martes, 14 de junio de 2011

ASESINATO CORPORATIVO

Dra. Margarida Barreto, Robert França (Sinjus)
Rui Viana (Serjusmig) e o psicólogo Arthur Lobato.


 ¿Es el suicidio una forma de violencia auto inflingida? 
 Por Margarida Barreto
Hablaré  del suicidio a partir de la analice de un caso de trabajadora que intentó suicidio. Según la OMS, “El suicidio es un problema grave de salud pública”, pero pocas personas lo consideran un problema y prefieren no mencionar, haciendo silencio, o sea, hacen un esfuerzo para ocultarlo, ya sea por vergüenza, culpa o miedo de hablar de lo que ocurrió. La OMS asegura que más personas mueren cada año debido al suicidio que a la suma de homicidios y guerras, aunque en América Latina el nivel de suicidio no llega a las alarmantes cifras de  algunos países como Lituania 51.6 por 100 mil habitantes, Belarúsia  41.5, Federación de  Rusia 43.1. Sin  embargo,  en Latinoamérica, Cuba  y Uruguay  son  países que  presentan los índices  más  altos  de  suicidio  (23 y  12.8 respectivamente). 
Cuando hablamos de  suicidio, que  comprendemos?  Como un   acto humano de causar  la cesación de  la propia vida. Por otro lado, cuando hablamos  de    "ideaciónsuicida" es un termo que  se  usa a  menudo en  la bibliografía  técnica  y  se  refiere  a  pensamientos acerca  de  suicidarse, con diversos  grados de  intensidad y  elaboración. 
E porque un trabajador desearía morir? El presidente de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, Lars Mehlum, afirma que "la vasta mayoría de los suicidas no desean  morir, sino que  no desean continuar viviendo en  las condiciones  en que  se  vem obligados a vivir” o que es una gran verdad.
Y, por tanto, empezaré a hablar por el acoso moral mientras una manifestación de humillaciones sistemáticas y  prolongadas durante la jornada  laboral. La  humillación  es una combinación heterogénea de comportamientos, en todos los cuales se engendra una forma de  actitud autoritaria  y  abuso del poder,  que  causa especialmente deterioro o desgaste  psicológico.  Incluye  comportamientos, palabras, actos y  gestos  que  puedan atentar contra la identidad, la personalidad, la dignidad, la integridad física y psíquica de  los trabajadores y  trabajadoras, forzando a  su despido. Constituye  una  cadena  de comportamientos deliberados por parte  del superior  jerárquico  y  que  provoca  en los trabajadores una actitud defensiva y de aislamiento, generadora de tensiones.
Así, el concepto de acoso indica “un fen meno que se inscribe en el tiempo”, ya que acosar implica “volver a la carga”, mientras que el calificativo “psicol gico” permite, “por una parte, intentar establecer una distinci n – a veces difícil – con el acoso sexual y, por otra parte, indicar que los perjuicios no afectan principalmente a la salud física de lãs personas”, aun cuando puede haber también violencia física (Renaut, A, 2004)
La humillación implica en coerción, amenazas de desempleo, críticas repetitivas y maltratos. En cualquier que sea su manifestación, es una conducta que causa perjuicio a la víctima, lo que, por sí solo, constituye una violación a los derechos fundamentales de todos los trabajadores y trabajadoras. 
En la humillación  no  hay  uso de  la fuerza  física  pero, puede  caminar  para  la violencia física. Muchas  veces, sus consecuencias a  salud psíquica  son  peores que  la violencia física, eso porque el anuncio está en amenazar y anunciar el miedo, que queda suspendido, que  no sabe  qué  otras formas de  violencia va  a  recibir o vivir. Es
característica  da  violencia doblar  la  voluntad  del otro, aterrorizar  las personas imponiendo-les su voluntad.
En ese sentido, las humillaciones o el acoso moral o violencia moral en el trabajo y sus implicaciones en el proceso salud-enfermedad constituye aun, tema poco debatido.
Entretanto, antes de hablarnos acerca de las implicaciones, creímos ser necesario termos como ponto de  partida  para  nuestras reflexiones el proceso salud-enfermedad y  la relación con el trabajo e  suicidio. En una  primera  mirada  biológica, la  vida podría  ser traducida  como una  actividad normativa  del ser o sea  todo ser  vivo debe  ser  capaz  de  recoger información de  su medio, asimilar estas informaciones y  contestar a  estas informaciones, respondiendo al medio ambiente. 
Entretanto el ser vivo no es determinado a priori. Él posee siempre una plasticidad y  es esa  plasticidad  que  le permite instituir sus propias normas. Estar  enfermo  corresponde  a  vivir una  norma  de  vida inferior,  donde  se  instala una  limitación de  la capacidad normativa del organismo (Canguilhem 1995), Seria un trastorno y amenaza a la existencia. Y salud, seria  la posibilidad de  ultrapasar la norma  que  define  el normal moment neo acrecentando que “estar en buena salud es poder caer enfermo y recuperase; es un lujo biol gico”.
La salud no debe ser entendida como un estado o bien que se consume. Mucho menos como un   capital  o ausencia o  suma de  riesgos  y  enfermedades.  Salud es “un proceso dinámico que  inscribe el cuerpo, la persona, las marcas del trabajo, las condiciones de vida, el placer, el sufrimiento y las emociones constituyendo no solamente la historia singular de hombres y mujeres, mas los aspectos colectivos ligados a lógicas múltiples dentro de las cuales ella se inserta (Huez,1999). La relación salud-enfermedad no es del dominio exclusivo de la biología, mas pertenece a la dimensión individual, del colectivo, de lo social y  de la ética.
Si llevarnos este  concepto de  salud-enfermedad para  la salud del trabajador, constatamos que  trabajadores y  trabajadoras,  desarrollan  maneras diferenciadas y particulares de soportar el desgaste impuesto por el trabajo, revelando la plasticidad del ser humano y explicitando que el trabajo como definidor de la condición de humanidad en los días actuales, es extremamente nocivo. Así, grande parte de las enfermedades del trabajo, son resultantes de  la sumisión del  trabajo a  la valoración del capital y  en este sentido la reestructuración productiva  visando nuevas metas, lucro y  poder, no han medido esfuerzos para aumentar la productividad estimulando la competitividad, bajando salarios, aumentando el  desempleo y  exigiendo de  todos  los trabajadores que  sean flexibles en su forma de trabajar.
La  productividad envuelve la selección de  trabajadores con salud perfecta, utilizándolos más allá de los límites que un hombre o una mujer pueden hacer, suportar o sufrir en el desempeño  de  su función. Por  su vez, la competitividad estimula  el individualismo, aislándolos  y  rompiendo  lazos de  afectividad.  Cuanto a  la flexibilidad, envuelve empleo inseguro, sin derechos o con pocos derechos, predominando la asimetría en el contrato de trabajo, sobrecarga de tareas y descalificación del trabajo. Los riesgos son tercerizados  y  predomina  la precariedad de  las condiciones de  trabajo, habiendo reforzamiento de la división sexual del trabajo. Hablaré sobre un caso emblemático.
Diana, es una mujer de 51 años, nacionalidad peruana, casada, dos hijas y vive en Brasil a 21 años. Siempre trabajo como costurera en una industria de plásticos. Siempre se sintió contenta e alegre de haber pasado la experiencia y comenzar a trabajar en una empresa bien grande. Mal sabia que allí comenzaba su pesadilla. En su sector había tenia mas 30 costureras.  Hacia mochilas, bolsas  de  mujer, mochilas infantiles,  porchetes y bolsas de  bebé.  Cuando empezó  su trabajo, tenia  una  encargada  muy  buena: comprehensiva, educada, una persona que nunca crió problemas. Siempre reinaba alegría pues tenían diálogos e hablaban abiertamente. Pero esa encargada fue desligada porque el hijo de uno de los dueños, iba a traer a una conocida  de él, hasta que el día llegó. En su primer día  de  trabajo, no saludó a  nadie. Y  durante todo el día, el clima fue  pesado.
Comenzó a hacer varios cambios en la organización del trabajo. Todos los sectores han sido modificados y se cambió la rutina de trabajo. En primer lugar, todos los trabajadores fueron separados y aislados unos de otros. E así, Diana habla: “Nos prohibi  hablar, no podíamos salir de la m quina para obtener un material para trabajar y no podríamos ir al baño. Todo para ella era amenazar, gritar y insultar”
Un día, Diana le preguntó por qué gritaba con todas sus colegas y después de ese día, su vida cambió y el tratamiento se deterioró aún más.  Su encargada le preguntaba siempre: ¿por qué no convertir a su país? E si Diana contestaba, le decía: nunca deberías haber dejado a su patria. Estás tomando el lugar de una brasileña. Otras veces, le decía que Diana no sabia trabajar y que si continuara de esa manera, sería despedida. 
Diana  vivía  apavorada,  pues su esposo estaba  desempleado e  era  ella  que sustentaba la casa. Varias veces fue amenazada e Diana se convirtió en su objetivo desde el momento en que le cuestionó. Su jefe comenzó a hablar mal de ella e incluso a la alta dirección de la compañía que acreditó que Diana no funcionaba  y hacía todo mal y sin calidad.
“Ella comenz  a maltratarme, me ofendía, me insultaba, todo eso en la frente de mis compañeras de trabajo. Yo solo me quedaba callada, solo lloraba e me preguntaba, porque  conmigo?. Yo estaba  arrasada, enojada. Todos mis colegas evitaban  hablar conmigo. Yo estaba sola. No había ninguna razón para seguir sufriendo. No quería ir a trabajar  y  todos  los días,  me arrastraba. Para  empeorar las cosas, el sufrimiento de  dos advertencias. Yo sufrí dos advertencias de un día e dos días e Yo no podía hacer nada. Fue terrible”. 
Si una  persona  sufre  actos de  violencia, el  sufrimiento impuesto imbrica sentimientos de  indignación, inconformismo, rabia, impotencia y  miedo del futuro, que muchas veces no son compartidos o comprendidos  por sus pares. La  pérdida  de  lãs referencias anteriores y de sus valores, la exclusión del ambiente de trabajo o su inserción fragmentada  nos lleva  a  pensar  en una    inclusión perversa  que  los hacen entrar en un círculo vicioso, donde predomina la tentativa de sobrevivir al sufrimiento, solitariamente.
En la complejidad  de los sentimientos y emociones, se una persona sufre actos de violencia, pasa  a  vivir  el miedo.   El miedo aumenta  la subordinación generando indiferencia  al sufrimiento ajeno y  “quebrando lazos antiguos de  amistad y  compa erismo” (Seligmann-Silva, 1994). Simultáneamente, establece  una  relación desigual del individuo con la organización social y es en esta relación de desiguales, que las humillaciones, discriminaciones y la enfermedad ocurren.
Así, a menudo, su jefe llegaba a su puesto de trabajo cerca del final de la jornada e  trabajo y  todas las bolsas eran descosturadas. Tuve  que  hacerlo de  nuevo hasta lãs ocho de  la noche, a  cada  día se  repitió la misma  tarea:  a  las tres de  la tarde, tenia  que descosturar todo lo que  cosía. Diana  comenzó a  quedarse  triste  y  con miedo de  ir a trabajar.  Tenía  miedo de  todo, solo salía  de  su casa  para  trabajar. E decía: “Me quedé pensando y pensando, días y días. Lloré mucho”.
Las personas tienen miedo de perder el empleo o “no tener éxito, se temen entre sí, tienen miedo de las reestructuraciones” (Renaut, 2004). Por eso, es forzoso conocer los  factores psicosociales, que están presentes en la organización del trabajo.
Diana llegaba en su casa arrasada, llorando mucho, no podría hacer nada. E decía: “No quiero hacer nada. Y me quedaba acostada, pensando y llorando. No tenia fuerzas para  nada  e  para  nadie”.  Así, comenzó a  pelear con  sus hijas, su esposo. Agarraba  sus hijas por los cabellos y las maltrataba mucho hasta les sacaba sangre e decía: “Yo hacia todo eso para  descargar  mi  furia ya  que  no  podría  hacer nada  con mi  jefe”. Una  vez, habló con los responsables por los Recursos Humanos, pero lo que  es peor, el administrador echó la culpa a ella. Y fue trasladada del sector para hacer otras actividades consideradas menos complejas y  consecuentemente no cualificadas en relación con la actividad ejercida anteriormente. Perdió 15 quilos y sentía que no tenia fuerzas para vivir mas.  Su vida no tenia  mas valor. Buscó a  un médico que  le recetó un antidepresivo.
Sentía  peor  a  cada  día  e  decía  que  nadie hacia nada  para  ayudarla. Su cónyuge  la abandonó y así, con dos hijas a crear, se convirtió en más desesperada. 
Es frecuente  el desencadenamiento de  depresión,  angustia, síndrome del pánico,  ideas suicidas, tentativas de suicidio,  insomnio, dolores generalizadas  así como aumento de  ingestión alcohólica  e  hasta reproducción de  la violencia en otros hogares. Lãs tensiones y  angustias vividas, son tejidas en el  marco de  la relación de  opresión y sujeción social y representa un momento de la historia individual, particular e social.
“Ya no veía sentido en la vida. Quería desaparecer. Y así de lo nada, resolví tirar me vida. Solo quería  desaparecer e  intenté suicidio. Si, suicidio.  Tomé  una  grande cantidad  de  pastillas de  toda clase. No recuerdo  de  que  eran, solo acordé  en el centro medico del Hospital”.
Diana  ha  sido hospitalizada  la primera  vez  por   45 días e  salió  con tratamiento continuo.
Pero ella  decía  que    no era  lo suficiente. “Yo me quería  morir, sumir, desaparecer, yo me sentía culpada de todo en mis ideas e  creía que  yo originaba todos estos problemas y colocaba en su cabeza que debía desaparecer del mundo” Sufrimiento y dolor se alternan,  se mezclan y revierten, acentuando el dolor de existir. Es un sufrimiento impuesto por la negación del otro y  que  se  legitima  en  el autoritarismo y en el enfermarse.
Las creencias se alteran y predominan la inseguridad y en este sentido las emociones revelan sistemas de  señales que  pueden ser indicadores indirectos de  las organizaciones y  condiciones de  trabajo que  alertan para  las posibles consecuencias negativas del trabajo y de relaciones  autoritarias.
Así, después de 6 meses, lo intentó de nuevo el suicidio. Se lanzó de las escaleras y  se  quebró  toda: nariz, manos, pierna, cabeza. Para  ella  era  un  alivio desaparecer, terminar con su vida para no sufrir más. 
“Estoy  cansada  de  las  persecuciones  de  mi  jefa, no tengo mas placer de  ir al trabajo.  Sufrí  mucho en  las manos de  ella”.
Después  de  dos años  de  sufrimiento, fue despedida, cuando procuró su sindicato e orientaciones.
Hoy,  después  de  cuatro  años de  tratamiento, fue  contratada  de  nuevo  por orden judicial. Participa  desde entonces de    rodas  de  conversaciones. En su trabajo, si siente fortalecida.
Colocó en la corte su compañía y la jefa fue desligada de la empresa. Diana se ha convertido en una gran referencia para sus compañeros de trabajo que han elegido para representarlos en la comisión interna para la prevención de accidentes de trabajo.
A través „de la amistad de los otros‟ se concretizan los “buenos encuentros” que posibilitan la comprensión de  las causas y  efectos necesarios, de  las ideas que  nos confunden y de las que son verdaderas, del saber que sabemos, del hacer colectivo o por el colectivo, del actuar  en conjunto, ética  e  solidariamente. (Espinosa,  1992). Si comprendemos y  sabemos la realidad, somos activos. Si vivimos relaciones en que predominan el abuso de  poder, autoritarismo y  humillaciones asociadas a  exigencias y  falta  de  respeto al  otro en la convivencia, la  enfermedad se  precipita, se  adelante, se acentúa y se instala, pues,  “los afectos que traban combate en nosotros pueden ser causa de servidumbre tanto cuanto de libertad, porque de ellos depende que nosotros dejemos o no dominar por  lo poderío de  una  exterioridad adversa  y  contraria    nuestra  esencia”.
(Chauí,1989:50).
El acoso moral en el trabajo rompe temporalidades, revelando una asimetría entre pasado y presente. El futuro normalmente es percibido a través del miedo que  instalase con la enfermedad y  la humillación refuerza  el sentimiento de  inutilidad, comprometiendo a identidad, la dignidad y violando derechos.
Es necesario reflexionar y exigir que el actuar y el acto en el ambiente de trabajo, deben incorporar una eticidad que no puede olvidar derechos primarios de todo ciudadano como sujeto de una dignidad. Eso porque, cuando escuchamos la voz de los trabajadores, ella es cargada de sufrimiento e deseo de se reconocer y ser reconocido, revel ndonos que entre los “gritos” de dolor de los trabajadores(as) que enfermaron en el y del trabajo, lo mas vibrante sin dudas, es el dolor de las humillaciones y discriminaciones.
Así, es necesario mirar  al sufrimiento impuesto por el acoso moral, como um sufrimiento ético-político, pues se  refiere  al dolor físico y  emocional, evitable desde el punto de vista social, pues es infringido por las leyes racionales de la sociedad a sujetos que  ocupan determinadas posiciones sociales. “El sufrimiento vuelve a  las personas impotentes para la libertad y la felicidad, sea en la forma de sumisión, sea en la forma de odio y  fanatismo. Su ejemplo más emblemático es el sufrimiento por la indignación moral, que puede manifestarse tanto como desamparo o violencia contra familiares y el alcoholismo en la intimidad, como puede manifestarse también con pasividad o rebelión y criminalidad en la vida pública (Sawaia, 2004).
Al final, como dice  el  filósofo Espinosa, la política  nace  del deseo humano de libertarse del miedo, de la soledad y de la disposición de vivir en común, que significa  la disposición a  vivir en paz, sin poner fin a  sus conflictos y  deseos contrarios y  sin necesidad  de  pactos políticos o éticas normativas.
Somos  alegres, cuando somos reconocidos y tenemos libertad para hablar, participar, criar y normalizar en situaciones concretas, lo que significa que el suicidio no es una forma de violencia auto inflingida, pero impuesta  por las condiciones sociales  y  por lo tanto  se  trata de  una  violencia infligida por otro, es decir, un asesinato corporativo.
Bibliografía consultada
BREILH, J.    Epidemiologia-  Economia, Política  e  Saúde. São Paulo, Editora  UNESP, 1991.
CANGUILHEM, G. O normal e o patológico. Rio de Janeiro. Ed. Forense Universitária, 4 edição, 1995. 
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DEJOURS, C.-  Trabajo y  desgaste mental  -Una  constribuición  a  la  Psicologia del trabajo. Argentina, Credal Humanitas, 2 ed. 1990.
ESPINOSA, B.  Ética. Rel gio D‟Agua Editores, Lisboa, 1992.
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MENDES, R. Doutrina  e  prática  da  integração  da  saúde  ocupacional no setor saúde: contribuição para  a  definição de  uma  política.  Tese  de  Livre  Docência  apresentada  à Faculdade de Saúde Pública da Universidade de São Paulo USP,  São Paulo, 1986
RIBEIRO, H. P. A violência do trabalho no capitalismo. O caso das lesões dos membros superiores por esforço  repetitivo em trabalhadores bancários. Tese  de  doutorado apresentada à Faculdade de Saúde Pública da Universidade de São Paulo, 1997.
RENAUT, Anne. Acoso psicológico, nuevo mal vinculado a la organización del trabajo. 2004. Mimeo
SAWAIA, B. Aspectos Psicosociais do Sofrimento Ético-político resultante da Inclusão Social pela Exclusão. São Paulo:PUC, (mimeo). 1998.
SELIGMANN-SILVA,  E. Desgaste mental no trabalho dominado. Cortez Editora, São Paulo, 1994. 
 Por Margarida Barreto, Medica del trabajo. Doctora en Psicología Social PUC/SP. Vice-cordenadora del NEXIN/PUC/SP. 
(*) NB. O texto foi inserido na página web da ALAL (www.alal.com.br) por Luiz Salvador é advogado trabalhista e previdenciarista em Curitiba-Pr, Ex-Presidente da ABRAT (www.abrat.adv.br), Presidente da ALAL (www.alal.com.br), Representante Brasileiro no Depto. de Saúde do Trabalhador da JUTRA (www.jutra.org), assessor jurídico de entidades de trabalhadores, membro integrante, do corpo técnico do Diap, do corpo de jurados do TILS – Tribunal Internacional de Liberdade Sindical (México), da Comissão Nacional de Relações internacionais do CF da OAB Nacional e da Comissão de “juristas” responsável pela elaboração de propostas de aprimoramento e modernização da legislação trabalhista instituídas pelas Portarias-MJ 840, 1.787, 2.522/08 E 3105/09, E-mail: luizsalv@terra.com.br, site: www.defesadotrabalhador.com.br



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