mantuve con ellos una relación democrática, respetuosa, entendiendo su papel y buscando que entiendan mi papel. Creo que muchas veces el pueblo conoce las cosas buenas que suceden en este país porque las divulgamos, en publicidades de gobierno, y las divulga Internet, las divulga el blog, las divulga el blog de Planalto; pero a veces, si dependiese de determinados medios de comunicación, simplemente no hablarían sobre eso. Algunos hasta dicen ‘mira, a nosotros no nos interesa hacer esta cobertura oficial, la inauguración de las cosas’. No tienen interés. Puede ser verdad…
“Yo pienso que si el pueblo estuviese mejor informado, sabría más cosas y podría tener un mejor juicio. Entonces, para mí, el arte de la democracia es ése: que las personas tengan seguridad de la calidad de la información, de la rectitud de la información, de la neutralidad de la información. El asunto es que muchas veces, quien ha acompañado a la política brasileña va a percibir que era mucho más fácil que algunos medios de comunicación asumiesen, categóricamente, su compromiso partidario. Ahí la gente sabría quién es quién, pero no funciona así en Brasil. Parece todo independiente, pero basta leer los titulares para ver que la independencia termina donde comienza (la declaración).
“Bueno, es un proceso de aprendizaje, tenemos muy poco tiempo de democracia… estamos viviendo el mayor período de democracia continua en Brasil, a partir de 1988, de la Constitución, a partir de la elección del presidente (José) Sarney. Son veinte y pocos años; por lo tanto, es una democracia muy incipiente, que está muy fortalecida y con instituciones sólidas. Aquí, tuvimos un impeachment y no sucedió nada. Aquí se eligió a un metalúrgico y estamos viendo un avance general en América Latina, creo que eso va consolidando a la democracia, independientemente de los nostálgicos que siempre decían que un metalúrgico no podía llegar a la cima, que un indio no podía llegar a la cima, que un negro no podría llegar a la cima… que una mujer no podría llegar a la cima.
“Estamos rompiendo esos tabúes y estamos demostrando... creo que es eso lo que debía ser valorado: la izquierda en América Latina optó por la democracia, y está llegando al poder en varios países por la vía de la democracia. Y quien da golpes no es la izquierda. No fue nadie de la izquierda que dio el golpe en Honduras. Entonces, la gente necesita saber que si la información fluyera correctamente, esto facilitaría la vida de la gente en la toma de decisiones.
Pienso que en Brasil vamos aprendiendo, y vamos construyendo nuestra democracia y, sinceramente, soy un hombre que no tiene derecho a reclamar, porque voy a terminar mi mandato con la mayor aprobación con la que haya terminado un gobierno. Hay gente que no comienza con lo que voy a terminar. Entonces, tengo que agradecer al pueblo brasileño, agradecer a la democracia brasileña y, por qué no decirlo, a la prensa, porque su comportamiento, a favor o en contra, fue formando un juicio de valor. Sostengo algo que vale tanto para la prensa como para el comportamiento cotidiano: si se está, todos los días, en favor del gobierno, se pierde credibilidad. Pero si todos los días se está en contra, también se pierde credibilidad. Los dos extremos, cuando se tocan, dan como resultado una estupidez. Entonces, hay que hablar de las cosas buenas del gobierno cuando pasan, para tener credibilidad cuando se habla de las cosas malas que pasan y tener la misma credibilidad. Creo que eso es lo que permite el desarrollo y la consolidación de la libertad de comunicación en el país. Es el compromiso con la verdad, solamente la verdad y nada más que la verdad, le duela a quien le duela.
Lula insiste en los resultados de sus ocho años de gobierno en materia de empleo, pobreza y destaca que al mismo tiempo se crearon varios programas “para atender a la parte más pobre de la población; programas simples, pero programas objetivos, como el programa Bolsa Familia, como el programa Luz para Todos, como el programa PPA, que es un programa de compra de alimentos, un programa para la agricultura familiar.
“Esas son decisiones de políticas públicas que no estaban previstas en el escenario político nacional. Creo que el pueblo brasileño vive hoy más feliz, vive mejor y tenemos que ser concientes de que aún falta mucho por hacer en Brasil. Espero que la compañera Dilma (Rousseff) pueda, en los próximos tiempos, concluir el trabajo que comenzamos y que probamos era posible hacer en Brasil, y que hicimos con mucha fuerza y, diría, con mucha eficacia.
“No quiero ser presumido, pero creo que hicimos, desde el punto de vista de la política social, una revolución en Brasil, que aún no ha terminado… porque no se consigue desmontar todo el aparato de exclusión de 500 años en ocho años. Pero tenemos una base extraordinaria, y creo que esa experiencia debe ser conocida en otros países.
“Porque algunas cosas son sagradas para nosotros. Se puede combinar crecimiento económico con baja inflación. En Brasil parecía imposible que eso sucediera. Se puede combinar aumento real de salarios y mantener la inflación controlada, eso parecía imposible en Brasil. Mantener una política de exportación creciente y, al mismo tiempo, una política de fortalecimiento del mercado interno brasileño, ¡eso era imposible que sucediera!
“Todas esas cosas, todas esas cosas demuestran un grado de estabilidad en las políticas que logramos que se mantuviera más de cuatro o más de ocho años consecutivos; ciertamente, dentro de poco tiempo seremos la quinta economía del mundo, porque las condiciones están dadas. Creo que todo eso fue realizado a partir de la relación que establecimos con la sociedad. Me preocupaba, antes de ser presidente, definir cuál sería la relación del Estado con la sociedad y cuál sería la relación del gobierno con la sociedad. Nos llevó algún tiempo para que el segmento más pobre de la población, los trabajadores organizados, pudieran verme, en el ejercicio de la presidencia, como uno de ellos. Hoy, millones de brasileños cuando me ven, me ven como uno de ellos que llegó aquí, y eso dio más credibilidad y más posibilidades de hacer cosas, y también más irritación a nuestros adversarios.
“Como nuestros adversarios están fragilizados en sus partidos, utilizan algunos medios de comunicación para hacer una gran oposición al gobierno, y nosotros, en lugar de ponernos nerviosos, tenemos que estar felices, porque esto forma parte del proceso democrático.
“A veces, tengo la impresión de que había gente que buscaba provocarme para que yo tomase una actitud más ríspida contra cualquier medio de comunicación, para que yo intentara hacer alguna intervención, para que yo intentara… y cuanto más me golpeaban ellos, más democracia; y cuanto más me golpeaban, más libertad de expresión, hasta que todo el mundo se dio cuenta que sólo hay un juez: el lector, el telespectador, el oyente. Son ellos los que nos juzgan. Él sólo va a leer lo que quiera leer y sabe interpretar, sólo va a asistir a lo que quiera asistir y sabe interpretar, y no quiere más intermediarios, no quiere más al tal formador de opinión pública. Ese que se pone una corbata, va a la televisión, da una entrevista y se autodenomina formador de opinión pública y cree que todo el mundo va a seguirlo. Hay un presidente de una Central Única, aquí en Brasil, que representa a millones de trabajadores: él no es un formador. Esas cosas cayeron por tierra.
“El pueblo brasileño no quiere intermediarios. Quiere hablar por su boca, ver por sus ojos y tomar decisiones con su conciencia. Se terminó el tiempo en que la ‘casa grande’ (la hacienda) decía y la senzala (el alojamiento de los esclavos) tenía que obedecer, se acabó.”
–El pueblo brasileño no tiene la posibilidad de escuchar sus discursos, de leerlos, a menos que acuda a un acto político y lo escuche directamente, y a veces la prensa hace de intermediaria. ¿No cree usted que sería necesario tener espacios en que el presidente de la república rindiera cuentas, hablase?
–Mire, temo… me da miedo algo oficial. Eso termina por no tener credibilidad. Puede tener credibilidad durante un tiempo, pero después pierde credibilidad. Tengo un programa de radio de cinco minutos, todos los lunes, que yo ya tengo tiempo para, caramba, tener que hablar seis minutos. El domingo a la noche grabo todo y lo transmite quien quiere transmitirlo, no es obligación. Tenemos la NBR, que es una televisora del gobierno, que divulga íntegramente lo que hace el gobierno, todos mis discursos son transmitidos íntegramente.
“La televisión pública que estamos construyendo todavía está en un proceso de fortalecimiento. No queremos que sea vista como un canal para transmitir actividades del presidente, no queremos eso, porque nadie aguanta eso todos los días. Creo que los medios de comunicación, todos, en el momento en que todos asumimos un compromiso con la verdad, estaremos satisfechos. No creo que el Estado deba tener un medio oficial para transmitir. Creo que el Estado debe tener una televisión pública que tenga una programación de calidad, competitiva en cuanto a contenido, a forma. Creo que el Estado no debe competir con las privadas en cuestión de financiamiento. Lo que el Estado necesita priorizar es, primero, la pluralidad de las informaciones, porque eso es lo que va a dar credibilidad al Estado; y, al mismo tiempo, la seriedad de las informaciones. La televisión pública no tiene que decir que el presidente Lula está de traje blanco o de traje negro; que es bueno con la pelota, o malo con la pelota. Si tiene ese compromiso, puede ser que un presidente u otro no guste, pero la democracia estará agradecida.
“Usted sabe que yo antepongo la democracia, porque yo no sé si yo hubiese llegado a la presidencia si no fuese una democracia. Veo, por ejemplo, aquella foto del primer gobierno de la Revolución Rusa: ahí no hay un metalúrgico en la dirección. Y así, siempre, en varias revoluciones, la dirección es toda de clase media, intelectual. Aquí nosotros conseguimos democráticamente crear un partido con una mayoría de trabajadores, llegar a la presidencia de la república en 20 años. Recuerdo la primera reunión que tuve, en junio de 1990, cuando convocamos en Sao Paulo en el hotel Danubio, la primera reunión de la izquierda de América Latina.
“Yo había sido derrotado en la elección del 89, pero resulté fortalecido. Porque en el 82 fui candidato a gobernador de Sao Paulo y salí en cuarto lugar: tuve un millón 250 mil votos. Y quedé devastado, me sentí el más insignificante de los seres humanos por haber tenido solamente un millón 250 mil votos. Y mi partido tenía una propaganda que era una locura, no podía aparecer hablando por la televisión. Aparecía una voz diciendo: ‘Luiz Inacio Lula da Silva: ex tintorero, ex sastre, ex limpiabotas, ex tornero mecánico, ex sindicalista, ex preso político... un brasileño igualito a tí’. Había otro que decía: ‘Altino Dantas (miembro del PT): hijo de general, condenado a 96 años de prisión’. ‘Athos Magno: secuestró un avión…’ O sea, parecía más un prontuario policial, un boletín, más que una campaña política.
“Entonces, me quedé muy triste y perdí. Una vez, yo fui a Cuba, y conversando con Fidel Castro, él me dijo: ‘Lula, ¿tú te diste cuenta en qué lugar del mundo un obrero tiene un millón 250 mil votos? ¡No tienen eso, Lula! ¡Tienes que ver como estupenda esa votación que tuviste!’ Entonces comencé a creer que mi derrota era una victoria. En el 89, tuve 40 y algo más por ciento de los votos en la segunda vuelta, y creí que era posible consolidar la democracia en América Latina. Convocamos entonces a todos los partidos de izquierda. De Argentina vinieron cuatro o cinco, de República Dominicana, 10 o 12, porque tenía grupos de izquierda de dos, de tres… No conversaban entre ellos.
“Siempre bromeo que la única cosa que unificaba a aquella izquierda era Maradona, porque Argentina estaba en la Copa del Mundo. ¿Y qué pasó? Ideamos el foro de Sao Paulo, comenzamos a reunirnos y hoy todos los partidos llegaron al poder. A (Hugo) Chávez no quise recibirlo, no queríamos que viniese, que participase del foro, porque era golpista. Hoy, uno ve América Latina: todo el mundo que participó en el foro de Sao Paulo llegó al poder por la vía del voto. Creo que eso es extraordinario. La gente aprendió. ¿Cómo es que un indio llega al poder en Bolivia si no es por la participación popular? Creo que esa es la revolución: Mandela en África del Sur, Evo Morales, Lula en Brasil, Obama en Estados Unidos.
“No es poca cosa que los estadunidenses hayan votado a un negro para presidente. Primero, hubo una revolución en el Partido Demócrata para ganarle a una rubia de ojos azules (Hillary Clinton) –no tengo nada contra las mujeres de ojos azules, ¡mi mujer los tiene azules!–, y después ganarse al pueblo estadunidense. Obama es un presidente que no tiene que hacer demasiado. Sólo debe tener la osadía que el pueblo estadunidense tuvo al votarlo. Sólo eso. Pienso que la democracia está a todo vapor en nuestra querida América Latina.”
–¿Usted ha acusado de golpista a la prensa de su país?
–No, no. Yo no utilizo la palabra golpismo. Para entender es preciso acompañar a la prensa brasileña y ver lo que quisieron hacer en 2005. Y que ellos no estaban acostumbrados, porque la elite brasileña, en el 54, llevo a Getulio (Vargas) a la muerte. Es importante recordar que ellos decían que Juscelino (Kubitschek) no podía ser presidente, no podía ser candidato, si era candidato no podía ganar, si ganaba, no podía tomar posesión, y si asumía, no iba a poder gobernar. Así hablaban de Juscelino en el 55, ¡así! Esa misma elite es la elite de hoy, no representada por los más viejos, pero sí por los más nuevos que heredaron no solamente el patrimonio, sino a veces también el mismo comportamiento y conciencia política. Ese es un dato, ese es un dato objetivo. Después llevaron a Joao Goulart a renunciar, defendieron el golpe militar.
“Cuando yo llego a la presidencia, pensaron dos cosas: ‘Bueno, vamos a respetar la democracia y vamos a dejar al operario llegar hasta ahí’. El obrero llegó, y ellos alentaban, creían píamente que yo iba a ser un fracaso total y absoluto, que la izquierda y su obrero metalúrgico iban a sucumbir por la incapacidad para gobernar el país. Ese era el pensamiento. ¿Qué pasó? El obrero comenzó a hacer más que ellos, y ahí se quedaron nerviosos.
“Tengo una trayectoria que va desde el movimiento sindical. La democracia, para mí, no es media palabra. La democracia es una palabra entera, sólo que algunos entienden por democracia apenas el derecho del pueblo a gritar que tiene hambre, y yo entiendo por democracia no el derecho de gritar, sino el derecho de comer. Esa es la diferencia fundamental: democracia, para mí, es permitir el derecho a la conquista, y no permitir sólo el derecho a la protesta. Ese es un tema delicado, un tema que pone nervioso.
“Hicimos una conferencia de comunicación aquí en Brasil, una gran conferencia de comunicación. Participaron algunos dueños de medios de comunicación, participó personal de telefonía, participaron miembros de movimientos sociales, participaron los blogueros… todos participaron. Algunos no quisieron participar.
“No me voy a quedar quejándome, pero sí podrían acompañar (la prensa). Yo no creo que haya habido un presidente que hubiese tratado a la democracia con la importancia con la que la traté, porque yo sé cuán importante es para mí. Pero algunos comprenden de manera diferente… también eso es democracia. Pero es importante entender lo que sucedió en Brasil. El pueblo brasileño levantó la cabeza, la autoestima a un nivel extraordinario, y pienso que eso sólo va a mejorar. Cuando la gente percibe que cuanto más pluralismo hay, cuantas más opciones hay, mejor informado estará el pueblo, porque ahí el pueblo tiene una canasta de informaciones. Por eso es que creo que es importante la revolución de Internet, que mucha gente todavía no comprende, o no quiere comprender. Ahora, todo después de Internet es viejo, todo, porque Internet es tiempo real… No sé cómo es que el mundo va a sobrevivir a esta avalancha de posibilidades de información que la sociedad tiene. La gente interactúa, responde, critica, se siente coautora de la noticia, creo que eso es extraordinario.”
–A su juicio, ¿quién es responsable de los golpes de Estado que ocurren en América Latina: el imperio o las elites nacionales, o ambos?
–Hay que diferenciar que dentro de la elite existen varios sectores. Uno encuentra empresarios brasileños que son empresarios de alta calidad, empresarios con una fuerte visión nacional, con una visión desarrollista. Cuando yo hablo, hablo de elite política, aquellos que deciden el destino del país. Y en América Latina tenemos una mentalidad colonizada. Hasta hace poco, en Argentina, los gobernantes se quedaban discutiendo quién era más amigo de Estados Unidos, quién era más amigo de Europa; aquí en Brasil pasa lo mismo. Con la entrada de (Néstor) Kirchner y de Cristina (Fernández), uno puede estar en desacuerdo –es legítimo el desacuerdo–, pero hubo un cambio en Argentina, con una visión del mundo con más independencia, con más soberanía. Lo mismo pasó en Brasil, en Venezuela, en Ecuador, está pasando en el mundo.
“Nunca acepté la idea de quedarnos sentados sobre nuestros errores, criticando sólo al imperialismo: ‘¡Ah!, somos pobres por culpa del imperialismo estadunidense; estamos enfermos por culpa del imperialismo estadunidense; nos pasó por culpa del imperialismo estadunidense’. Esa es media verdad. La otra verdad es que la elite política de cada país se subordinó cuando no necesitaba subordinarse. Es más fácil criticar a los otros en vez de ver nuestros defectos. Creo que es una vergüenza lo del muro de México y Estados Unidos. Creo que es una vergüenza, después de toda la glorificación de la caída del Muro de Berlín, que haya un muro en México y que haya un muro en Israel. Creo que es muy vergonzoso para la humanidad. Pienso que el único muro que deberíamos asimilar es la Muralla China, que se transformó en algo turístico. El resto son muros segregadores, y nadie dice nada, nadie dice nada. No se ven fotografías del muro que separa a México de Estados Unidos en los medios de comunicación.
Creo que eso es grave. Uno no puede echarle sólo la culpa a los otros. Tenemos que saber lo siguiente: ¿en qué fallamos, como elite política, como elite intelectual, como pueblo, en qué fallamos? En la construcción de nuestra imagen, de nuestra personalidad, de nuestra riqueza. Creo que esa es la discusión que necesitamos. Porque es muy fácil, por ejemplo, que Chávez diga que Venezuela era pobre a causa de los yanquis, que estaban explotando ahí a PDVSA (empresa petrolera venezolana). No, Venezuela era pobre porque mucha gente de la elite de Venezuela se beneficiaba con el comportamiento de los estadunidenses. Creo que hace falta decir estas cosas de manera categórica. No eran los yanquis los que llevaron a Bolivia al empobrecimiento. Ellos tuvieron políticas para Bolivia, adoptadas por la elite política de Bolivia, que llevó al pueblo de Bolivia al empobrecimiento. Lo que quiero decir es que la gente no puede sólo criticar a los de afuera sin comprender a los serviciales de adentro.
—Algunas personas elogian al presidente Lula porque es una continuidad del ex presidente Fernando Henrique Cardoso…
–Primero vamos a dejar claro lo siguiente: si yo hubiese continuado la política de Fernando Henrique Cardoso Brasil hubiera quebrado. Nosotros sólo llegamos adonde llegamos porque hicimos las cosas de manera diferente. Sólo quería decirte que cuando yo asumí la presidencia, Petrobras valía 13 mil millones de dólares de su valor patrimonial. Y hoy Petrobras vale 220 mil millones de dólares. Algo cambió.
“Cuando llegué al gobierno la consigna era que el gobierno no podía gastar, no podía hacer inversiones porque todo tenía que garantizar el superávit primario. Y había que cuidar el déficit. ¿Qué sucedió? Nosotros, que estábamos subordinados al FMI, nos libramos del FMI. Nosotros, que no teníamos ninguna reserva, vamos a llegar al final del año con 300 mil millones de dólares de reservas. Nosotros, que éramos deudores, nos volvimos acreedores del FMI. Y la situación de Brasil cambió radicalmente; incluimos a los millones de excluídos que no eran tomados en cuenta. Éramos un país de economía capitalista sin capital, sin crédito, sin inversión.
“Cuando comencé mi vida política en el sindicato, había gente de ultraizquierda que me tildaba de agente de la CIA, sobre todo el personal con buenos empleos. Muchas veces, la gente quería saber cuál era mi perfil ideológico… iba a un debate y la gente: ‘¿Qué eres? ¿Esto o aquello?’. Yo decía: ‘soy tornero mecánico’. ‘¿Eres comunista?’. ‘No, soy tornero mecánico’. Porque a mí nunca me gustó ser etiquetado.
“Cada país tiene sus particularidades. Los Kirchner, tanto Néstor como Cristina, tienen su estilo de gobernar. El dato concreto es que Argentina está mejorando, ese es un dato concreto y objetivo. Nuestro querido Pepe Mujica tiene su modelo de gobierno; el hecho concreto es que Uruguay está mejorando. Yo tengo mi estilo, el hecho concreto es que Brasil está mejorando. Evo tiene su estilo; el hecho concreto es que Bolivia está mejorando, y esto vale para todo el mundo. Eso es lo que me interesa. Esa cosa de la prensa de decir: ‘Lula es el buenito y Chávez el malo’. Chávez tiene que ser bueno para el pueblo de Venezuela, y yo tengo que ser bueno para el pueblo de Brasil, y la verdad es que Venezuela mejoró con Chávez, esa es la verdad. ¿En cuántas elecciones participó Chávez en estos tiempos, eh? Y las ganó todas, acaba de ganar una más: ‘Ah, pero no es la mayoría’. Perfecto, creo que va a ser bueno para Chávez, porque va a tener que ejercitar el debate político con más fuerza, ejercer más la democracia. Pienso que eso es extraordinario.”
–¿Usted continúa siendo un hombre de izquierda?
–Yo me considero un hombre de izquierda y los resultados de las políticas que implementamos son todo lo que la izquierda soñaba que se hiciera. Mire, es un poco una paradoja que yo sea el único presidente que tuvo este país que no tiene diploma universitario, y sea el presidente que más universidades hizo, que llevó más jóvenes a la universidad y que hizo más escuelas técnicas. Fuimos los que más generamos empleos, los que más combatimos la pobreza, los que más practicamos los derechos humanos y los que fortalecimos más la democracia. Este palacio no es un palacio al que sólo entraron príncipes y primeros ministros. A este palacio entraron los sin techo, representantes de las minorías, desempleados, entraron todos los movimientos. Se volvió un verdadero palacio del pueblo brasileño, y creo que esa es una política de izquierda no populista, porque la derecha también puede ser populista: la derecha puede ser populista. El problema es cuando un político es populista o cuando es un político popular. Son dos cosas diferentes.
–¿Cuál es la diferencia?
–La diferencia es que un presidente populista no tiene que tener necesariamente relación con la sociedad, un compromiso con la sociedad. Hace una encuesta de opinión pública, sabe cuáles son las preferencias del pueblo y empieza a hablar de aquello que aparece como resultado de la encuesta. Un político populista no tiene necesariamente una relación muy fuerte con el pueblo. Él decide desde arriba para abajo y piensa que así está bien. Un dirigente popular, va más lento pero prefiere construir desde abajo hacia arriba, haciendo que la sociedad participe de las decisiones. Esa es la forma más extraordinaria que hay de ejercer el gobierno y de ejercer la democracia.
He dicho que aquí en América Latina, en vez de ser gobernantes, deberíamos ser cuidadores del pueblo. Cuidar, priorizar la fuerza que el Estado tiene para ayudar a aquellos que realmente necesitan del Estado. Pienso que eso está sucediendo en Brasil.
–Las transformaciones para consolidarse y avanzar necesitan, aparentemente, de reformas. Usted está comprometido, con Dilma también, con la idea de una asamblea constituyente autónoma.
–Dos años atrás recibí a una delegación de abogados para discutir la reforma política, y dije que tal vez fuera necesario pensar en una constituyente exclusiva para hacer la reforma política. Porque Brasil necesita una reforma política; es inexorable… tener una fidelidad partidaria, tener un financiamiento público de campaña, tener partidos más fuertes, con los que se pueda negociar. Cuando uno construye una coalición, es una negociación de varios partidos que van a ser parte de un gobierno. Y si los partidos son fuertes, uno negocia con las direcciones del partido las votaciones en el Congreso. Por eso creo que la reforma política es importante.
“Siento que hay mucha dificultad en el Congreso para votar la reforma política. Porque hay gente que prefiere mantener el statu quo. Quien ya es diputado, quien ya es senador se pregunta ‘¿para qué cambiar? Vamos a seguir igual’. Eso es un error para Brasil y un error para la credibilidad del Congreso. Y no puede ser hecho por el presidente de la república, tiene que ser impulsado por los partidos políticos. Una de las cosas con las que puedo colaborar es, primero, convencer a mi partido de que la reforma política es importante, y luego convencer a los partidos políticos aliados de que la reforma política es importante. Si podemos construir una mayoría, se podrá votar la reforma política, diría, en los próximos dos años.”
–¿Piensa que el Estado también debería ser reformado?
–Pienso que necesitamos cuidar que el Estado sea menos burocrático y más ágil. Y eso es muy fácil de decir y muy difícil de hacer, porque hay que mover centenas de corporaciones que, en el fondo, gobiernan Brasil. Porque son las instituciones que tienen su poder, sea el Poder Judicial, la Receita Federal (secretaría de recaudación), la Policía Federal, el Ministerio Público… Hay instituciones poderosas que, en el fondo, son instituciones que tienen poder de presión dentro del Congreso nacional. Yo vi en la constituyente la experiencia de poder de presión de la llamada sociedad organizada. El desafío en que uno pueda proponer una reforma del Estado que no sea una violación, que sea construida a varias manos, y que la gente se dé cuenta de que cada uno tiene que ceder un poco. Creo que hay mucho por hacer, muchas, muchas cosas, redefinir el papel de muchas cosas en Brasil.
“Ese es un proceso en que uno no puede ser tan loco como para pensar que en un mandato de cuatro años lo hará. Hay que construir, diría, casi una acción que envuelva a todos los segmentos de la sociedad, construir un grupo muy grande para ir pensando las reformas necesarias, discutir con el Congreso nacional, discutir con el movimiento social, y cuando uno está listo, hacerlo. Voy a darte dos ejemplos: la cuestión laboral. Creé un grupo de trabajo entre el movimiento sindical, empresarios y gobierno que estuvo próximo, pero no alcanzó a tomar una decisión. La reforma provisional tiene un grupo de trabajo también creado por mí.
“Estoy convencido, por lo que conozco del movimiento social brasileño, que estamos en un proceso de maduración como jamás tuvimos en el país, una relación de confianza establecida entre varios actores de la sociedad, que uno puede dar pasos, y pienso que, ciertamente, va a depender mucho de la definición de prioridades si Dilma es electa presidente. No sé cuándo… porque un gobierno, eso lo aprendí también, un gobierno no puede querer hacer 500 cosas.
Un mandato es muy rápido. Un mandato dura mucho para la oposición, pero para quien está en el gobierno cuatro años no es nada. Ella tiene que definir correctamente cuáles son sus prioridades y lanzarse a ello, porque si intenta hacer 500 cosas, no lo conseguirá. Mire, Obama perdió el primer año en hacer la reforma en el área de salud. Fue aprobada en el Congreso, pero hasta ser ejecutada va a llevar un año más. Uno no puede perder todo el tiempo sólo en una cosa. El gobierno tiene que utilizar su energía positiva para cuidar de este país 24 horas al día, y esos debates se van haciendo paralelamente en el gobierno con los ministros, hasta que se llega a una propuesta concreta para enviar al Congreso.
–En febrero pasado usted dijo que recorrerá América Latina para mejorar las relaciones entre partidos, movimientos sociales y sindicatos, y también África, ¿cuándo lo hará?
–Es que esa es una parte. Cualquier sindicato de América Latina tiene más reuniones con Alemania o con los estadunidenses que entre nosotros, por lo que conozco. ¿Qué quiero? Primero, que se consolide no sólo una buena relación partidaria, sino una buena relación sindical, una buena relación cultural. De ahí, mi alegría de poder inaugurar la Universidad de América Latina –la Unila–, que creo que es un sueño realizado. La aprobación, por el congreso brasileño, de la creación de la Universidad Brasil-África es otro sueño: tener una universidad aquí para formar gestores, ingenieros, doctores para África. Ese tipo de integración es el que necesitamos y que Brasil puede ayudar a América Latina. Por ejemplo, estamos plantando soya en Cuba. En Venezuela con tecnología brasileña, con conocimiento tecnológico brasileño, estamos ayudando.
“Estamos ayudando a Venezuela a construir cadenas productivas en el área de alimentos, estamos ayudando a hacer sistemas habitacionales como se hace en Brasil, y creo que es en eso que podemos contribuir. Estamos llevando Embrapa, que es nuestra empresa de tecnología, a Panamá, para ayudar en el desarrollo agrícola de Centroamérica.
“Creo que es eso lo que nosotros podemos hacer. No tengo más interés en regresar al partido, no quiero regresar a ser un cuadro del partido, hacer reuniones dentro del partido. Tengo 65 años, estadísticamente puedo tener 10 o 15 años más de vida, creo en la estadística. Sé que, cuando uno llega a los 60 años, cada año, a partir de allí, vale por 10. Entonces, tengo noción del tiempo y tengo noción de que me queda menos de un cuarto del tiempo que ya tuve –o un quinto– para hacer cosas que creo que pueden ser hechas. Tengo entonces que definir y enfocar correctamente una o dos prioridades.”
–¿Usted sueña?, y ¿con qué sueña, señor presidente?
–Soy un eterno soñador. Mire, creo que lo que hicimos en Brasil fue apenas dar inicio al movimiento que consolidó en la conciencia de la mayoría del pueblo brasileño que es posible saber hacer las cosas de manera diferente, que es posible hacer creer a la gente que el gasto en salud no es gasto, es inversión; que cuando uno da dinero a los pobres es inversión, no es sólo cuando uno presta dinero a un rico, cuando uno da dinero al pobre es inversión.
“Yo sueño que si la sociedad brasileña mantiene, en los próximos años, la autoestima que hoy tiene, la credibilidad que tiene hoy en su país y la confianza que tiene en el país, Brasil será un país muy importante en los próximos años, muy importante.
“Yo sueño con esas cosas internas para mejorar, yo sueño con la reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sueño con una mayor democratización en las instituciones multilaterales y sueño con un mayor compromiso en la toma de decisiones de los países más ricos en este mundo globalizado. Hoy, cuando un país rico tiene que tomar una decisión económica, no tiene que discutir sólo los beneficios y las pérdidas internas, tiene que saber cuál será la repercusión de la decisión en otros países que tienen una economía dependiente, especialmente en este mundo globalizado.
Sueño con contribuir al desarrollo de África, sueño con ayudar a América del Sur y a América Latina a ser más fuertes, a ser más ricas, y a desarrollarse más rápidamente, o sea, voy a morir soñando que yo no debería morir. Es así.
http://www.cartamaior.com.br/
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